Por El Camino Correcto: Estructurando Su Clase de Escuela Sabática para el Éxito – Parte 2

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Semana tras semana, año tras año, estudiantes de todas las edades, desde bebés hasta ancianos, toman asiento para participar en alguna forma de educación cristiana. Y al final de cada clase de la Escuela Sabática o estudio Bíblico, nos ponemos de pie, nos retiramos, y la mayoría de las veces, olvidamos rápidamente la mayor parte de lo que se suponía que aprendimos durante esa hora previa.

¿El propósito de la educación cristiana es simplemente exponer a la gente a la Biblia y mantener su interés para que se vayan con una sonrisa en la cara? ¿O es algo más que cambia la vida?

Una tarea crítica en la educación cristiana es definir éxito. Es decir, ¿cómo sabemos que una clase en particular ha sido exitosa? ¿Qué acerca de un trimestre o de todo un año? ¿Sus estudiantes han crecido o aprendido algo importante como resultado directo de su clase? ¿O simplemente han ocupado el tiempo?

¿Cómo puede saberlo? ¿Puede demostrarlo?

[Bctt tweet=”una tarea crítica en la educación cristiana es definir éxito. – Amber Riggs”]

Objetivos Instruccionales

Aquí es donde los objetivos instruccionales entran en escena.  Un objetivo instruccional es una declaración que define en términos concretos y medibles que es lo que los estudiantes deben ser capaces de hacer como resultado de su instrucción.[ref]Mager, R. (1997).  Preparando objetivos instruccionales.  Atlanta: El Centro de Rendimiento Efectivo, p. 3[/ref]

En la parte 1, exploramos la forma en que los objetivos instruccionales bien escritos definen el aspecto del éxito en la educación cristiana y cómo estos objetivos pueden ayudarnos a enfocar nuestro tiempo de instrucción para que podamos cumplir con lo que nos propusimos enseñarle a nuestros alumnos.

En este artículo, exploraremos tres componentes de un objetivo bien escrito, examinaremos cómo evitar los errores más comunes que las personas cometen al escribir objetivos y probaremos nuestras habilidades en algunos casos de estudio.

Los Tres Componentes de un Objetivo

Logros, condiciones y criterios son los tres componentes que pueden trabajar juntos para aclarar la intención concreta de su objetivo.

Logros

El fundamento de cualquier objetivo bien escrita es la realización. En primer lugar, el objetivo debe definir la acción específica o habilidad que desee observar en sus alumnos.  Por ejemplo, usted podría estar enseñando a un grupo de 8-10 años de edad en la escuela los libros de la Biblia. Se ha identificado el logro como:

  • Los alumnos deben ser capaces de recitar los libros de la Biblia en orden.

El logro es “recitar los libros de la Biblia en orden”. No obstante, se ha dejado fuera una condición importante.

Condiciones

Las condiciones describen “Lo que el alumno recibirá, o de lo que será privado, durante el logro del objetivo”.[ref]Mager, p. 166[/ref] Si los estudiantes recitan los libros de la Biblia como grupo y cada estudiante tiene un lugar donde se atora y depende del grupo para lograrlo, ¿realmente saben todos los libros de la Biblia? ¿Qué sucede si un estudiante recita individualmente, pero necesita muchas indicaciones suyas? ¿Los sabe tan bien como a usted le gustaría?  ¿Qué pasa si hemos añadido una condición?

  • Los alumnos deben ser capaces de recitar los libros de la Biblia en orden de memoria, sin ayuda o asistencia.

Pero espere… aquí viene Johnny a recitar los libros de la Biblia: “Génesis, Éxodo (pausa de 5 segundos), Levítico, Números (pausa de 15 segundos), Deuteronomio (pausa de 10 segundos)…”. A este ritmo, podría estar allí todo el día. Y cuando le pida a Johnny que busque un versículo en Sofonías, él todavía va a encontrarlo más rápido yendo a la tabla de contenido de su Biblia.

Este es un caso en el que queremos añadir un criterio.

Criterio

El criterio describe cómo un estudiante debe realizar la acción, a fin de que su logro sea considerado exitoso.[ref]Ibíd.[/ref]

  • Los alumnos deben ser capaces de recitar los libros de la Biblia en orden, de memoria sin ayuda o asistencia en 1 minuto o menos.

El criterio puede incluir cualquier conjunto de indicadores que establezcan la norma para el éxito. Estos suelen referirse a datos como la velocidad (en 15 minutos), precisión (90%) o calidad (sin palabras incorrectas). Usted notará que en uno de mis objetivos incluí las palabras “con 75% de precisión”.

Incluir un criterio es especialmente importante cuando le está comunicando los objetivos a un estudiante que serán clasificados sobre lo bien que se espera que lo cumpla. Por ejemplo, cuando está tomando un curso, a menudo encontrará el criterio separado de los objetivos en la escala de calificación de un curso.

Puede incluir un criterio en cualquier momento que lo necesite para aclarar cómo lucirá un logro exitoso.

Evitando la Falla: Objetivos Medibles vs No-Cuantificables

Sin dudas, la parte más desafiante de escribir un objetivo instructivo es garantizar que su objetivo se medible en la medida en que se base en un logro observable.

El uso de las siguientes palabras a menudo indica que un objetivo es no-cuantificable:  Valorar, conocer, apreciar, asimilar, comprender, captar, disfrutar, creer. Estas palabras están abiertas a muchas interpretaciones y son difíciles de conectar con una acción específica. Por el contrario, estas palabras están abiertas a menos interpretaciones y tienden a facilitar acciones específicas: identificar, enlistar, describir, enunciar, explicar.[ref]Ibíd., pág. 45[/ref]

Escollos Posibles…

A menos que tenga cuidado, esto es solo un escollo esperando aparecer. Esto es lo que quiero decir-

Tengo cuatro hijas, y realmente deseo que les encante ir a la clase de Escuela Sabática. Deseo que la esperen ansiosamente y deseo que los hijos de mis amigos ¡amen la Escuela Sabática, también! Sería muy fácil para mí escribir los siguientes objetivos:

Como resultado de esta clase, mis estudiantes serán capaces de…

  • Desarrollar una actitud positiva hacia la Escuela Sabática.
  • Crecer en su relación con Dios.
  • Comprender cuánto les ama Jesús.

Todas estas son metas muy loables e importantes, pero como están escritas actualmente, no tienen ningún valor como objetivos instruccionales. No tienen uso como objetivos porque son no-cuantificables.  ¿Por qué? Bueno, por ejemplo, vamos a considerar el desarrollo de “una actitud positiva hacia la Escuela Sabática”. ¿Cómo se puede saber sin duda alguna que alguien ha “desarrollado una actitud positiva?”. Digamos que hago de este uno de mis marcadores de éxito. Planeo muchas actividades divertidas durante todo el trimestre para que mis alumnos disfruten de la Escuela Sabática. Y luego las últimas dos semanas del trimestre, termino con un niño que no quiere venir a clase y luego llora todo el tiempo de clase. (Ah, y otros dos comienzan a llorar también justo porque su compañero esta llorando.) En mi libro, llorar miserablemente no indica una actitud positiva. Por lo tanto, según mis propios criterios, he fallado.

Puntos de partida…

Afortunadamente, lo que tenemos es un excelente punto de partida para un objetivo loable.  Aunque es difícil demostrar que alguien tiene una actitud positiva acerca de algo, uno de los marcadores de una actitud positiva es cuando alguien habla positivamente acerca de ello.  También podrían profundizar sobre las cosas que me gustan de ello. No podemos entrenar a los estudiantes para que quieran venir a la clase, pero ¿podemos capacitar a los estudiantes para hablar positivamente sobre la Escuela Sabática? ¡Por supuesto! A los estudiantes no se les puede enseñar emociones, pero se les puede enseñar a desarrollar habilidades.

¿Qué pasa si en su lugar definimos el éxito de esta manera? Como resultado de esta clase, mis alumnos serán capaces de…

  • Cantar (o en mímica) “Todos aman venir a la Escuela Sabática” (con un 75% de precisión).
  • Nombrar (o señalar) tres cosas que les gustaron sobre la Escuela Sabática esta semana (al final de cada clase).

Estos son objetivos que puedo medir y decir con confianza, “¡Sí! ¡Ellos pueden hacer estas cosas!”.

Veamos brevemente los otros dos objetivos fallidos:

  • Crecer en su relación con Dios.
  • Comprender cuánto les ama Jesús.

Es difícil observar si o cuánto está creciendo un estudiante en su relación con Dios. Pero podemos observar si el alumno es capaz de

  • Doblar las manos y repetir una oración de 30 segundos mientras está sentado o arrodillado en una posición.
  • Cantar (o en mímica) 5 canciones de alabanza (con un 75% de precisión).

Es difícil observar si o cuánto un estudiante entiende que Jesús le ama. Pero podemos observar si el alumno es capaz de

  • Cantar (o en mímica) Jesús Me Ama (con un 75% de precisión).
  • Decir (o señalar reseñas de) tres formas en que Jesús nos muestra que Él nos ama.

Las acciones especificadas equiparan objetivos medibles en la Escuela Sabática.

Si se puede observar una acción especificada por el objetivo, ese objetivo es medible. Si un objetivo no incluye una acción específica, observable, entonces ese objetivo es no-cuantificable.  Evite objetivos no-cuantificables a toda costa. Sin embargo, si descubre que ha escrito un objetivo no-cuantificable, no lo deseche inmediatamente. En lugar de eso, divídalo en acciones específicas, observables y conviértalo en objetivos que lo pondrán a usted y a sus alumnos a la altura del éxito.


¿Sirve como maestro de Escuela Sabática en su congregación local? Si no, ¿le gustaría? En lugar de eso, divídalo en acciones específicas y observables y conviértalo en objetivos que lo pondrán a usted y a sus alumnos a la altura del éxito.

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Amber Mann Riggs
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Amber Mann Riggs lives near Eugene, OR, with her husband and four daughters. She writes at ambermannriggs.com.