Existen algunos conceptos erróneos sobre la Educación Cristiana. A continuación, se presentan cinco de los más comunes.
#1: La Educación Cristiana Consiste Simplemente En Memorizar Información
Algunos piensan que la educación cristiana consiste simplemente en memorizar y repetir información acerca de Dios y de la religión. Sin embargo, esto no describe ninguna buena educación cristiana, ya sea en la iglesia local o en una Universidad de capacitación ministerial. La buena educación cristiana no consiste en dar información y que los estudiantes la repitan como loros para obtener una calificación. Más bien, La Educación Cristiana adecuada es transformadora.
[bctt tweet=»La Educación Cristiana adecuada es transformadora. – Brian Franks» via=»no»]
La meta es que el estudiante se transforme en un creyente maduro en Dios que entienda su llamado y sus dones. El estudiante debe ser capaz de vivir una vida eficaz y fiel ante Dios y la humanidad como resultado de su educación cristiana.
El ejemplo de Jesús con sus discípulos muestra claramente tal intención. Él no mencionó un montón de hechos, ni requirió la memorización de gráficos; en cambio, presionó a sus oyentes hacia el tema fundamental de conocer a Dios y estar alineado con Su voluntad.
Jesús expuso las Escrituras, contó parábolas, explicó matices, realizó milagros, debatió, emitió juicios en situaciones de la vida real, predijo su muerte y evangelizó. A través de estas cosas, enseñó a sus discípulos a ver a Dios, a ver las cosas a la manera de Dios y seguirlo. Esta es la meta de cualquier buena Educación Cristiana: ¡Llevarlos a Dios!
#2—La Educación Cristiana No Es Necesaria
Algunos creen que la Educación Cristiana no es necesaria. Todo lo que tenemos que hacer es leer nuestra Biblia y orar, y sabremos todo lo que necesitamos saber. De hecho, es posible hacerlo de esta manera, pero la Biblia misma revela ejemplos en los que simplemente leer la Biblia no es suficiente.
Los fariseos y otros líderes religiosos del primer siglo seguramente conocían las escrituras, pero el Mesías no se ajustaba a sus ideas de quién debería ser y qué debería hacer. Parece que lo rechazaron deliberadamente porque las enseñanzas de Jesús a menudo eran la antítesis de las de ellos.
El buscador promedio de Dios hoy en día probablemente no sea un fariseo; entonces, considere a otros que se beneficiaron mucho de tener un buen maestro:
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- Josué tuvo a Moisés.
- Eliseo tuvo a Elías.
- La compañía de los profetas tenía a Eliseo.
- Los exiliados que regresaron tenían a Esdras.
- El eunuco etíope tuvo a Felipe cuando no entendía las escrituras que leía.
- Cornelio tuvo a Pedro.
- Los discípulos de Juan el Bautista hicieron que Pablo les mostrará y llenara los vacíos en su entendimiento acerca del Espíritu de Dios.
- Timoteo y Tito tenían a Pablo.
Dios clara y repetidamente envía maestros para enseñar en profundidad a otros. Considere Efesios 4:11-12, «Él fue quien les dio … maestros. Hizo esto para que todos los que formamos la iglesia… estemos capacitados para servir y dar instrucción a los creyentes.» Algunos de estos ejemplos fueron encuentros de una sola vez establecidos por el Espíritu; otros eran relaciones continuas. Algunos eran uno a uno, otros eran grupos. En cualquier caso, es raro que alguien haya alcanzado madurez en su fe por sí mismo.
La realidad de todos estos maestros de arriba es que fueron capacitados; fueron educados de alguna manera. A menudo, pasaron por múltiples fases de educación, según la guía de Dios.
#3—La Educación Cristiana no es bíblica
Algunos creen que la educación cristiana no es bíblica. Dicen que no había universidades en los días de Jesús, así que no las necesitamos ahora. O podrían decir que no hay ninguna ordenanza que diga: «E irás a la universidad y obtendrás una educación.» El modelo de universidades de hoy fue inventado mucho después de la época de Jesús. La escuela sabática se inventó incluso más tarde.
Sin embargo, siempre han existido varios métodos de entrenamiento intencional de discípulos. Algunos de estos ejemplos ya fueron mencionados: la escuela de los profetas que presidieron Elías y Eliseo; sacerdotes y levitas siendo entrenados y luego enseñando a la gente para que pudieran entender los caminos de Dios. También hay ejemplos en los que los líderes enseñaron el mal y desviaron a muchos en sus propias ideas. Esto nos muestra aún más la necesidad de enseñar correctamente.
Considere también que el libro de Deuteronomio registra a Moisés enseñando a la nueva generación lo que necesitan saber acerca de Dios ahora que han crecido y están a punto de entrar a la Tierra Prometida. Este y muchos otros pasajes ordenan al pueblo de Dios que instruya a otros en los caminos de Dios. ¡Esto es Educación Cristiana! Y ésta viene en una variedad de formas.
#4—La Educación Cristiana no es valiosa
Muchas veces, se ridiculiza la Educación Cristiana en una universidad por no tener ningún valor. «Obtienes ideas locas y un pedazo de papel.» Lo extraño es que pocos argumentarán que la Educación Cristiana administrada a nivel de la iglesia local en las escuelas sabáticas no es valiosa. La gente no hace este argumento sin importar el poco esfuerzo que se ponga en su diseño, sin importar la poca capacitación o talento que tenga el maestro, y sin importar la cantidad de estudiantes. De hecho, ¡el trabajo del maestro de escuela sabática local es de gran valor!
Entonces, ¿cuánto valor se le debe dar a una institución cristiana que intencionalmente revisa su plan de estudios con muchos niveles de aportes y revisiones, que busca y contrata a los maestros más talentosos que pueda encontrar para instruir a los estudiantes lo suficientemente ansiosos por aprender, y que alterarán sus horarios y vida para asistir?
Sin duda, hay instituciones cristianas que se vuelven locas con tales principios y no son valiosas para el estudiante. Sin embargo, nunca debemos tomar lo peor de algo y sustituirlo por lo que representa el todo. Hay ministerios de Educación Cristiana que honran a Dios y transforman a sus estudiantes en seguidores maduros de Cristo. ¡Eso tiene un valor inestimable!
#5—La Educación Cristiana simplemente sucede
El concepto erróneo final de la educación cristiana es que simplemente sucede. No se requiere planificación ni pensamiento. Todo lo de valor será transferido por mera proximidad física. Se aplica el viejo dicho: «Estar de pie en la iglesia no te convierte en cristiano más de lo que estar de pie en un establo te convierte en un caballo.» Por supuesto, algo se transmitirá con un enfoque tan casual, pero no se sabe qué podría ser.
Muchas experiencias casuales del cristianismo parecen dejar a los no iniciados confundidos y tal vez incluso heridos por su falta de comprensión. ¿Parece que Jesús fue intencional acerca de lo que dijo, mostró y enseñó a sus discípulos, o parece que simplemente que improvisó? Considere Su acto de lavar los pies en Juan 13, o prácticamente cualquier parte de la Última Cena registrada en los evangelios. Asimismo, Pablo escribe cartas para instruir a las iglesias con las que ha trabajado en asuntos específicos de ellas y sus contextos. ¡Hay una clara intención de enseñar!
Así es como debe funcionar cualquier buen programa de Educación Cristiana, ya sea en la universidad o en el ministerio local: con intención. Un estudiante aprenderá más bajo la dirección de un maestro, examinado por otros, determinado a obtener experiencia y conocimiento sobre un tema determinado, que vive una vida que honra a Dios, que sin tener un maestro. La Educación Cristiana está marcada por muchas elecciones intencionales para ayudar a formar discípulos.
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Conclusión
Debe quedar claro que cualquier buen programa de educación cristiana tiene que ver con la transformación, es necesario, es valioso, es bíblico y es intencional. Los jóvenes creyentes deben buscar cualquier forma de Educación Cristiana disponible para ellos, y las iglesias deben esforzarse por invertir en sus ministerios de educación para equipar mejor a los santos para la obra del ministerio.
Si está buscando más información sobre cómo obtener una buena educación cristiana, considere la clase Educación Cristiana de Artios Christian College, CHE 301.
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