E n el exterior, probablemente soy lo que muchos considerarían una joven milenial promedio — teniendo el objetivo de establecerme en mi carrera y aprender a navegar por los matices de la edad adulta. Sin embargo, aquellos en mi círculo íntimo son testigos de que he tomado decisiones diferentes a las de la mayoría de los jóvenes que me rodean. En primer lugar, tengo 27 años y soy virgen y también he decidido no participar en actividades perisexuales.
Quiero animar a otros que puedieran estar en una situación similar o estén contemplando volver a dedicar su vida a la pureza. He comprobado que la fidelidad de Dios durante la espera puede manifestarse en formas inesperadas.
Conflicto temprano
A lo largo de los años, mi decisión de esperar a tener relaciones sexuales hasta el matrimonio recibió respuestas mixtas entre mis compañeros. Mientras que algunos apoyaban la idea, otros en mi círculo parecían aún más decididos a alejarse de mi. Al asistir a una preparatoria católica para niñas, aprendí de otras personas que tener un novio significaba recibir miradas de admiración, entusiasmo y una mayor popularidad.
Los amigos de mi círculo hablaban libremente de la intimidad. Mientras tanto, aquellos como yo que optaban por esperar, a menudo se enfrentaban a la soledad, el rechazo y los malentendidos. Con frecuencia me veían sola cuando salía, incluido en mi baile de graduación, me preguntaba si estar sola seguiría siendo una lucha interminable.
Bendiciones de la obediencia
En el mundo de hoy, el compromiso con la pureza sigue siendo impopular, incluso hasta el punto de ridiculizarlo, especialmente entre muchos jóvenes. Con todas las ideologías que glorifican la sexualidad en nuestra música, películas, publicidad y planes de estudios escolares, no es de sorprender. A pesar de la incomodidad intermitente que puede traer el celibato, esta etapa ha cultivado la fidelidad a través de mi decisión de honrar a Dios con mi cuerpo.
Una de las mayores bendiciones que he experimentado al esperar es una mayor claridad mental al lidiar con las tentaciones. Así como el ejercicio físico prolongado fortalece los músculos, una elección consciente del celibato aumenta los niveles de paciencia y autocontrol. En mi vida, mis amigos me han contado decisiones de las que se arrepintieron. Esto demuestra que cuando una persona da un paso hacia el borde, la fuerza de la gravedad se vuelve más evidente y resistir una caída se vuelve más difícil.
Asi como la Biblia ilustra la historia de David y Betsabé, la infiltración del pecado en la vida de una persona es un problema real. La lujuria de David por Betsabé mientras ella se bañaba lo llevó a cometer adulterio y luego asesinato (2 Samuel 11). Esto nos enseña que tomar una decisión consciente de huir de situaciones tentadoras ayuda en gran medida a evitar enredos innecesarios y acciones lamentables. Es una lástima que David no haya hecho esto.
Cuando se trata de la lujuria de la carne, depender de la claridad mental humana puede no ser suficiente. He descubierto que cuando Dios ve el corazón y las intenciones, bloqueará situaciones que potencialmente pueden descarrilar tu vida.
Un Dios Fiel
Una de las experiencias recurrentes donde he comprobado esto es lo que interpreté como amor no correspondido. Mis sentimientos estaban listos, pero me sentía invisible. En ese momento, la frustración y la esperanza estallaban como un géiser interno retorcido: la frustración por sentirme invisible y la esperanza de que algún día las cosas cambiaran, y que la otra parte que yo admiraba confesara esos sentimientos mutuos.
Sin embargo, he visto una y otra vez cómo la fidelidad de Dios se manifiesta incluso a través de tormentas rápidas de agravio e incertidumbre, evitándome una vida potencial de dolor. Pronto descubrí que cada uno de esos momentos de amor no correspondido eran para mi bien.
Durante esta temporada de soltería, Dios también ha sido fiel al permitirme más tiempo para comprenderme verdaderamente a mí misma: mi propósito, mis metas y mi visión. Es probable que los logros en el ministerio se hubieran retrasado si hubiera tomado decisiones diferentes con respecto a mi pureza sexual.
Si bien la perspectiva del celibato puede resultar abrumadora para algunos, me esfuerzo continuamente por honrar a Dios en lo que hago con mi cuerpo. Algo posible en el siglo XXI, y ciertamente algo muy satisfactorio. Como dice Pablo en 1 Corintios 6:
Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; más el que fornica, contra su propio cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; gloroficad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (vv. 18-20).
Siguiendo a Jesús
El viaje continúa, y aunque no siempre es fácil, el sacrificio de esperar lo mejor de Dios hace que la espera sea un proceso con propósito. Como cristiana, mi unión con Cristo me hace estar completa, con o sin cónyuge. Y así como el Novio siempre es fiel en Sus promesas para nosotros, he aprendido a seguir humildemente Su dirección.
Para aquellos que, como yo, se encuentran en el camino del celibato, ¡sigan perseverando! La recompensa de Dios por la fidelidad es segura, incluso si no se manifiesta de la manera que esperamos. Para aquellos cuyas elecciones de vida pueden no haber sido similares a las mías, vivir una vida de pureza es algo donde no tienes mucho que lamentar. La fidelidad de Dios es tan maravillosa que cada día es una oportunidad para hacer un esfuerzo renovado para servir a Dios con todo lo que podamos.
Te desafío a que pruebes este camino. ¡Nuestra fidelidad a Dios en la vida diaria es lo mínimo que podemos darle a un Dios tan fiel!
Sarah Buckland escribe desde Jamaica, West Indies.