¿Qué es más importante: el nacimiento de Jesús o Su resurrección, y por qué?

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¿Qué es más importante: el nacimiento de Jesús o Su resurrección, y por qué?

Me gusta su pregunta. Con ella nos empuja a pensar en grande y nos enfrenta a grandes preguntas, como “¿Quién es Dios? ¿Quién es Jesús? ¿Qué hizo/hicieron? ¿Cómo deberíamos responder?”

El tiempo de Jesucristo en la tierra comenzó y terminó con eventos incomparables. Al principio, el Unigénito de Dios entró en la historia de la humanidad cuando nació en un pesebre en Belén. Luego, más de treinta y tres años después, el Hijo fue asesinado como un criminal común, fue enterrado en una tumba prestada, resucitado a la vida eterna y regresado a la gloria del Padre en el cielo, de donde vino.

Su pregunta se refiere al primero de estos dos eventos sobre Cristo al condensarlo en dos conocidas palabras: el nacimiento de Jesús. En lenguaje teológico, a esto se le llama comúnmente la Encarnación de Cristo. El Verbo que estaba con Dios y era Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros, comenzando en Belén (Mateo 1; Lucas 2; Juan 1:1-14; Filipenses 2:5-11; Hebreos 1:1-3, et al).

  Aquellos de nosotros que evitamos las festividades tradicionales de Navidad debido a su vínculo con la religión falsa y prácticas culturales dudosas, debemos tener cuidado de no perder gran parte de la verdad de las Escrituras sobre la Encarnación. Si Cristo no hubiera sido completamente divino, si no hubiera dejado a un lado la gloria eterna en Su nacimiento para convertirse en uno de nosotros, entonces nuestra esperanza podría estar edificada sobre algo menos que la sangre y la justicia de Jesús.

Debido a la enorme importancia del nacimiento de Jesús (es decir, Su encarnación) para lanzar la historia de salvación de la Biblia, es correcto preguntar cómo se ubica eso junto con el asombroso y magno evento de Su resurrección de entre los muertos. Así como extendemos el nacimiento a la encarnación para tener una perspectiva más amplia de su pregunta, ampliaremos el término resurrección para incluir el regreso del Señor a la presencia del Padre poco después de salir de la tumba. Así como la resurrección de Cristo es inseparable del evento de la cruz que le precedió, también es inseparable a Su ascensión la cual siguió de inmediato. 

Los términos encarnación y humillación comprenden más verdad bíblica que el nacimiento al nombrar el descenso de Cristo desde el cielo como humano. Lo mismo ocurre con la expiación y la exaltación de Cristo. Estas capturan más del glorioso significado implícito en Su muerte, resurrección y ascensión que cualquiera de esos eventos, ¡tan bíblicamente ricos como cada uno de ellos es en forma individual!

Por lo tanto, toda la historia bíblica de la salvación en Cristo está abierta hacia ambos lados en el tiempo: primero, por la venida/nacimiento/encarnación de nuestro Señor Jesús, y segundo, por Su muerte/resurrección/ascensión al trono del Padre, de donde pronto regresará con poder y gran gloria. Tanto el nacimiento como la resurrección denotan maravillosos milagros del poder y la gracia de Dios: el gran Creador inefable se convierte en nuestro Salvador en forma humana. Su derrota y muerte a manos de Satanás se ven volcadas por la verdad “imposible” de que el Dios-hombre crucificado y sepultado vivió de nuevo y vive para siempre.

En lugar de decidir cuál de los dos es más importante, reconocemos el nacimiento y la resurrección de Cristo como la primera y la segunda grandes escenas del drama divino de la redención. Dios ordenó tanto el nacimiento como la resurrección, la humillación y la exaltación, como mitades iguales de la experiencia divino-humana completa, incluida la de Su Hijo a nuestro favor.

Su pregunta positivamente provocativa lleva a este escritor a la opinión de que los milagros gemelos del nacimiento y la resurrección de Cristo son de igual importancia en el drama divino de la redención.

— Anciano Calvin Burrell

Calvin Burrell
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Calvin Burrell is former editor of the Bible Advocate and former director of G. C. Missions. He retired in 2015 and lives with his wife, Barb, in Stayton, OR. They attend church in Marion, OR.