Más Que Sólo Pan

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“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, oh Judá? La piedad vuestra es como nube de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

Esta escritura es el grito angustiado de un Padre amoroso, pronunciado a través del profeta. Habían sucedido muchas cosas antes de la desobediencia de Israel.

Era la víspera de entrar en la Tierra Prometida. Moisés había aprovechado esta última oportunidad para amonestar al pueblo a obedecer y advertirles de las consecuencias si no lo hacían. Les recordó las penurias que habían soportado durante los cuarenta años que les habían llevado hasta ese punto:

“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deuteronomio 8:3).

Dos capítulos antes, Moisés se centró en el mandamiento más importante: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (6:4, 5). La supervivencia para los israelitas era algo más que consumir el pan físico. Debían guardar la Palabra de Dios en sus corazones y enseñarla diligentemente a sus hijos (vv. 6, 7).

Enseñando en casa

En su libro Authentic Christianity (Cristianismo Auténtico), Ray C. Stedman nos ayuda a comprender mejor las palabras de Moisés: “Nada puede suceder a través de nosotros a menos que primero nos haya sucedido a nosotros”.

Esto es muy cierto en la enseñanza a los niños. Como parte de su serie de comentarios sobre Deuteronomio 6, Stedman aboga por que toda disciplina, entrenamiento y guía comiencen en casa. Los padres son responsables de “pasar la antorcha” del desarrollo espiritual: su fe, no guardada en una caja para el sábado sino compartida diariamente a través de lecciones objetivas.

Los versos 8 y 9 continúan diciendo: “Y las atarás [la Palabra de Dios] como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.

Las filacterias (hebreo: tefilín) son rollos en miniatura con escrituras encriptadas pegadas al dorso de la mano izquierda y en la frente como recordatorios de las leyes de Dios. Jesús se mofó de los escribas y fariseos por agrandar sus filacterias y realzar los bordes de sus vestimentas, ellos se esforzaban en hacer todo eso para ser vistos y tenidos en alta estima (Mateo 23:1-11). Por lo tanto, los padres deben aprender de los fariseos y no caer en el “Haz lo que digo, no lo que hago”.

Stedman compara a los escribas y fariseos que llamaban la atención a sí mismos con algunos cristianos profesos que exhiben prominentemente Biblias en sus casas, pero que rara vez las leen — otra advertencia para los padres. Él considera que las filacterias son figurativas. Otras fuentes están de acuerdo en que son figurativas -mera tradición judía- e indican que, en su lugar, la ley de Dios es la que debería tomarse a pecho.

Autoridad

Stedman considera la obediencia como la base de la autoridad y que el mensaje de Moisés otorgó autoridad a los padres. Él lo describe como “autoridad . . . creado por la integridad, por la obediencia constante a la verdad”. Las filacterias en la mano hacían referencia a las obras realizadas, y las de la frente a la guía de la vida mental. Para citar a Stedman: “. . . el profeta está diciendo que se espera que los padres demuestren una vida amorosa, honesta, abierta, perdonadora y responsable, guiada por las Escrituras, en presencia de sus hijos”.

Deuteronomio 6:9 también dice que se escriba la Palabra de Dios en los postes de las puertas. Considera que los postes de las puertas y los portones representan el contacto de los padres con el mundo exterior, mostrando las relaciones con vecinos, parientes y amigos. Estas relaciones serán una prueba visible para los niños de que sus padres practican lo que predican. Por tanto, sus hijos los respetarán como auténticos y los padres tendrán la autoridad que buscan.

Stedman sostiene que, a través de generaciones, la mayoría de nosotros hemos creído que tenemos autoridad y que nuestros hijos deben ser obedientes simplemente porque somos los padres. Nos resulta difícil admitir que hemos cometido errores en nuestra propia vida y/o que hemos fallado en algún área. Sin embargo, en situaciones en las que los padres han actuado bien, en amor y conciencia, siendo obedientes a las Escrituras mismas, reconociendo el fracaso y pidiendo perdón cuando es necesario, la autoridad sobre sus hijos siempre existirá y será aceptada.

Stedman describe que la autoridad de Dios surge de Su santidad (integridad), no de Su poder, y esta debería ser también la base de nuestra propia autoridad. Por el contrario, el Diablo tiene autoridad para controlar y/o influir a través del odio, un fundamento falso de autoridad que obliga a la obediencia por temor a represalias.

Disciplina

La disciplina, según Stedman, es limitar y dirigir la vida, creando un entorno seguro en el cual vivir y moverse. Al igual que un río que corre por un cañón estrecho, la disciplina canaliza la vida de una persona para aumentar su intensidad, dirigir mejor sus decisiones y recibir más alegría de vivir. Sin fronteras se crea una falsa libertad. La disciplina puede evitar malos resultados y/o desastres.

Debido a Su gran amor por nosotros, Dios nos disciplina poniendo límites para que podamos disfrutar de una mejor calidad de vida (Gálatas 5:13, 14). De la misma manera, los padres deben disciplinar a sus hijos.

En palabras de Stedman, “. . . la buena disciplina siempre surge del amor”. Vemos este apasionado amor paternal en las expresiones de Dios a Israel en Oseas:

“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé . . . enseñaba a andar al mismo Efraín . . . ¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? . . . Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios. . . Yo sanaré su rebelión” (11:1, 3, 8; 14:1, 4).

Amor de padre

Debido a que el amor del Padre es tan grande para con nosotros, Él ungió a Su único Hijo para dar “gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” (Isaías 61:3).

¡Qué engrasa nuestras “ruedas” espirituales y crea una relación gozosa con el Señor Dios sino Su amor derramado sobre nosotros! Su amor, investido en nosotros, resume nuestras vidas, recibiendo un alto retorno en adoración, obediencia y ofrenda de nuestro tiempo y recursos, compartiendo amor con el mundo, ¡comenzando por nuestras familias!

Estas son las verdades que debemos compartir con nuestros hijos siempre que tengamos la oportunidad. Y comenzamos a compartirlos con nuestro propio ejemplo.

Dorothy Nimchuk
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Dorothy Nimchuk has a life-long love of writing. She has written intermediate Sabbath school lessons (current curriculum), stories for her grandchildren, and articles. She has self-published six books, proofread BAP copy while her husband Nick attended Midwest Bible College, served as Central District secretary-treasurer and as NAWM committee representative for the Western Canadian District women. Dorothy edited WAND (Women’s Association News Digest), Ladies Link (Western Canadian District women), and Afterglow, a newsletter for seniors. She assisted her husband, Nick, in ministry for thirty-four years prior to his retirement in 2002. The Nimchuks live in Medicine Hat, Alberta.