Tomé la guía de películas de la habitación del hotel y me llamó la atención el eslogan de un programa titulado Bury My Heart at Wounded Knee (Entierra mi Corazón en Wounded Knee): “Seremos conocidos para siempre por las huellas que dejamos atrás”.
No solemos pensar en esos términos. Vivimos nuestras vidas al día sin pensar en las huellas que vamos dejamos atrás. No se trata de dejar o no un legado; la única pregunta es si es un legado que queremos dejar.
Muchas personas aspiran naturalmente al liderazgo, a la influencia, a marcar la diferencia en tantas vidas como sea posible. Pero el liderazgo rara vez ocurre de forma natural. Tal legado es el producto de una perspectiva de liderazgo, carácter de liderazgo y desarrollo de liderazgo. Los tres aparecen en una carta de los primeros cristianos en la Biblia.
Perspectiva del siervo
Pablo, el gran fundador de iglesias del siglo I, escribió lo siguiente a su protegido Tito:
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, llamado para que, mediante la fe, los elegidos de Dios lleguen a conocer la verdadera religión. Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación. Ahora, a su debido tiempo, él ha cumplido esta promesa mediante la predicación que se me ha confiado por orden de Dios nuestro Salvador (Tito 1:1-3).
Fíjese en la perspectiva de Pablo, en cómo se identifica en esta carta. Se llamó a sí mismo “siervo de Dios” y “apóstol de Jesucristo”. Para Pablo, esos dos términos eran prácticamente intercambiables.
Ser un líder cristiano significa ser un siervo. Pablo no es el único que nos sirve de modelo en esto. Otros líderes de la iglesia primitiva firmaban sus cartas:
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo (Santiago 1:1).
Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo (2 Pedro 1:1).
Judas, siervo de Jesucristo (Judas 1:1).
Todos ellos eran servidores ante todo y plenamente. Después de todo, así es como Jesús dijo que debía ser:
Como ustedes saben, los que se consideran jefes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de todos (Marcos 10:42-44).
Esta es nuestra perspectiva. Si quiere dejar un legado de liderazgo, sea un siervo. Hay que dejar a un lado el orgullo. Lave los pies de las personas. Póngase al nivel más bajo, porque los líderes más eficaces son los trabajadores más dispuestos, los que llegan temprano y se quedan hasta tarde porque hay que sacar la basura y preparar café.
Carácter firme
Pablo también le escribió esto a Tito:
El anciano debe ser intachable, esposo de una sola mujer; sus hijos deben ser creyentes, libres de sospecha de libertinaje o de desobediencia. El obispo tiene a su cargo la obra de Dios, y por lo tanto debe ser intachable: no arrogante, ni iracundo, ni borracho, ni violento, ni codicioso de ganancias mal habidas. Al contrario, debe ser hospitalario, amigo del bien, sensato, justo, santo y disciplinado. Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan (1:6-9).
El consejo de Pablo a Tito deja claro que quien quiera dejar un legado de liderazgo no debe centrarse en construir seguidores, sino en forjarse un carácter firme y una reputación sólida. De hecho, cualquier persona que quiera liderar a otros podría usar las palabras de Pablo como una especie de lista de verificación de vez en cuando:
- ¿Es mi conducta intachable?
- ¿Soy fiel a mi cónyuge?
- ¿Estoy enseñando y entrenando bien a mis hijos pequeños?
- ¿Soy insistente y autoritario?
- ¿Está mi temperamento bajo control?
- ¿Están mis apetitos bajo control?
- ¿Soy agresivo?
- ¿Soy honesto en mis prácticas comerciales?
- ¿Muestro hospitalidad a los demás?
- ¿Me atraen las cosas buenas y las personas positivas?
- ¿Tengo autocontrol?
- ¿Soy íntegro y justo?
- ¿Es mi forma de vida santa y pura?
- ¿Soy disciplinado?
- ¿Tengo una idea de lo que es la sana doctrina bíblica?
A algunos les pudiera parecer una norma poco realista, pero no es un llamamiento a la perfección legalista. Es una descripción de cómo es un líder para que Tito estuviera seguro de reconocerlo cuando lo viera. Y aunque Pablo utilizó un lenguaje masculino cuando escribió a Tito, no significa que sólo los hombres puedan liderar. En otras cartas, se refirió sin reparos a mujeres que ejercían el liderazgo, incluso a una que “sobresalía entre los apóstoles” (Romanos 16:7).
Si desea dejar un legado de liderazgo a sus seres queridos, a los que vengan después de usted, a los que quizá ni siquiera conoce todavía, enfóquese en forjar el tipo de carácter que Pablo describe a Tito. Si usted lee la lista de verificación anterior y algunas áreas débiles saltan a la vista, comience a enfocar sus oraciones, busque ayuda, y hágase responsable ante alguien en esas áreas, porque el verdadero liderazgo es un producto del carácter.
Desarrollo del caráter
Pablo se presentó como un siervo, describió el carácter de un líder, y luego explicó por qué el desarrollo de tal carácter es tan importante en la iglesia:
Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A esos hay que taparles la boca, ya que están arruinando familias enteras al enseñar lo que no se debe; y lo hacen para obtener ganancias mal habidas. Fue precisamente uno de sus propios profetas el que dijo: “Los cretenses son siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos”. ¡Y es la verdad! Por eso, repréndelos con severidad a fin de que sean sanos en la fe y no hagan caso de leyendas judías ni de lo que exigen esos que rechazan la verdad. Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia. Profesan conocer a Dios, pero con sus acciones lo niegan; son abominables, desobedientes e incapaces de hacer nada bueno (Tito 1:10-16).
En la época en que Tito vivía y ministraba allí, Creta era una sociedad excesivamente materialista, codiciosa, beligerante y deshonesta. Eso pudiera no parecerse a su país, ciudad o vecindario. Pero cuando se trata de dejar un legado, no es bueno que nos encubramos a nosotros mismos o a nuestra situación. Las palabras de Pablo sugieren que cualquiera que aspire a liderar debe estar preparado para la batalla. Así es como nos desarrollamos.
Puede ser una lucha como la que enfrentó Tito, contra “mentirosos, malas bestias, glotones perezosos”, o puede ser una lucha contra personas maravillosas y bien intencionadas. Puede ser una lucha contra personas que son “detestables, desobedientes e incapaces de hacer algo bueno”, o con personas que son más inteligentes que nosotros pero que no tienen toda la información que nosotros tenemos. Puede ser una lucha contra “las fuerzas espirituales del mal en los lugares celestiales” (Efesios 6:12) o contra nuestra propia necedad o inmadurez. O puede ser simplemente una lucha para desarrollar las habilidades y la capacitación que necesitamos.
Si quiere dejar un legado de liderazgo, prepárese para luchar con usted mismo, con los demás, con Dios, con las circunstancias, con su cónyuge, con sus superiores o subordinados, con su necesidad de aprender más habilidades. Esté preparado, incluso, para luchar con la vocación y la aspiración de ser un líder cuando sería más fácil quedarse callado, sentarse y dejar que su legado sea, lo que será. Este es el camino hacia el desarrollo espiritual.
Pero si está decidido a dejar un legado de liderazgo, comience ahora, o continúe, a cultivar la perspectiva, el carácter y el desarrollo de un líder. De esta manera, dentro de años, incluso dentro de generaciones, será recordado por las huellas que deje atrás.