“¡Skip! Vuelve aquí! ¡SKIP!” David se dejó caer en el porche, muy frustrado. ¿Por qué ese perro nunca le hacía caso? Lo había intentado todo para enseñarle a hacer caso. No era porque quisiera ser malo con su perro. ¡Él lo quería! Quería mantenerlo a salvo, pero Skip no le escuchaba.
“¿Por qué tantos gritos?” Preguntó el padre de David, mientras daba vuelta en la esquina de la casa.
“Es Skip otra vez. No viene cuando le llamo si ha encontrado un conejo o algo que esté persiguiendo. Tengo miedo de que salga a la carretera y lo atropelle un coche, o de que lo ataque algún animal más grande. ¿Cómo puedo protegerlo si no me hace caso?”.
“¿Crees que simplemente no le importas? ¿Que ya no te quiere?” le preguntó su papá.
David negó con la cabeza. “No, sé que me quiere. Se alegra mucho de verme cada mañana o cada vez que vuelvo a casa después de haber estado fuera. Es sólo cuando está persiguiendo algo que no vuelve hasta que ha terminado de correr”.
“Hmmmm”, reflexionó su papá. “Me recuerda a alguien que conozco”.
“¿A quién?”
“Alguien a quien le encanta jugar al baloncesto, leer y jugar videojuegos y tarda en obedecer a su madre o a su padre cuando le piden que pare”.
“Oh, papá, para nada es lo mismo”, dijo David. “Yo estoy tratando de proteger a Skip y enseñarle a estar seguro. Tú y mamá sólo quieren que limpie mi cuarto o que haga mis labores. Siempre puedo hacerlas más tarde”.
“David, una de las cosas que más me enorgullece de ti es tu deseo de servir a Dios. ¿Sabías que Dios valora la obediencia por encima de cualquier otra cosa? Él dijo que prefería que Su pueblo le obedeciera a que le diera grandes ofrendas y sacrificios”.
“¿En serio? Pensé que los sacrificios eran, no sé . . . como la cosa más grande que uno podía hacer por Dios”, respondió David.
“Eso no es lo que Dios dijo cuando le dijo a Saúl por qué lo quitaría como rey. En 1 Samuel 15, Dios usó a Su profeta Samuel para decirle a Saúl que la obediencia es mejor que el sacrificio y que la rebelión es como el pecado de brujería. ¿Puedes pensar en algo más alejado de Dios que la brujería?”.
“No”, admitió David. “Dios toma muy en serio la rebelión, ¿verdad?
“Sí”, respondió su papá. “Samuel le dijo al rey Saúl que por haber rechazado la palabra del Señor, Dios lo rechazaba como rey. ¿Te imaginas lo decepcionado que estaba Dios con Saúl?”.
“Yo nunca querría que Dios se decepcionara de mí”, dijo David. “Siempre obedeceré a Dios, pase lo que pase”.
“Sé que lo dices en serio, hijo. Pero cuando no nos obedeces a tu madre y a mí, estás desobedeciendo a Dios. ¿Recuerdas el quinto mandamiento? ‘Honra a tu padre y a tu madre’. ¿O qué te parecen las palabras de Pablo en Efesios 6:1? Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo’. Dios toma en serio que nos obedezcas”.
Su papá continuó. “Tu mamá y yo estamos tratando de criarte para que seas el hombre piadoso que deseas ser. Al igual que estás entrenando a Skip para que sea un perro que se porte bien y para mantenerlo a salvo porque lo amas”.
“Nunca lo había pensado así antes”, dijo David. “Voy a esforzarme mucho más por cuidar de ti y de mamá cuando me digan lo que tengo que hacer a la primera vez, y no esper hasta que yo quiera”.