Terminando Bien
por Whaid Rose
Se ha observado que son pocos los que terminan bien. Esto resalta que terminar bien no es automático y que los que lo hacen son raros y están entre la minoría.
Tal fue el caso de Calvin Burrell, el estadista preeminente de la Conferencia General en el último medio siglo, que recientemente cruzó la línea de la meta final pocos días después de su cumpleaños número setenta y nueve.
Se ha dicho que las dos decisiones más importantes que uno tomará en su vida son aceptar o no a Cristo y cómo servirle. Calvin tomó su decisión por Cristo a una edad temprana y pasó el resto de su vida sirviendo a Jesús humilde y fielmente.
Ocupó casi todos los cargos dentro de la Conferencia General durante sus 51 años de servicio de tiempo completo. Reflexionando sobre este notable perfil, uno de sus discípulos escribió: “Nunca vi a Calvin llevar sus títulos con otra cosa que no fuera humildad, gracia o lo que a veces parecía una incómoda vergüenza. Él dirigía cualquier honor o estatus que implicaran a la gracia de Dios y a la comunión que disfrutaba con los demás”.
Aun así, Calvin fue un maestro, predicador y escritor por excelencia. Él era inigualable en cuanto a la precisión en el uso de las palabras, encarnando la atractiva máxima de Francis Bacon: “Leer hace a un hombre completo, hablar a un hombre preparado y escribir a un hombre exacto”. Así era Calvin: completo, preparado y exacto, en todos los sentidos.
Nacido y criado en una granja de Oklahoma, Calvin desarrolló un amor inusual por el aire libre y, de adulto, escalar montañas se volvió su pasatiempo. Escaló los 54 picos de 14,000 pies de las Montañas Rocosas, así como picos en otros lugares. “No importa a dónde vaya un sendero”, escribió en sus memorias. “Quiero caminar en el. ¿Qué otro uso tiene un sendero, de todos modos? Un buen camino no produce nada excepto cuerpos más fuertes, mentes más claras y corazones más felices”.
Es por eso que la muerte de Calvin es tan difícil para muchos. Se suponía que esta grandiose persona que amaba tanto el aire libre y cuidaba tan bien su salud viviría hasta los noventa años, ¡quizás llegaría a los cien! Sin embargo, su fallecimiento es un recordatorio de que nadie está excluido del quebranto de este mundo.
Como un niño que creció en el entorno único de la ID7, Calvin, según su propio relato, a menudo se imaginaba de pie en el pasillo de la iglesia con los brazos extendidos, reuniendo facciones opuestas, razonando que la unidad en Cristo no solo era posible sino obligatoria, a pesar de los diversos puntos de vista.
Esto alimentó su pasión por armonizar la gracia y la verdad, para honrar el compromiso histórico de nuestra iglesia con la verdad bíblica, mientras celebraba las maravillas de la gracia de Dios dada en Jesucristo. Esto definió su escritura y predicación y, en gran medida, dio forma a su mandato como presidente de la conferencia (1987-1997).
Pero el mayor éxito de un líder se mide, no por las cosas que hizo tan bien públicamente, sino por cómo dirigió su hogar y su familia. Según este criterio, Calvin Burrell fue un hombre de gran éxito.
Mirando cuarenta años atrás, me conmueve profundamente darme cuenta de que, cuando me mudé a la casa de los Burrell siendo un joven estudiante de la universidad, Calvin estaba en sus treinta y tantos años. Incluso entonces, su nivel de madurez daba la apariencia de ser un hombre mayor y experimentado.
Ver como cuidaba a su esposa y a sus hijas, guiándolas en cuestiones espirituales o en el juego, me ayudó a enmarcar mi propia visión del matrimonio y la familia. Así, en el aula me enseñó a predicar, teología sistemática, epístolas del Nuevo Testamento, liderazgo espiritual y mucho más. En casa me enseñó, sin saberlo, sobre la vida y sobre cómo entregarme a las cosas que más cuentan, la clave para terminar bien.
Debo añadir que, como Calvin era un pastor local, también pude verlo en el púlpito los sábados. Desde todos los puntos de vista -casa, aula e iglesia- vi al mismo hombre, practicando lo que predicaba, totalmente integrado.
Si Calvin estuviera leyendo esto, estaría muy incómodo en este punto. Nos recordaría que él no era perfecto y que fue su aguda conciencia de sus propias imperfecciones y su necesidad de gracia lo que inclinó su corazón hacia la gracia.
Sin embargo, esto es lo que nos hace sentirnos atraídos hacia él. Calvin pensaba muy poco en las cosas que tanto admirábamos de él, atribuyendo todo lo digno de alabanza a la gracia de Dios. Por ello, es muy apropiado que la imagen que se presentó en su servicio de celebración de la vida lo muestre de pie en la cima de una montaña con este título: “He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7).
Más que presumir de sus éxitos, esta declaración de despedida de Pablo, redactada mientras estaba en la cárcel a la espera de ser ejecutado, era una forma de exhortar al joven Timoteo sobre cómo debía terminar: La Buena batalla que debe pelear, la carrera que debe terminar, la fe que debe mantener.
Calvin Burrell lo hizo y, reflexionando sobre su jornada, pudo decir: “La ID7 ha sido una buena familia de fe para mí y los míos. Como empleado de la iglesia durante 51 años, no tengo ninguna queja y tengo pocos remordimientos”. Dadas las dificultades y decepciones comunes en la vida y el ministerio de la iglesia, ¡eso es impresionante viniendo de un veterano de cincuenta años!
Sin embargo, habla de quién era Calvin en su interior. Barb, su esposa, dice que incluso en su lecho de muerte se lamentaba de los cuidados y la atención que recibía, pues no quería que todo girara en torno a él. Él prefería poner el enfoque en los demás, y buscaba ver lo mejor de cada uno. Su amor por la gente no tenía límites. Uno de los rasgos distintivos de Calvin era su capacidad para sumergirse en otras razas y culturas con facilidad y genuino interés. Él estaba plenamente presente, escuchando, aprendiendo y amando.
Y como los buenos finalistas saben cuándo retirarse, en 2015 Calvin se retiró oficialmente y se trasladó a Oregón para estar más cerca de sus hijos y nietos. En 2020 escribió sus memorias tituladas Things That Count Most (Las Cosas que Más Importan): Las personas, los lugares y los momentos de mi vida . . . como los recuerda un tipo agradecido. Luego, en la noche del 29 de junio de 2022, rodeado por su preciosa Bárbara y el resto de la familia cantando “El Firme Amor del Señor Nunca Termina”, durmió en Jesús.
Qué manera de morir. Qué manera de vivir. Qué manera de terminar. Gracias por mostrarnos cómo, Calvin. Conocerte ha sido un privilegio para nosotros. Tus huellas marcan el camino, indicándonos que sigamos adelante. Nos veremos de nuevo, ¡más adelante!
Las Palabras Precisas
Es difícil hablar de Calvin Burrell en tiempo pasado. Estaba tan lleno de vida, energía y positividad. ¿Cómo se pudo silenciar una voz como la suya?
Tuve el honor de trabajar con Calvin durante los 18 años que fue editor del AB. Pero era más que un editor. A veces acudía a él para que me aconsejara sobre lo que me preocupaba. Su puerta siempre estaba abierta y se tomaba el tiempo para escuchar. Sabía cómo compartir las palabras adecuadas que yo necesitaba escuchar. A veces desafiaba mi pensamiento sobre un tema, y otras veces validaba mis convicciones.
Cuando nuestro personal fue informado de que Calvin había ingresado en un centro de cuidados paliativos hace unos meses, fue difícil para mi. No podía imaginar que este hombre que había recorrido las carreteras que rodean las oficinas de la CG, que había hecho senderismo y que había escalado picos, perdiera la batalla contra el cáncer. Pero así fue.
Sin embargo, Calvin dejó un característico mensaje de esperanza, muy apropiado para este tema. Cuando estaba en cuidados paliativos, yo estaba editando las lecciones del cuarto trimestre de En Esto Creemos Parte 2, que Calvin escribió en 2009. Mientras leía sus palabras a la luz de sus últimos días, me llamó la atención su escrito de hace más de una década en la lección 8:
Bienaventurados los que mueren en el Señor. Nos duele perderlos, pero no sin esperanza. Que el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús nuestro Señor de entre los muertos dé vida a nuestros cuerpos mortales ahora. Y que la gloriosa aparición de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo nos traiga cuerpos inmortales para siempre. ¡Esta es nuestra bendita esperanza!
Y en la Lección 12:
Como Dios ha hablado de lo que hay al final del camino llamado fe, podemos tener la confianza de un nuevo cuerpo sin dolor y una nueva vida sin fin. Que la bendita esperanza de cada creyente en Cristo se base directamente en las benditas promesas de nuestro Señor.
Gracias de nuevo, Calvin, por compartir justo las palabras que necesito escuchar.
— Sherri Langton
Editora Asociada
Extrañando a Calvin
¿Por dónde empezar para conmemorar a alguien que significa tanto para tantas personas? Calvin Burrell no sólo era un hermano en Cristo, sino también un hermano-hermano. Se han dicho ya tantas cosas con tanta elocuencia que no tengo nada nuevo que añadir.
No puedo pensar en nadie que constantemente tomara decisiones desinteresadas, que evitaba los chismes (o incluso los comentarios negativos), que todo el tiempo elegía la vía pacífica, siempre la vía pacífica. Calvin era un maestro natural, que se adaptaba fácilmente al nivel de su audiencia. Poseía la sabiduría de un profesor erudito y la actitud de la gente común. En todos los años en que me relacioné con Calvin como amiga, estudiante, congregante y como su asistente administrativo, ni una sola vez lo escuché dirigir la atención o el crédito a sí mismo. En todo lo que lograba o conquistaba, le daba el crédito a Dios.
No hay palabras para describir lo mucho que seguiremos echando de menos a Calvin Burrell. Ha dejado un hueco en el corazón de muchos. Lo extrañamos mucho . . . todos los días.
— Hope Dais Clark