“No sé exactamente lo que quiero hacer”, dijo Tricia a su amiga y compañera de oración, Susan. “Solo he sido madre y ama de casa, pero ahora que los hijos están fuera de casa, siento que debo dirigir un negocio que honre al Señor y alcance a nuestra comunidad”.
“Oremos por eso”, dijo Susan. “Dios te mostrará qué hacer”. Tricia había estado leyendo libros sobre cómo seguir los sueños. “Sé específica al establecer tus metas”, aconsejó un libro. Creyendo que el Señor había plantado ese ardiente deseo en su corazón, oró fervientemente esa noche por claridad. “Señor, ¿podrías dirigirme claramente al negocio en el que quieres que participe?
Respuesta a la oración
A la mañana siguiente, Susan la llamó con entusiasmo en su voz. “Tricia, no vas a creer esto, pero esta mañana un amiga de la iglesia me llamó porque necesita ayuda. Sus padres están en una crisis de salud, y ella debe salir del estado de inmediato para cuidarlos. Ella ha estado administrando una tienda cristiana de segunda mano y necesita a alguien para que venda todo y la cierre . . . o alguien que se haga cargo del negocio. ¡Creo que esta puede ser la respuesta a nuestra oración!”
Después de orar por sabiduría, recorrieron la tienda. Un pintoresco edificio antiguo cerca del centro de Bend, Oregón. La tienda de segunda mano había sido remodelada para albergar ropa donada y artículos para el hogar. Susan se ofreció a ayudar a Tricia, y juntas se comprometieron a hacerse cargo del negocio.
Primero, oraron por un enfoque para su ministerio. Se sintieron motivadas a dedicar la tienda al apoyo del Centro de Recursos para Embarazadas de la localidad. Toda la ropa y juguetes para bebés serían donados directamente al centro, junto con una parte de sus ganancias. Se reservó una habitación específicamente para ropa de maternidad a un precio razonable, y en el mostrador había un frasco para donaciones que alentaba a los clientes a hacer contribuciones adicionales.
Y, siguiendo con la tradición de la tienda, todas las Biblias donadas se colocaron en una canasta junto a la puerta principal para regalarlas. A medida que Susan y Tricia desarrollaban una relación de trabajo con otras tiendas de segunda mano en el área, comenzaron a intercambiar artículos más grandes por ropa de bebé, juguetes, ropa de maternidad y Biblias.
Ministerio en expansión
“Es una pena tener habitaciones vacías”, oró Tricia. “¿De qué otra manera podemos usar el edificio para ti, Señor?”
Llegaron más respuestas. La esposa de un pastor se ofreció a dar un estudio bíblico temprano en la mañana, y un grupo de oración comenzó a reunirse por la noche.
Se creó un mostrador para presentar artículos artesanales producidos por mujeres que habían sido rescatadas de la trata de esclavos en un país del tercer mundo. Todos los ingresos iban directamente al ministerio que les proporcionaba su apoyo.
Cuando un ministerio carcelario local compartió la necesidad de que las mujeres recién liberadas tuvieran ropa adecuada para las entrevistas de trabajo, Tricia creó certificados de regalo para ellas. Las mujeres podían escoger dos blusas, dos pares de pantalones, un vestido, zapatos y una bolsa de mano gratis. Y se les animaba a retribuir como voluntarias en la tienda para obtener experiencia laboral y ayudar al desarrollo de su currículum vitae.
Una variedad de personas frecuentaba la tienda de segunda mano. Algunas no tenían hogar o tenían ingresos limitados. Tricia desarrolló una lista de recursos de la comunidad local y la proporcionó como un folleto en el mostrador. Un letrero invitaba a los clientes a escribir sus peticiones de oración, y en cada bolsa que contenía las compras, ponían una tarjeta con versos bíblicos.
Todas las mañanas, Tricia comenzaba su día con una simple oración: “Señor, trae a la tienda a aquellos que quieras y guía toda conversación para expresar Tu amor y gracia. Por favor bendice a cada uno. ¡Gracias por dejarme ver las increíbles formas en que trabajas en tantas vidas!”
Difundiendo la Palabra
Después de tres meses, las necesidades familiares obligaron a Susan a abandonar el negocio, pero Tricia continuó con su sueño. Cada nuevo día le traía experiencias únicas.
En una tranquila tarde, la puerta se abrió. La voz vacilante de una mujer dijo: “He perdido mi Biblia”.
“¡Por favor entra!” Le dijo Tricia. “Puedes tomar una Biblia de la canasta. Es gratis”.
La mujer no entró, pero una mano arrugada se extendió para agarrar una Biblia y luego cerró la puerta rápidamente. Tricia estaba contenta de ver que se había corrido la voz de que las Biblias eran gratis ahí.
La Biblia del abuelo
Un día sucedió algo inexplicable, confirmando que Dios había escuchado las oraciones de Tricia y que había puesto Su mano en ese negocio de una manera especial.
Una joven pareja entró en la tienda. Cuando pasaron por la canasta de las Biblias, el joven se detuvo y sacó una de la parte superior.
“Oye, mira esto. Una Biblia igual a la que tenía mi abuelo”. Cruzando la habitación, la dejó sobre el mostrador”. Compraré esto y otras cosas más”, dijo.
“Oh, no”, dijo Tricia. “No es necesario pagar por ello. Todas las Biblias son gratis“.
“No. Te doy cinco dólares por ella”, dijo el hombre mientras entraban a otro cuarto.
Tricia tomó la vieja Biblia y la abrió. Tenía muchas cosas subrayadas y notas con garabatos en los márgenes. En el frente había una nota personal dirigida a “Jim” y estaba firmada por el dueño anterior.
Mmm . . . Tal vez el joven no quiera una tan usada, se dijo Tricia a sí misma.
La pareja regresó pronto y pusieron algunos artículos del hogar y ropa en el mostrador. Todavía sosteniendo la Biblia abierta, Tricia dijo: “No sé si realmente quiere esta Biblia porque tiene muchas notas escritas. Pero ciertamente tiene una nota muy bonita. Y comenzó a leerla en voz alta para ellos.
Cuando terminó de leer y levantó la mirada, se sorprendió al ver lágrimas rodando por la cara del joven. “¿De dónde sacó esta Biblia?” le preguntó. “Esta es la Biblia de mi abuelo. Jim era mi padre”.
Suavemente extendió la mano para tomar la Biblia y miró la letra de su abuelo. “Pero . . . no vivían cerca de aquí “.
Tricia solo encogió los hombros. “Las cosas solo son donadas. Raramente sabemos de dónde vienen”. Con los ojos brillantes, susurró: “Solo Dios pudo haber puesto la Biblia de tu abuelo en tus manos”.
El asintió. Apretando la Biblia contra su pecho, el joven le dijo que vivían en una comunidad a más de cien millas de distancia en el este de Oregón. Ellos solo estaban pasando por el área cuando vieron la tienda y, por impulso, decidieron detenerse.
Después de decir adiós, la joven pareja salió de la tienda y pusieron sus compras en la cajuela de su automóvil. Cuando el joven comenzó a abrirle la puerta a su esposa, de repente le tocó el brazo y señaló el letrero que estaba junto a la puerta principal de la tienda.
¿Qué le llamó la atención? El nombre del negocio de Tricia: Tienda de Reventa Una Vez Perdido Pero Ahora Hallado.