Sirviendo en Esperanza

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Los recuerdos de muchos sermones en la iglesia, en mi infancia, son de hombres que parecían estar enojados por muchas cosas. Predicaban largo y duro sobre las condiciones mundiales y la inminente batalla del Armagedón. ¡Yo tenía mucho miedo de las naciones de Gog y Magog! A altas horas de la noche, pensaba que podía escuchar esos ejércitos malvados que se estrellaban sobre las colinas justo donde vivíamos. Algunos pastores instruían a los jóvenes para que no fueran a la universidad por causa de esa batalla, y porque la venida de Jesús en medio de ella, iba a suceder antes de que pudiéramos obtener nuestro título universitario.

A los recuerdos de esos sermones también incluye escuchar una larga lista de nuestros pecados personales que nos iban a mandar directamente al lago de fuego. En ese momento, la lista a menudo era sobre la forma en que me vestía y me peinaba, sobre ropa de colores brillantes, ir al cine, bailar, patinar, jugar boliche y cualquier cosa que tuviera que ver con deportes competitivos. Estaba convencido de que mi futuro no tenía esperanza y de que sin duda sería arrojado al infierno, ¡en cualquier momento!

En un campamento juvenil en las montañas de Oregón, uno de nuestros pastores de los menos enojados predicó sobre el amor de Jesús por cada pecador. Explicó cómo su sangre derramada en la cruz nos había traído a cada uno de nosotros una reconciliación personal, la eliminación completa de todos nuestros pecados. ¡La esperanza, el gozo y la paz llenaron mi corazón! El predicador simplemente declaró que Jesús nos amaba y nos había aceptado en su familia, tal como éramos.

¡El miedo de ejércitos marchando fue silenciado! Era una alegría hacer grandes planes.

Nuestro Padre celestial quería que viviéramos con alegría y libertad. Él quería que desarrolláramos optimismo sobre nuestro futuro y que fuéramos lo que quisiéramos ser, porque Dios apoyaría nuestros planes, y a nosotros, a lo largo de nuestras vidas.

Esta simple comprensión de la gracia inmerecida de Dios y el amor de Jesús por cada uno de nosotros, inundó mi alma. En ese momento, realmente acepté a Jesucristo. El mundo en el que vivía no parecía tan listo para aplastarme y deshacerme en la tierra. La paz entró a mi alma y mi vida.

Durante esa semana de campamento juvenil hace casi sesenta años, Dios me llamó para ser pastor. A los 76 años, todavía trabajo bajo ese gozo, paz y emoción de su llamado. Quiero animar a todos los jóvenes de nuestra iglesia a que respondan al llamado en sus vidas. No duden en hacer planes para disfrutar el amor, la vida y una relación con nuestro Señor Jesucristo. El volverá; Él prometió que lo haría. Con gozo, sirvámosle activamente y hagamos Su obra sin el miedo y la ira que inmovilizan nuestra esperanza y salvación.

Nunca permitamos que el clima político amenazador en nuestras naciones, el miedo a propagar virus, la amenaza del cambio climático o cualquier otra cosa en este mundo nos desalienten de hacer planes para servir a nuestro Creador y a Su Hijo, a través del poder del Espíritu Santo. ¡Cuando Él llame, ve! Sírvelo con paz, alegría y optimismo en tu corazón.

Ken Lawson
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Ken Lawson is superintendent of the Central District. Previously, he served as pastor of CoG7 congregations in Mission City, BC; San Antonio, TX; Shawnee, OK; Lodi, CA; Visalia, CA; and Redmond OR. He and his wife, Sandra, live in Cottage Grove, MN, and attend the St. Paul Church. Ken loves fishing and spending time with their grandsons, Hogan and Jack.