La Palabra Viva de Dios

E l salmo decimonoveno, escrito por el rey David, comienza con declaraciones como “Los cielos cuentan”, “el firmamento anuncia” y “un día emite palabra a otro día”. Cierra con un llamado a la aceptabilidad de “los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón”.

Podríamos escribir la Palabra sobre todo este salmo como tema, ya que se refiere a las palabras, mandamientos y preceptos de Dios y nuestra respuesta a ellos. El discurso de Dios es vida, ya sea hablado o en silencio, y Sus mandamientos nos dan vida y dirección.

El rey David deseaba seguir a Dios con todo su corazón. Fracasó espectacularmente en varias ocasiones, pero luego encontró el camino de regreso. Intentó constantemente centrarse en la línea de pensamiento de Dios, como lo hace en este salmo.

Los cielos cuentan

En los versos 1 al 6, David se centra en los cielos. No es de sorprender que estos versos se utilicen a menudo en nuestras discusiones con aquellos naturalistas que no creen en el acto de la creación. Señalamos la belleza y el diseño de la naturaleza para enfatizar a Dios como autor, contrariamente a lo que ellos declaran de que se trata simplemente de una obra significativa en la naturaleza, una ordenación inexplicable de los detalles. David dice que los detalles se explican en Dios: “Los cielos cuentan la gloria de Dios”.

Esta declaración de la gloria de Dios es continua: “día tras día” y “noche tras noche”. La evidencia de Dios en el mundo creado da testimonio de Su gloria, Su grandeza y Su preocupación por Su creación.

Ese testimonio nunca cesa si somos lo suficientemente sabios para verlo. Muchas veces, en mis caminatas por bosques y campos, doy gracias a Dios porque tengo ojos para ver la creación como obra de Dios. Es liberador sentir Su cercanía en las cosas que Él ha hecho. Siento tristeza por aquellos que sólo lo ven mecánicamente.

David dedica la mayor parte de los tres versos del comienzo de este salmo para referirse al sol. Dice que los cielos son una tienda o tabernáculo, desde donde el sol comienza su marcha cada día y la concluye por la noche. Esto no pretende ser un estudio científico de los movimientos del sol, como tampoco decir que el sol es un novio literal. El “circuito” de los movimientos del sol es desde la perspectiva del salmista; sale, cruza los cielos y se oculta. David simplemente está exaltando el poder que ve.

Este lenguaje poético muestra sólo un ejemplo de la manifestación del poder de Dios. El sol poderoso, que nadie puede detener, marcha a las órdenes de su Soberano desde la mañana hasta la noche.

Yo vivo en Texas. Los últimos veranos han sido un claro testimonio de que no podemos escondernos del calor del sol. De la misma manera, la evidencia de que Dios continúa hablándonos a través de Su creación nos habla de Su majestad. Estas maravillosas demostraciones de Su poder y Su cuidado soberano nos dan esperanza de orden en un mundo que con demasiada frecuencia está mal.

La ley dice

La última parte del Salmo 19 se puede dividir en dos partes. La primera es de los versos 7-10, donde el salmista habla de la eficacia de la ley de Dios. La segunda es a partir del verso 11 hasta el final del salmo, donde David apela a Dios para que la ley tenga un impacto en él personalmente.

Primero, David ensalza la excelencia de la ley de Dios. Me viene a la memoria el Salmo 119, donde cada verso tiene algo que decir sobre la maravilla de la ley de Dios y su impacto en el fiel seguidor. (Curiosamente, los números de estos salmos son similares cuando el tema es tan similar). De la misma manera, se nos dice aquí en el Salmo 19 que la ley es perfecta, segura, correcta, pura, limpia y verdadera.

Si se tratara de un escritor moderno, ¡podríamos preguntarnos si habría pasado demasiado tiempo con su diccionario de sinónimos! Pero más que simplemente emplear la repetición de la misma idea o una interpretación matizada de la misma palabra, David elige cuidadosamente cada palabra para revelar su amor por la ley. Una consulta rápida de las palabras hebreas que usa nos muestra que la ley es perfecta o completa; es segura o confiable; es correcta o recta; es pura o libre de imperfecciones; es limpia o éticamente impecable; y es verdadera o digno de confianza.

Estas cualidades provocan cambios en quien cree. David sigue cada palabra que menciona con los beneficios de la ley, como restauración, sabiduría, gozo, iluminación (vv. 7, 8), o características superlativas, como perseverancia y justicia (v. 9). Hay que confiar en la ley, lo cual conduce a una relación más profunda con Dios.

¿Estamos alerta cuando leemos tales salmos y observamos cómo nuestro amor por los mandamientos de Dios podría haber llegado a su punto más bajo? Sus palabras son vida. Conducen a las mejores riquezas que podemos encontrar en esta tierra, pero a veces las consideramos secas. La sequedad contrastaría con la descripción de David en el versículo 10. Él dice que las palabras de Dios, extensiones de Su presencia, son más finas que el oro más puro y más dulces que los mejores dulces de la tierra. Simplemente no podemos encontrar nada más valioso o útil que lo que Dios nos ha dicho en Su revelación.

La Palabra se mueve

En segundo lugar, después de haber ensalzado la ley misma, David expresa su deseo de ser conmovido por su poder. Él escribe que la ley igualmente nos protege de los errores y nos recompensa cuando la seguimos (v. 11). Esto haría de la ley un ser vivo, representativo del carácter de Dios. ¿De qué otra manera advertiría y daría vida? Durante nuestro estudio bíblico privado, adoración o instrucción en la iglesia, participamos del poder regenerador del Espíritu Santo de Dios.

¿Quién podrá entender sus propios errores?

Además, no podemos conocernos a nosotros mismos sin el reflector de la Palabra de Dios. David dice: “¿Quién podrá entender sus propios errores?” (v. 12). Si nos dejamos a nosotros mismos, tendemos a exagerar nuestra maldad o acentuar nuestra rectitud. Sólo la Palabra de Dios puede iluminar con precisión nuestra condición. Puede remediar nuestra tendencia a pecar presuntuosamente, pero también puede expiar los muchos pecados que aún no hemos reconocido y que nos pesan (vv. 12, 13).

Podríamos decir: “¡Quiero ser lavado!”. Nuestra atención a los testimonios de Dios puede liberarnos. Sus palabras ofrecen esperanza porque se lo ofrecen a Él. Cuando permitimos que Su instrucción penetre en nuestras almas y nos transforme, nos volvemos justos en Su luz.

David concluye este salmo con las conocidas palabras: “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío” (v. 14). Toda su vida está intrincadamente entrelazada con la voluntad de Dios. No podemos escapar al hecho de que la vida se encuentra en Dios: Él se ha revelado a Sí mismo como todopoderoso. Él ha demostrado ser misericordioso con nosotros y ha dejado claro que nuestra abundancia se encuentra cuando abrazamos Sus palabras.

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail
Viviendo una Vida En Verdad Exitosa ¿Ya Me Escuchas?

Written By

Dr. David Downey is a freelance writer who has published work in Creation Illustrated, Seek, Precepts for Living, Light and Life, War Cry, and The Lookout. He has also published curriculum in QuickSource (Explore the Bible Series) and has published a book, His Burden is Light: Cultivating Personal Holiness, on Amazon. Dr. Downey lives in Burleson, TX.

More From Author

You May Also Like