Piedad en Acción

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Mientras los líderes de nuestra iglesia discutían si deberíamos nombrar más ancianos en la iglesia, nos preguntábamos “¿Cuál es el criterio principal para que un hombre sea un anciano en la iglesia?” Varios hombres competentes dudaron porque pensaban que no cumplían con los criterios establecidos, pero Pablo no tuvo temor en nombrar ancianos en cada iglesia que él plantaba (Hechos 14:23). Habiendo enviado a Timoteo a pastorear la iglesia en Éfeso, Pablo lo instruyó sobre la cualidad principal de un líder: la piedad, que significa conformarse a las leyes y la instrucción de Dios e imitar Su carácter.

Pablo usa la piedad (los sinónimos incluyen santidad y semejanza a Cristo) diez veces en 1 de Timoteo para describir la vida cristiana (2:2, 10; 3:16; 4:7, 8; 5:4; 6:3, 5, 6, 11). Él describe la piedad como necesaria para los verdaderos creyentes, y especialmente para aquellos que los dirigen. En esta carta Pablo menciona a tres grupos de personas que necesitan buscar la piedad: los cristianos en crecimiento, los líderes de la iglesia, y aquellos llamados por Dios al servicio vocacional.

Cristianos en crecimiento

Crecer en la piedad, o santificación, debería ser natural para el cristiano que está madurando. Típicamente mencionamos tres tipos de santificación: posicional (declarado justificado en la conversión), definitiva (sin culpa ante Dios cuando Cristo regrese), y progresiva. El último tipo de santificación debe ser continuo en la vida de los seguidores de Jesucristo, a medida que los hijos de Dios crecen en semejanza a Cristo y obran su salvación con temor y temblor (Filipenses 2:12). Entonces, ¿cómo nos volvemos piadosos?

Si estamos planeando un viaje, necesitamos saber a dónde vamos y cómo llegar. De la misma manera, Pablo aclara que alcanzar la piedad no es lograr la perfección en nuestra vida diaria, sino demostrar el amor que resulta de un corazón puro, una buena conciencia, y una fe sincera (1 Timoteo 1:5). Dios y Su palabra se convierten en el GPS que nos guía.

Otros intereses se convierten en distracciones y desvíos.

Las señales principales que conducen a nuestro crecimiento en la piedad deben ser la vida y las enseñanzas de Jesucristo (6:3). Su muerte, sepultura, resurrección, y ascensión son los recordatorios constantes de que Dios está con el hombre (3:16). Los que no eran cristianos durante la época de Pablo adoraban a dioses que ya eran como seres humanos en sus pensamientos, actitudes, y acciones. Jesús es diferente de estos dioses paganos por Sus enseñanzas y actos justos. Los dioses romanos tenían un poder relativo (unos sobre otros), pero Jesús reclamó un poder absoluto y exigió una sumisión completa con un conjunto de valores completamente nuevos.

Cuando Jesús regresó al cielo, Sus discípulos recibieron instrucciones de vivir de acuerdo con esos valores. Pablo tenía esto en mente cuando habló de la piedad en la vida de un cristiano en crecimiento (2:2).

Líderes de la iglesia

Pablo pasa a continuación al requisito de la piedad en los líderes de la iglesia. En 1 Timoteo 3, Pablo describe dos tipos de personas que proveen un servicio especial a la iglesia: ancianos y diáconos. Las listas de requisitos para ellos presentan cualidades de carácter esenciales para la piedad, como ser irreprochable, ser sobrio, auto controlado, hospitalario, capaz de enseñar, amable, y no pendenciero. Es parecido a una receta para cocinar el platillo favorito de alguien. Al seguir estas instrucciones, obtenemos el codiciado sabor de nuestro platillo favorito.

Las listas en 1 Timoteo 3 no están diseñadas como medidas de desempeño para eliminar a líderes potenciales de servir en la iglesia. Dado que la meta del creyente es la santificación progresiva, estas cualidades sirven como metas para aquellos en el liderazgo. Pero tampoco son opcionales. Tanto ancianos (vv. 1-7) como diáconos (vv. 8-12) están sujetos a normas más estrictas que otros en la iglesia porque tienen la responsabilidad de enseñar y modelar la vida cristiana obediente (5:17).

Pablo advierte especialmente a Timoteo sobre no elegir a líderes que sean adictos a la riqueza material (6:3-10). Nuestra cultura se caracteriza por el consumismo, los símbolos de estatus, y el deseo de enriquecerse rápidamente. El cuerpo de Cristo no es inmune a esto; y varios sucumben a esta tentación. Los antídotos de Dios contra la codicia por el dinero son el contentamiento, la seguridad en la provisión de Dios para el creyente, y la generosidad (vv. 6, 17-19).

Pablo nos enseña que la piedad es el objetivo de una vida santa. El liderazgo cristiano siempre debe estar atento a los valores mundanos que buscan arruinarlo, incluso cuando satanás intenta destruir la iglesia cristiana.

Los llamados al servicio vocacional

El último llamado de Pablo a la piedad es que Timoteo sea piadoso (vv. 11-16). Vivimos en una época en la que los pastores y otros en el servicio cristiano de tiempo completo están siendo deshonrados cada vez más por sus errores morales. Por lo general, la decisión que lleva a la caída de tal trabajador es un deslizamiento lento hacia el pecado. Pablo está personalmente preocupado por su discípulo Timoteo y quiere que conozca su propia vulnerabilidad como líder de la iglesia en Éfeso. Él instruye a Timoteo a contrarrestar la tentación con una pasión por la piedad.

Una vez más, Pablo indica como es la piedad: justicia, fe, amor, perseverancia, y mansedumbre. En su discurso, insta a Timoteo para ser un ejemplo en conducta, amor, fe, y pureza en el ministerio (4:12), y debe esforzarse en mantener una conciencia clara y vivir sin reproche. Pablo menciona su preocupación de que Timoteo se destaque en sus acciones, sean buenas o malas, las cuales servirán como un buen o mal ejemplo (5:24, 25).

Pablo no acepta riesgos; Timoteo debe huir del amor al dinero. En cambio, lo insta a que se adhiera a su confesión sobre la deidad de Jesucristo que hizo públicamente cuando entró al servicio cristiano vocacional. Pablo menciona que Jesús hizo la misma confesión de Su deidad ante Pilato. Al hacer estas dos cosas, Pablo le recuerda a Timoteo que la piedad de Jesucristo debe ser su modelo, y lo anima a permanecer fiel hasta que Jesús regrese.

Por eso, cuando haya escándalos, el cuerpo de cristo no debe aceptar excusas de aquellos en el servicio vocacional, incluidos los pastores y misioneros, por su comportamiento impío. Esas personas están al frente en la difusión del evangelio. Cuando el mundo ataca a los que creen en Jesús, su defensa debe ser su piedad (1 Pedro 2:19-25).

Caminando en piedad

Pablo le escribe a Timoteo debido a una preocupación profunda por su piedad personal, así como por aquellos a quienes ministra. Le advierte a Timoteo “guarda lo que se te ha encomendado” (1 Timoteo 6:20). Ese depósito fue el conocimiento de que Timoteo fue llamado a una vida de piedad. Así como una fuga lenta en una llanta no puede hacer que se desinfle inmediatamente, con el tiempo, si no se detecta y repara, la fuga puede debilitar o destruir la llanta. Pablo quiere que Timoteo sepa que cada decisión de estilo de vida que él hace es importante.

Nuestros líderes de la iglesia reconocieron que la piedad es una cualidad importante no solo en los hermanos, sino también en todos nosotros los creyentes en crecimiento. Así que busquemos la santidad, “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Hay que reflexionar sobre nuestras propias vidas y pedirle a Dios que nos muestre donde necesitamos hacer ajustes.

Marcellus George
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Marcellus George has published over twenty articles and chapters in medical journals and books and has authored various articles for Horizons and Lutheran Mission Matters. He has a long-term interest in Asian Christianity and has served as an adjunct professor in an Asian seminary. Marcellus has been interested in the persecuted church for nearly thirty years, having lived and worked in the former Soviet Union. Marcellus has traveled throughout Asia and has taught classes in South America and Africa. He lives in Fort Wayne, IN.