Fui la novena en nuestra familia y me pusieron por nombre Lydia. Mis cinco hermanas mayores querían llamarme Esther, así que me convertí en Lydia Esther. Estas dos mujeres valientes y temerosas de Dios, que se encuentran en la Biblia, se convirtieron en modelos para mí.
Cuando mis padres contaron a sus amigos que me habían puesto el nombre de Lydia como la de la Biblia, quien era una vendedora de púrpura de oficio que se convirtió y fundó una iglesia en su casa, dijeron: «Esperamos que abra su corazón al Señor a una edad temprana». Y así fue. (El morado es mi color favorito).
Juego de niños
Con Ester como segundo nombre, la historia de la Reina Ester me interesaba incluso cuando era niña.
Recuerdo que me sentaba en un columpio alto que colgaba de un cedro en nuestra granja lechera, yo sostenía un palo (que representaba el cetro del rey) y pretendía ser el rey Jerjes. Yo subia o bajaba el palo para representar si el rey le permitiría la entrada a Ester cuando ella se acercara a su trono sin ser invitada.
No entendía el verdadero significado de su papel en ese momento, pero sabía que ella tenía valor y estaba ahí “para un momento como este”.
Llamado
El libro de Ester tuvo un impacto aún mayor en mí como madre de hijos en edad de escuela preparatoria. Para mi sorpresa, me pidieron que formara parte de un comité escolar para evaluar un plan de estudios controvertido.
Dudé en dar mi consentimiento. Pero cuando mi grupo de oración supo que mi segundo nombre era Ester, dijeron: “Estás aquí para un momento como este”.
Impacto para bien
Dios me dio el valor para participar.
Una tarde me encontré caminando por el suelo del gimnasio con mis tacones altos para pararme frente a una multitud de padres que asistían a la reunión del consejo de la escuela. Con la ayuda de Dios, compartí mis creencias y recomendaciones sobre el plan de estudios.
Cuando terminé, un estruendoso aplauso me acompañó hasta mi asiento. Dios usó mis palabras para impactar el plan de estudios para bien.
No necesitamos llamarnos Ester para aprender de su ejemplo y convertirnos en mensajeros de Dios en nuestra generación. Para mí, Ester fue un modelo de valentía para correr el riesgo de salvar a su familia — el pueblo judío — de la aniquilación. Ella conocía el peligro pero dijo: «Si perezco, que perezca».
El poder de la oración
Quizás usted y yo no estemos llamados a proteger físicamente a nuestras familias, pero podemos tener un enorme impacto espiritual y eterno en sus vidas a través de la oración. Y la buena noticia es que siempre somos bienvenidos al trono de gracia para llevar nuestras peticiones al Rey de Reyes.
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente (Hebreos 4:16, NVI).
Señor, muéstranos cómo podemos rescatar espiritualmente a nuestras familias mientras oramos diariamente por ellas. Danos valor para mantenernos firmes en nuestra fe en tiempos como estos. Espero que podamos modelar una vida piadosa y glorificarte en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús. Amén.