Convirtiendo la Humillación en Humildad

por Jon Drury

Al padrastro de mi amigo Steve le gustaba decir: “¡Las cosas se hacen como yo digo y punto!”. Él se había convertido en el padre de tres niños, de nueve, seis y cuatro años, cuando se casó con la mama de los niños. Debido al alcohol y a los malos tratos sufridos por su propio padre, este hombre gobernaba con mano dura.

“Lo peor era cuando me golpeaba”, dice Steve, “normalmente lo hacía con la mano abierta. Cuando estaba enojado, usaba el puño”. A menudo, Steve recibía este castigo por cosas sin importancia.

Como consecuencia, Steve se encerraba en sí mismo y se iba a un arroyo de la zona, su lugar favorito para estar solo. Humillado, se sentía muy mal consigo mismo.

¿Has experimentado la pequeñez de la humillación? Puede ser la vergüenza causada por compañeros de trabajo que se burlan de ti o el impacto de los malos tratos. Podría ser la exposición de tu propio fracaso. Sea cual sea el origen, la humillación destruye nuestro sentido de la importancia.

Lugar estratégico

Al igual que Steve, las humillaciones de la vida a menudo me enojaban. Me sentía bajo, impotente y degradado. Yo no elegía esos sentimientos ni los veía como plataformas de lanzamiento hacia la verdadera importancia. Tardé en comprender que ser humillado me colocaba en un lugar estratégico, cerca de la posición más poderosa que un ser humano puede poseer.

Comencé a comprender pasajes bíblicos que hablaban sobre el lugar de la humildad en nuestras vidas. Vi mis sentimientos de humillación como un punto de partida para humillarme ante Dios y aferrarme estrechamente a Él. Aprendí que la sumisión a Dios, tal vez en los momentos más bajos de la vida, nos lleva al reino del mayor poder que podemos conocer bajo Dios.

Lugar de influencia

¿Cómo puede ser la humildad un lugar de poder, cuando el mundo dice que es un lugar de impotencia y vergüenza, sólo para perdedores?

Considera lo que dice el Señor acerca de aquellos que tienen influencia con Él:

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados (Isaías 57:15).

Cuando el Señor dice que elige a los contritos y humildes para que moren con Él, está definiendo a la persona con la que desea compartir una comunión íntima. La persona que toma este lugar bajo de quebrantamiento, confesión y sumisión puede disfrutar no sólo de comunión con Dios, sino también de un lugar de influencia con Él. Una parte de esta influencia es que Dios escucha la oración de los humildes y trabaja rápida y poderosamente para responder a su petición: “No se olvidó del clamor de los afligidos” (Salmo 9:12).

Jacob

Jacob es un ejemplo de alguien que transformó la humillación en humildad y ganó poder e influencia con Dios. Como sucede a veces, el nombre de Jacob también expresaba verdades sobre su carácter. Nació como un gemelo y salió del vientre de una manera inusual: “Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz” (Génesis 25:26).

En su nombre y carácter, Jacob era un suplantador. Más tarde, engañó a su padre y privó a su hermano de la bendición de su primogenitura (27:5-29). Desplazó a otro para poder tener un lugar más importante. En nuestro mundo, puede ser alguien con un ego inflado que derriba a otros para poder ascender.

Aunque Jacob era humano en sus fallas, creía profundamente en la realidad de Dios y Su bendición. Él estaba dispuesto a arriesgarlo todo para recibir esa bendición de su padre.

Jacob viajó para servir a su tío Labán, a quien descubrió que era un suplantador y un estafador aún mayor que él (29:1—31:16). Aunque aparentemente fue llevado a la casa de Labán como un hijo, Jacob fue engañado de innumerables maneras.

¿Por qué Dios humillaría a Jacob, o a cualquiera de nosotros? Porque necesitamos ver nuestros fracasos y, humillados, comenzar de nuevo bajo la dirección de Dios.

Desafío y temor

La hostilidad de Labán y sus hijos aumentó, y Dios llamó a Jacob para que regresara a Canaán (31:3). Pero su regreso significaba un difícil reto: enfrentarse a su hermano Esaú, cuyas intenciones hacia él eran claras:

 Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob (27:41).

A su regreso, Jacob temió por su vida y envió un mensaje lleno de gracia a Esaú, adoptando una postura humilde. Pero luego le dijeron que su hermano venía con cuatrocientos hombres (32:6). Al recordar el juramento de Esaú, Jacob no dudó de que Esaú quería matarlo a él, a sus esposas, hijos y sirvientes. Un terror absoluto se apoderó de Jacob.

Aunque humillado por su momento de crisis, Jacob hizo lo correcto: se humilló ante Dios en oración. Suplicó con cada fibra de su ser que Dios lo liberara. Es interesante notar que el Señor ya había asegurado ese rescate en la promesa que Jacob había heredado: en Betel, donde el Señor prometió cuidarlo (28:13-15); en el llamado del Señor para regresar a Canaán, donde prometió estar con él (31:3, 11-13); en Mahanaim, donde los ángeles de Dios lo encontraron mientras viajaba y lo protegieron (32:1, 2).

A pesar de estas reiteradas garantías, Jacob permaneció intimidado y suplicaba protección: “yo le tengo miedo, no sea que venga y me hiera a mí y a las madres con los hijos” (v. 11, cf. vv. 9-12, NBLA).

Aunque se había humillado y orado fervientemente, Jacob todavía estaba lleno de temor. En un encuentro único, el Señor eligió representar la protección y la victoria de Jacob en una lucha (v. 24).

Lo más extraño de la lucha fue que el Señor se dejó vencer para demostrarle a Jacob que había salido victorioso de su urgente petición. En la declaración de su victoria, el Señor afirma: “Porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido” (v. 28, NVI).

El Señor no solo resalta la victoria de Jacob, sino que cambia el nombre de Jacob de suplantador a Israel, un nombre que significa “el que lucha con Dios y prevalece”. La lucha y el cambio de nombre tuvieron un inmenso significado. A Jacob se le dio una imagen vívida de la respuesta a su urgente petición, y su propia identidad y carácter fueron transformados a la vista de Dios.

Poder y autoridad

Al igual que Jacob, Dios desea que en lugar de rendirnos a la vergüenza de la humillación, hagamos el cambio para ser humildes ante Él, para encontrar un lugar de verdadera influencia y grandeza. Al igual que con Jacob, este lugar ofrece . . .

Poder con Dios. Es la persona humilde la que tiene comunión con Él y cuyo clamor y oración Él responde con poder.

Poder con las personas. Dios ablandó el corazón de Esaú. Cuando Esaú se encontró con Jacob, en lugar de tomar una acción violenta, se echó sobre su cuello y lo besó (33:4). Dios cambia a las personas en respuesta a la oración.

Autoridad sobre nosotros mismos. El quebrantamiento y la humildad nos llevan a nuestro lugar correcto bajo el gobierno de Dios, aceptando Su disciplina y un caminar más cuidadoso, sabiendo que nuestros pies están hechos de barro.

Nuevo día

Aunque Steve y sus hermanos se sintieron humillados por la severa disciplina de su padrastro, resistieron. Finalmente, Doug, el más pequeño, se escapó y no regresó a casa durante unas semanas. Cuando regresó, era notablemente diferente, pues había sido guiado a la fe en Cristo. Steve vio en su hermano la paz y la seguridad que anhelaba. Él también se arrodilló y entregó su corazón a Cristo.

Esta decisión inició un nuevo amanecer en la vida de Steve. Estudió construcción, participó en proyectos a nivel nacional y se casó con una mujer que provenía de una familia cristiana. Comenzó a aprender el amor que Cristo puede brindar a un hogar.

Al igual que Steve, podemos elegir a Cristo y obtener una nueva identidad y luego servirle como sus humildes siervos. Al hacer esto, podemos cambiar el mundo para bien.

Jon Drury ha aparecido en diversas publicaciones, como Visa Magazine, Decision, Moody Magazine, Pentecostal Evangel y en recopilaciones de libros. Vive en Vancouver, WA. Las citas de las Escrituras son de la versión RVR 1960, a menos que se indique lo contrario.

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