Humanos en Proceso de Formación

por Loren Gjesdal

¿Alguna vez se equivocó el apóstol Pablo? Nosotros debemos gran parte de nuestra teología a la exposición del evangelio inspirada por el Espíritu de Pablo. Sin embargo, hubo una ocasión en la que Pablo pudo haberse equivocado. Él descartó a un joven, pero gracias a Dios, Bernabé no lo hizo.

Puede que Bernabé no haya sido autor de ningún libro de la Biblia, pero fue inspirado por el Espíritu Santo para visualizar en quién podría llegar a convertirse alguien, a pesar de lo que era.

Confianza y conflicto

Bernabé llevó a Pablo, el converso, a la incipiente iglesia cristiana mientras todos los demás todavía temían a Saulo, el perseguidor. Bernabé podía ver la transformación que el Espíritu Santo estaba obrando en ese hombre. Él podía visualizar en quién se estaba convirtiendo Pablo. Encontramos el registro de la visión y el coraje de Bernabé en Hechos 9:

Cuando [Pablo] llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero todos le temían, no creyendo que era discípulo.Pero Bernabé lo tomó y lo presentó a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino, y que Él le había hablado, y cómo en Damasco había hablado con valor en el nombre de Jesús (vv. 26, 27).

La ​​experiencia personal de transformación de Pablo y el beneficio personal que obtuvo del apoyo de Bernabé deberían haberle dado una gran confianza sobre el juicio de su compañero. En cambio, leemos algo sorprendente, pero muy familiar para cualquiera que haya servido en el liderazgo de la iglesia:

Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos, pero Pablo consideraba que no debían llevar consigo a quien los había desertado en Panfilia y no los había acompañado en la obra.Se produjo un desacuerdo tan grande que se separaron el uno del otro. Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre (15:37-39).

Evidentemente, Juan Marcos había defraudado a Pablo. Se había echado atrás ante una circunstancia difícil, y esa debilidad llevó a Pablo a determinar que Juan Marcos no era apto para el trabajo misionero. Bernabé, sin embargo, vio a un joven que necesitaba más mentoría, que todavía estaba en proceso de convertirse en la obra de Dios (Efesios 2:10).

Bernabé había visto a Dios obrando en Pablo, y también vio a Dios obrando en Juan Marcos. Él sabía que Pablo ya no era el hombre que alguna vez había sido, sino que se había convertido en una fuerza gigantesca para el evangelio. Él creía que Juan Marcos también podía llegar a ser un siervo provechoso en el reino de Dios. Muchos eruditos creen que este es el mismo Juan Marcos que escribió el Evangelio según Marcos.

Finalmente, Pablo llegó a estar de acuerdo con Bernabé. Cerca del final de su vida, desde la prisión, reconoció que Marcos era, en efecto, un colaborador valioso: “Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo 4:11).

Misión principal

Nosotros podemos aprender lecciones de estos líderes de la iglesia primitiva.

En el liderazgo de la iglesia, las necesidades pueden parecer tan importantes y el tiempo tan apremiante, que olvidamos lo principal de nuestra misión: hacer discípulos. Podemos olvidar, tal vez como lo hizo Pablo, que hacer discípulos es un proceso de transformación, una asociación entre nosotros, Dios, Su Palabra y Su Espíritu. Necesitamos recordar que como líderes de la iglesia, nuestra tarea principal es desarrollar personas, no alcanzar metas mensurables, realizar tareas o llevar a cabo eventos exitosos. Así como el mismo Pablo describió   elocuentemente en su carta a la iglesia de Éfeso:

“Y Él dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros,a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo;hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (4:11-13).

Como líderes de la iglesia, nuestro desafío es imaginarnos en quién puede convertirse alguien a través del poder transformador del Espíritu Santo que mora en nosotros, y luego ayudarles a parecerse cada día un poco más a esa persona gloriosa. No somos tanto seres humanos somos seres humanos en proceso de formación: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Cristo se manifieste, seremos semejantes a Él, porque lo veremos como Él es” (1 Juan 3:2).

Perspectiva nueva

En su sermón “The Weight of Glory” (El Peso de la Gloria), C. S. Lewis nos desafía a ver a las personas a la luz de la gloria de la Resurrección. Él nos pide que “recordemos que la persona más aburrida y desinteresada con la que podamos hablar puede ser un día una criatura que, si la viéramos ahora, sentiríamos una fuerte tentación de adorar”. En otras palabras, alguien muy parecido a Jesús.

Espero que nosotros, como líderes de la iglesia, seamos mucho más como Bernabé — capaces de visualizar en quién se está convirtiendo alguien en Cristo, dispuestos a invertir nuestro tiempo y reputación, dispuestos a ir a la batalla para ayudarlo a llegar allí, como Bernabé lo hizo con Pablo y Juan Marcos. A lo largo del camino puede que también necesitemos ser como Pablo — dispuestos a reconocer cuando hemos puesto la tiranía de lo urgente por delante de la misión del discipulado y luego extender una segunda oportunidad a algún creyente que está madurando.

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El Evangelio de la Humildad

Written By

Loren is husband to Nickki for more than 30 years and father to 2 adult children and 1 teen. He lives in Oregon where he is co-pastor of the Marion Church of God (Seventh Day), part time property manager, and Artios Christian College Co-Director.

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