Si le preguntaran cuál es el corazón de la ley, ¿cómo respondería? Podría depender de lo que entendemos por ley. Puede definirse estrictamente como las órdenes dadas en el Sinaí (Éxodo 20) o todo el corpus legal que abarca desde allí hasta Deuteronomio.
La ley, o Torá, también puede referirse a los primeros cinco libros de la Biblia, también llamado Pentateuco, palabra griega que significa “cinco volúmenes”. Al buscar el corazón de la Torá, podríamos considerar los temas principales de cada uno de los cinco Libros de Moisés. Hay pistas en sus nombres.
Génesis trata sobre los comienzos, los fundamentos de la fe en Dios, Creador y Hacedor de Pactos. Génesis 15:6 es un texto clave: “Y [Abraham] creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (vea “Enfoque en Génesis”, p. 7).
Éxodo trata de liberación. Israel aprende que el Señor que redime también manda. Éxodo 20:2, 3 es un texto central: “Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto . . . No tendrás dioses ajenos delante de mí”.
Levítico cubre el servicio de los Levitas en el santuario y la santidad requerida del pueblo de Dios. Levítico 11:45 es un texto clave: “Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto . . . Seréis, pues, santos, porque yo soy santo”.
Números da el recuento y la cuenta de Israel en sus peregrinajes y tentaciones. Números 14:11 es un texto clave: “¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos?
La segunda ley
De estos cuatro libros de Moisés surgen temas legítimos en el corazón de la Torá: fe, liberación, mandamiento, santidad y tentación. Pero ¿qué pasa con el último libro, Deuteronomio? Este nombre proviene de una palabra griega que significa “la segunda ley”. No es otra ley, pero, como piedra angular del Pentateuco, reafirma para los israelitas laicos la revelación del Sinaí en el contexto de la renovación del pacto antes de que Israel entre en Canaán.
El pacto es un tema clave de Deuteronomio (aparece más de veinticinco veces), pero se remonta a los padres (7:12; 8:18; Génesis 15, 17). Moisés ruega al pueblo que guarde y no olvide el pacto de Dios con la nación (Deuteronomio 4:21, 31; 5:2). Dos textos clave se destacan como el corazón de Deuteronomio:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (6:4,5).
“Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” (10:12, 13).
Dado que la Torá (en hebreo: instrucción) lleva todo el peso de la ley con todas sus sanciones legales, a veces se le denigra por ser un código frío y legalista interesado sólo en las obras externas. Pero versos como estos cuestionan esa opinión. Dios es el Legislador (Santiago 4:12), pero Él no es un legalista. Deuteronomio revela que el corazón de la ley y el pacto es, ¡el corazón! Se menciona casi cincuenta veces en Deuteronomio.
Nuevos corazones
Observamos en los dos textos anteriores la pareja que forman corazón y amor (véase también 11:13; 13:3; 30:6). Dios desea que la relación de pacto, y la obediencia que conlleva, procedan de corazones enamorados de Él. Esta preocupación general por el amor auténtico del corazón anima el mensaje de Deuteronomio y la Torá como un conjunto
Esta preocupación se manifiesta cuando Dios ordena a Israel que trabaje en su corazón: “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz” (10:16). Tristemente, no lo hará. Moisés predice que Israel romperá el pacto e irá al cautiverio. Sin embargo, aquí mismo, en Deuteronomio, se promete una nueva obra del pacto después del Exilio. Dios hará lo que Israel no hizo:
“Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas” (30:6).
Resulta que el corazón de la ley es un corazón de amor. En última instancia, la ley no pudo cumplir lo que ordenaba, ¡pero el nuevo pacto sí! Dios viene por nuestros corazones y escribe Su ley sobre ellos (Jeremías 31:33; cf. Hebreos 8:10; 10:16).
El amor es ley
¿Cómo respondería Jesús a nuestra pregunta sobre el corazón de la ley? Bueno, lo hizo. Cuando se le preguntó cuál era el mandamiento más importante de la ley, Él menciona Deuteronomio 6:4 y Levítico 19:18: amar a Dios y al prójimo. Jesús añade: “De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas” (Mateo 22:34-40). El amor-corazón lo resume todo.
¿Cómo respondería Pablo a la pregunta? Bueno, él también lo hizo. Escribe: “El que ama al prójimo, ha cumplido la ley . . . Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple . . . amor . . . ” (Romanos 13:8; Gálatas 5:14). Ese es el corazón de esto. Santiago está de acuerdo (2:8).
Hemos cerrado el círculo de nuestra pregunta con una respuesta decisiva. El antiguo y el nuevo pacto están de acuerdo: El corazón de la ley es un corazón de amor. Sólo nos queda examinar nuestros corazones, vivir para Dios y los unos para los otros a medida que nuestros corazones crecen en amor por la gracia de Dios en Jesucristo y el Espíritu Santo.
Demos a Deuteronomio la última palabra, una palabra para nosotros también: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (5:29). ¡Amén!