Los cristianos son personas del Libro donde se encuentran las siguientes frases en todas partes “Así dice el Señor” y “Escrito está”.
La Palabra de Dios comenzó con el hablar cósmico y creativo del Padre, vino a la tierra en la Palabra Viviente que es el Hijo y fue inspirada como la Palabra escrita de la Biblia por el Espíritu: ¡una revelación incomparable!
Es para nuestro beneficio eterno que la recibamos hoy y todos los días. Aquí les mostramos cómo.
- Léala en silencio, solo para usted. Obtenga un plan de lectura y comience; para empezar, solo un proverbio o un salmo al día será suficiente. Cuando era adolescente, acepté el desafío de la directiva nacional de jóvenes de leer un capítulo al día, en oración. Me he perdido más de unos pocos días en el camino, pero ¡qué diferencia ha hecho en mi vida a largo plazo! La Palabra de Dios ha sido una lámpara a mis pies y una luz en mi camino (Salmo 119:105).
- Léala en voz alta para que pueda escucharla. Esto lo involucra más en el proceso: oídos y ojos. Duplica la similitud de que la gracia y la verdad entren en su mente y corazón. La fe, dice Romanos 10:17, viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios. Cuando lee la Palabra en voz alta, la fe seguramente le seguirá.
- Léala y escúchela en grupos, como lecturas bíblicas familiares, como estudios interactivos en grupos pequeños y en reuniones más grandes donde uno predica o enseña la Palabra mientras otros escuchan y aprenden. La gente no vive bien solo de pan, sino de cada preciosa palabra de la boca de Dios (Mateo 4:4).
- Léala o escúchela electrónicamente en su teléfono o en su audio Biblia, en la radio o la televisión, o en su dispositivo más reciente. Advertencia: la electrónica moderna viene con un millón de distracciones, muchas de ellas un peligro para la salud espiritual. Si no usamos nuestros dispositivos principalmente con propósitos positivos, como tomar la leche pura para “crecer” (1 Pedro 2:2), estaríamos mejor sin ellos.
- Léala con buena literatura, como el AB y otras revistas o libros basados en la fe en los que las palabras de gracia y verdad se encuentran entre los ingredientes principales. Para aquellos que la Palabra Viva es la verdadera Luz del mundo, la iluminación de esa realidad brilla en mil lugares.
- Cántela. Los Salmos y muchos otros versos se han musicalizado con melodías familiares. Junto con sus Biblias, varios cristianos devotos llevan consigo un himnario. La mayor parte o toda la gran música evangélica y de iglesia se basa en la Biblia. Cuando la palabra de Cristo habita en abundancia en nosotros, entonces es frecuente cantar salmos, himnos y cánticos espirituales con gracia en nuestro corazón al Señor (Colosenses 3:16).
- Estúdiela. Las lecciones bíblicas para el crecimiento personal están ampliamente disponibles. O hágalo usted mismo, así: Con la Biblia, lápiz y papel en mano, lea Génesis 1:1-3; Juan 1:1-3; Hebreos 1:1-3. Apunte su opinión sobre las principales enseñanzas de este clásico trío de textos. ¿En qué se parecen? ¿Cómo apoya uno a los otros dos? Con una concordancia, busque otros versículos con la palabra palabra; enumere cinco de cada testamento que le diga algo a usted. Luego lea Hechos 17:11 (NVI) para aprender por qué algunos de los primeros creyentes cristianos eran “más nobles” que otros.
- Memorícela. Un nivel básico para recordar la Biblia es haber leído y escuchado un pasaje con la frecuencia suficiente para que suene familiar cuando lo escuche o lo lea de nuevo. Eso es bueno. El siguiente nivel es tener el pasaje escrito de manera tan completa e indeleble en su corazón-mente por el Espíritu que pueda decirlo todo sin mirar. Eso es memorización. Esto es lo que el salmista dijo que la Biblia en el interior podía hacer por él: “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11). O la Palabra de Dios nos mantendrá alejados del pecado, o el pecado nos alejará de Su Palabra.
- Medite en ella. Una vez que hayamos leído y escuchado la Palabra a un nivel de familiaridad, entonces podremos recordarla y volver a repasarla, reflexionando sobre ella en nuestra mente. Así como una vaca regurgita su comida y rumia con satisfacción para obtener más sabor y nutrición, también podemos rumiar y meditar en la Palabra que hemos tomado anteriormente. Una promesa bíblica notable es que si meditas constantemente en la Palabra de Dios con la plena intención de obedecer sus enseñanzas, “prosperarás en tu camino y tendrás éxito” (Josué 1:8).
- Vívala. Santiago, el hermano del Señor, insta a que no nos contentemos con simplemente escuchar la Palabra de Dios, sino que la pongamos en práctica (Santiago 1:22).
Ni leer, oír, cantar, estudiar, memorizar, ni meditar, ni todas estas combinaciones nos llevan al propósito más elevado de la Palabra de Dios. Por muy útiles que puedan ser cada uno de estos, no son fines en sí mismos, sino solo medios para un fin mucho mayor. ¡El objetivo principal de Dios para Su Palabra se hará realidad en nosotros cuando Sus hijos simplemente la pongamos en práctica!