Música a los Oídos de Dios

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Yo adoro semanalmente en una iglesia contemporánea. Los himnos ocurren en forma infrecuente durante el servicio de adoración, no obstante se mantienen como parte integral de mi vida diaria. Y eso es debido a que en mi juventud adquirí (y desde entonces he retenido) el hábito de usar el himnario como una ayuda para orar.

Siendo un joven que se había enamorado de Jesús, descubrí cuan pobre era mi vocabulario al orar. Con frecuencia me frustraba por mi inhabilidad de articular las cosas que estaban en mi corazón. Anhelaba una mejor forma de expresarme al orar. Cuando me di cuenta que los himnos podrían no sólo ser cantados, sino también recitados, comencé a emplear la poesía de Isaac Watts, Charles Wesley, Fanny Crosby y otros, como una especie de diario privado de oración. Mi tan gastado himnario ha puesto desde entonces en paréntesis mis oraciones y las refuerza como ningún otro libro, exceptuando la Biblia.

Recitar en oración el himnario es muy simple, cualquiera puede hacerlo. No requiere práctica y sólo muy poca preparación. Le ayudará a orar cuando usted no sepa que decir. Le ayudará a expresar los más profundos y más altos anhelos de su corazón en formas que jamás haya experimentado. Mantendrá, o hará de los grandes himnos de la iglesia una parte vital de su vida. Con el tiempo llenará sus oraciones con ricas frases e impresionantes versos hasta que, eventualmente, su memoria sobreabunde con la noble letra de los más finos poetas de la historia, aun cuando no las esté leyendo de las páginas impresas.

Unas pocas sugerencias serán suficientes para comenzar esta práctica de orar del himnario.

Verbalice el himno.

Resista la tentación de cantar. Algunas personas encuentran fácil orar mientras cantan, pero para la mayoría de nosotros, la forma hablada dará nueva vida a las palabras de un himno como el siguiente,

¡Respira sobre mí, Aliento de Dios.

Lléname de vida nueva

Para que ame lo que Tú amas,

Y haga lo que Tú harías

Parecerá difícil al inicio evitar la distracción por la melodía, especialmente con los himnos que son más conocidos. Pero debido a que usted estará recitando a un ritmo diferente al que estuviera cantando, pronto se convertirá más en una oración que una pieza musical. Muchos de los himnos que usted nunca ha cantado podrán agregarse al repertorio de oración fácilmente ya que desconocer la melodía puede en realidad ser una ventaja.

Escoja himnos que hablen directamente a Dios.

No todos los himnos son plegarias, por supuesto. Algunos son de enseñanza, otros de testimonio, y otros de inspiración. Pero aquellos escritos como oraciones — como “Haz Lo Que quieras,” “¡Oh! Amor Que No Me Dejara” y “Entera Consagración” — no necesitan revisión o adaptación para ayudar a la oración en adoración.

Personalice el himno.

Quizá usted desee cambiar algunas expresiones clásicas. También querrá cambiar el lenguaje corporativo (nuestro, nosotros) a formas singulares (mí, mío), así como también personalizarlos en otras formas. Por ejemplo, el himno “Oh Dios, Socorro en el Ayer” bien puede ser revisado durante su oración,

Oh Dios, socorro en el ayer

Y nuestro defensor.

Ampáranos con tu poder

Y tu eternal amor.

Enfóquese en lo que el himno está diciendo.

Algunas personas luchan por orar con sinceridad versos escritos, ya que se les dificulta cambiar las palabras escritas de una página en la oración de su corazón. Sí requiere concentración, pero es posible vencer la familiaridad, el ritmo, la rima y cualquier otro obstáculo para orar de verdad.

Seguridad me dio Jesús,

Cuando su gracia me alcanzó;

Estando en sombra, a plena luz,

En su bondad, me levantó.

Amplifique o medite en líneas o palabras específicas.

Orar un himno puede ser sólo el inicio de la oración, si usted se ha dado el permiso de profundizar en el sentimiento que el himno le ha ayudado a expresar. Por ejemplo, usted bien podría pausar después de orar las primeras dos líneas del himno de John Oxenham,

En medio de los vaivenes de la vida,

Angustias dentro y fuera,

Para poder orar, “Señor, tu sabes exactamente cómo ha sido mi vida esta semana pasada. Me siento tan apresurado y acosado, aun cuando vengo a ti en oración, así que . . .”

Haz de mi corazón un lugar tranquilo,

Y ven y mora en mi.

O usted puede detenerse en la tercera línea y meditar en la frase un lugar tranquilo, imaginándose un tranquilo lago o un jardín sereno, y pidiéndole a Dios que haga su corazón de esa manera.

Ponga especial atención a los himnos que reformulan la Escritura.

He encontrado propósito adicional y poder a través de los himnos bosquejados de la Escritura. Esto es lo que el mismo Jesús, estando en la cruz, hizo cuando exclamó, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado,” él estaba usando las palabras de un himno familiar (Salmo 22) para expresar el gemir de Su corazón.

Muchos himnos, por supuesto, están basados en la Escritura, pero algunos son la Escritura puesta en versos: “El Rey de Amor, Mi Pastor es” (Salmo 23); “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas” (Salmo 42); “¿Qué pagaré a Jehová?” (Salmo 116:12-19); “Bendice, alma mía, a Jehová” (Salmo 103:1), por mencionar algunos.

 

A estas sugerencias usted querrá, por supuesto, agregar sus propios adornos. Sin embargo, éstas se ofrecen con la esperanza de que usted encuentre nueva energía y cumplimiento en la oración al tomar prestadas las palabras de los grandes escritores de himnos. Esa ha sido mi experiencia muchas veces, al caer rendido de rodillas y enmudecido, sólo para encontrar exactamente lo que yo anhelaba decir, que estaba esperando por mí en las líneas de mi himnario. Y eso, creo, trae bendición, no sólo para mí, sino que es música a los oídos de Dios también.

Bob Hostetler
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Bob Hostetler is an award-winning author, literary agent, and speaker from southwestern Ohio. His fifty books, which include the award-winning Don’t Check Your Brains at the Door (co-authored with Josh McDowell) and The Bard and the Bible: A Shakespeare Devotional, have sold millions of copies. Bob is also the director of the Christian Writers Institute (christianwritersinstitute.com). He and his wife, Robin, have two children and five grandchildren. He lives in Las Vegas, NV.