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El Ejemplo de Esdras

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Dios es paciente y bondadoso, santo y justo. Vemos estos atributos en la forma en que respondió a Su pueblo después de llamarlos a salir de Egipto. Ellos fueron testigos del poder de Dios a través de las plagas que trajo sobre los egipcios y como abrió el Mar Rojo. Sin embargo, poco tiempo después, el pueblo que había sido liberado por Dios se inclinó ante un becerro de oro mientras Moisés recibía los Diez Mandamientos en la montaña.

La nueva nación continuó exhibiendo un patrón de obediencia fiel seguido de idolatría y rebelión a lo largo de su viaje por el desierto y su asentamiento en la Tierra Prometida. Ellos pecaban, experimentaban el juicio, se arrepintían y volvían a pecar. Dios los perdonaba y los liberaba una y otra y otra vez.

Cuando el pueblo finalmente le pidió a Dios que nombrara un rey para que reinara sobre ellos como las naciones que los rodeaban, Él estuvo de acuerdo. Él no impone Su gobierno a nadie. Sólo Saúl, David y Salomón sirvieron como reyes de Israel antes de que la desobediencia y los desacuerdos del pueblo llegaran a ser tan graves que la nación se dividió. Después de que el pueblo ignoró las súplicas de Dios a través de los profetas, el juicio cayó sobre el Reino del Norte (Israel) cuando los asirios los tomaron cautivos en el año 722 a.C.

Dios envió a Jeremías y a otros para advertir al Reino del Sur (Judá) que la desolación vendría sobre ellos también, y que el pueblo sería llevado a Babilonia si no se volvían al Señor (Jeremías 25:11-13). Al mismo tiempo, Dios reveló Su plan de restauración.

Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón. Me dejaré encontrar —afirma el Señor—, y los haré volver del cautiverio. Yo los reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde los haya dispersado y los haré volver al lugar del cual los deporté”, afirma el Señor (29:13, 14).

Cautividad

Dios es fiel a Su palabra. El Reino del Sur sobrevivió hasta el año 586 a.C., cuando los babilonios asaltaron Jerusalem. Muchas personas fueron llevadas cautivas, mientras que otras fueron dejadas en Israel para que se valieran por sí mismas o murieran. De los que fueron llevados a Babilonia se esperaba que abandonaran su modo de vida y se integraran a la cultura de aquella tierra.

Cincuenta años más tarde, el imperio babilónico había dado paso a Persia, que reinaba sobre los israelitas aún cautivos. Ciro el Grande fundó el Imperio Persa. Incluía Persia, Media, Babilonia y Caldea, así como otros países más pequeños.

Durante este tiempo, Esdras fungía como sacerdote y escriba en Babilonia. Aunque el templo de Jerusalén había sido destruido, Esdras, un hombre íntimamente familiarizado con la ley, sin duda se había mantenido al día con su tarea de leer y estudiar la Palabra de Dios — la Ley, o Pentateuco. Es posible que Esdras llevara consigo pergaminos cuando fue llevado cautivo.

Proclamación

En el primer año de su reinado, Ciro sintió el impulso del Espíritu de Dios y emitió una proclamación que representaba el cumplimiento de la profecía de Jeremías: “El Señor, Dios del cielo, que me ha dado todos los reinos de la tierra, me ha encargado que le construya un templo en la ciudad de Jerusalén, que está en Judá” (Esdras 1:2).

Los primeros seis capítulos de Esdras narran la historia del remanente de Israel (hombres de las tribus de Judá y Benjamín, junto con los levitas) que regresan a Jerusalén para reconstruir el templo bajo el liderazgo de Zorobabel y Jesúa (6:15).

El capítulo 7 inicia la segunda parte del libro de Esdras y describe el viaje de Esdras a

Jerusalén, con permiso y provisión del rey Artajerjes. A lo largo de su vida, Esdras vivió en cautividad, tuvo pocas oportunidades de enseñar la Biblia y se enfrentó a pruebas y amenazas mientras reconstruía físicamente los muros de la ciudad. Pero a pesar de todo, permaneció fiel al Señor. Su relación resistió las pruebas gracias a su preparación y práctica: “Esdras se había dedicado por completo a estudiar la Ley del Señor, a ponerla en práctica y a enseñar sus estatutos y ordenanas a los Israelitas” (7:10).

Estas disciplinas espirituales no eran sólo datos interesantes sobre Esdras. Podemos aprender tres lecciones de ellas si deseamos crecer en nuestra relación con el Señor.

Estudiar la Palabra de Dios

Esdras había preparado su corazón para buscar la Ley del Señor.

Como escriba, Esdras realizó la difícil y tediosa tarea de hojear pergaminos, comparar pasajes, escribir notas y pedirle a Dios en oración que le revelara la verdad de Su Palabra. Esdras no abrió su computadora portátil y buscó datos bíblicos interesantes en su motor de búsqueda favorito. Él no podía comparar traducciones de la Biblia, consultar comentarios ni descubrir la cantidad de veces que aparecía una palabra específica en el texto. La Versión Reina – Valera 1960 dice que Esdras “había preparado su corazón” para buscar la Palabra de Dios. Otras traducciones dicen que “había decidido a estudiar” (NTV), “había dedicado su corazón” (LBLA). Las Escrituras eran la pasión de Esdras.

Pablo nos da una idea de por qué es esencial continuar estudiando estos escritos antiguos:

Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y enteramente preparado para toda buena obra (2 Timoteo 3:16, 17).

Además de estos beneficios prácticos, somos bendecidos cuando estudiamos la Palabra de Dios porque crecemos en una relación más íntima con el Señor. Conocemos a nuestro Padre, el Rey y Creador del universo. Descubrimos la humildad, la bondad, el valor y el poder de nuestro Salvador. Y experimentamos la presencia, la guía y el consuelo del Espíritu Santo.

Pero conocer la Palabra de Dios y su Autor es sólo el comienzo.

Obedecer la Palabra de Dios

[Esdras había preparado su corazón] para hacerlo.

Una vez que conocemos la Palabra de Dios, debemos seguirla. Esdras sabía que su posición como sacerdote exigía un compromiso no sólo de estudiar la Palabra de Dios sino también de llevarla a cabo en su vida, trayendo gloria a Dios como líder espiritual. Esto debe haber sido difícil mientras residía en un país extranjero. Los israelitas no podían seguir los mandamientos de Dios en cuanto a sacrificios, ofrendas y festivales. Pero podían vivir las leyes morales que los diferenciaban de sus captores. Nuevamente, una tarea difícil mientras estaban siendo integrados a la cultura babilónica.

Sin embargo, Daniel había demostrado en los primeros años en Babilonia que esto podía hacerse (1:8-16). Después de haber sido puestos a prueba comiendo sólo alimentos que Dios consideraba limpios, Daniel y sus amigos demostraron que seguir el camino de Dios no disminuiría su trabajo para el rey. Esdras pudo haber seguido su ejemplo.

Como cristianos, nosotros también debemos obedecer la Palabra de Dios. Puesto que Jesús cumplió la Ley y los Profetas (Mateo 5:17), no se nos ordena seguir todas las leyes de sacrificios del Antiguo Testamento, sino dar gloria a Dios al obedecer Sus leyes, enseñanzas y mandamientos. Como dice Santiago, debemos ser hacedores de la Palabra, no sólo oidores (1:22).

Ser un hacedor — “hacerlo”- es comprometer toda tu vida con Cristo. De hecho, Jesús relacionó el obedecerle con el amarle: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15; cf. vv. 21-24).

Enseñar la Palabra de Dios

[Esdras había preparado su corazón] para enseñar estatutos y ordenanzas.

Los últimos capítulos de Esdras (8-10) dan detalles de los que regresaron con Esdras y de algunos de sus intentos de ser fieles a los mandamientos del Señor. En el libro de Nehemías, leemos acerca de la misión de Esdras, ordenada por Dios, de llevar la Palabra de Dios al pueblo. Nehemías 8-10 registra el impacto en el pueblo cuando escucharon a Esdras leerla.

Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra (8:5, 6).

Es posible que muchos de los oyentes estuvieran escuchando las Escrituras por primera vez, pero respondieron con asombro antes de que Esdras leyera una sola palabra.

Dios cumplió Su profecía, pronunciada a través de Jeremías: juicio y restauración. Los cautivos llevados a Babilonia experimentaron las consecuencias del pecado y la desobediencia. Pero la siguiente generación — un remanente de Israel — fue restaurada a su hogar con una nueva apreciación de las palabras de Dios.

Esdras sirvió como instrumento para cumplir la promesa de restauración de parte de Dios. Mientras abría la Palabra de Dios, el pueblo recordaba que Dios es paciente y bondadoso, santo y justo. Él cumple Sus promesas. Cuando obedecemos Su Palabra, somos bendecidos. Y cuando enseñemos Sus caminos a las generaciones futuras, como hizo Esdras, seremos testigos del poder salvador y restaurador de Dios para todos los que creen en Su Hijo.

Esdras modernos

Podemos aprender mucho de Esdras, empezando por preparar nuestro corazón para buscar a Dios. Podemos estar seguros de que si realmente lo buscamos, lo encontraremos, justo en las páginas de Su Palabra.

Caroline S. Cooper has been published in such publications as Standard, Indian Life magazine, and Focus on the Family Online. She has also contributed to a number of book compilations and has self-published books. Caroline lives in Harrisonville, MO.

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