Paciencia, lo Primero y lo Último

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¿Alguna vez ha notado que en la famosa lista de las cualidades del amor en 1 Corintios 13:4-7, el apóstol Pablo comienza y termina la lista con el mismo rasgo: paciencia? Aunque usa dos palabras diferentes, que muestran diferentes aspectos de esta importante cualidad, ambas significan paciencia.

A menudo se dice que los griegos tenían una palabra para todo. El griego antiguo en realidad tenía dos palabras para paciencia, ambas usadas por Pablo. Aprendamos más sobre estas palabras y lo que nos dicen sobre cómo debemos relacionarnos con Dios y con los demás.

 

Paciencia con las personas

La primera es makrothymia, compuesta de makran (“lejos de”) y thymos (“enojo”) — en otras palabras, poner lejos nuestro enojo.

Esto implica paciencia con los demás, particularmente para contener la ira, que es cuando más se necesita. La palabra no connota la paciencia de aquellos que no tienen poder para hacer nada sobre una situación, sino más bien la paciencia de aquellos que tienen el poder de actuar contra el objeto de la ira, tal vez incluso al punto de vengarse o castigar. Esta es la paciencia de aquellos que podrían afectar a otros y reaccionar con acciones negativas, pero eligen no hacerlo por amor.

Makrothymia es la paciencia que los esposos necesitan con sus esposas y las esposas con sus esposos, la que los padres necesitan con los hijos (y a veces los hijos con los padres). Es la paciencia que los empleadores a veces necesitan con los empleados y los trabajadores con aquellos para quienes trabajan. Es la paciencia que debemos tener cuando alguien nos irrita o nos lastima de alguna manera, mucho o poco, y sentimos el deseo de tomar represalias. Es el tipo de paciencia que cada cristiano debe desarrollar, y que podemos necesitar muchas veces en ciertos días.

Entonces, no es casualidad que esta sea la primera cualidad que Pablo nos dice de lo que consiste el amor: la paciencia de aquellos que son provocados pero eligen aguantarse. Sin esta cualidad principal, el amor por los demás no puede existir. Es fundamental amarse a sí mismo.

 

Paciencia con las circunstancias

Pablo termina su lista de las características del amor con la segunda forma de paciencia. La palabra que usa aquí es hypomonē, que fusiona hypo (“debajo”) con monē (“restante” o “perdurable”) y connota la idea de “permanecer bajo” sufrimiento o circunstancias difíciles. En el Nuevo Testamento, la palabra a menudo se traduce como “perseverancia” (Romanos 5:3, 4, etc.). Es una palabra particularmente rica con una amplia gama de significado. En Lucas 21:19, por ejemplo, la encontramos traducida como “Mantente firme, y ganarás la vida” (énfasis agregado). La versión King James (en inglés) traduce este verso un poco menos claro: “En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas”. (Se usó la version Reina Valera Antigua por ser la más parecida a la version en inglés)

Este tipo de paciencia representa la actitud de aquellos que no están en una posición de fortaleza, sino de debilidad, incapaces de cambiar la situación que están soportando. Esta es la paciencia del cristiano que sufre persecución por su fe, ya sea de su gobierno, el trabajo, los vecinos o incluso su propia familia. Es la paciencia de quienes se enfrentan a enfermedades, lesiones, pobreza, soledad, depresión o cualquier otro tipo de sufrimiento a largo plazo.

Si no es una coincidencia que Pablo comience su lista de las cualidades del amor con paciencia (la que debemos tener con las personas), tampoco es una coincidencia que termine su lista con resistencia, la paciencia que debemos tener con las situaciones. Si no podemos amar a los demás sin el primer tipo de paciencia, entonces no podemos amar a Dios sin el segundo tipo. Sin amor perseverante, nuestro amor por Dios fracasará cuando sea probado por las inevitables pruebas de la vida. Es por eso que la palabra hypomonē se encuentra en la parábola de la semilla que Jesús usó, en la cual “la semilla en buena tierra representa a aquellos con un corazón noble y bueno, que escuchan la palabra, la retienen y al perseverar producen una cosecha” (Lucas 8:15, énfasis agregado aquí y abajo).

 

Calidad fundamental

Con demasiada frecuencia pensamos en la paciencia como una virtud, pero quizás solo como una virtud menor: una prima lejana de las grandes virtudes espirituales, como la fe y el amor. Sin embargo, una cuidadosa consideración de la estructura de 1 Corintios 13:4-7 nos muestra que el amor mismo comienza y termina en la paciencia, y que esta cualidad es fundamental para amar efectivamente a los demás y amar a Dios. Esto es especialmente cierto a medida que cumplimos con la Gran Comisión.

Romanos 15:5 nos dice que Dios es un Dios de paciencia. Si queremos llegar a ser como Él, la paciencia, en sus dos formas, es una cualidad que debemos esforzarnos por desarrollar con su ayuda. Como Pablo mismo escribió en su carta a los colosenses, debemos vivir “fortalecidos con todo el poder de acuerdo con su glorioso poder para que puedan tener una gran resistencia y paciencia” (Colosenses 1:11).

R. Herbert
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R. Herbert holds a Ph.D. in ancient Near Eastern languages, biblical studies, and archaeology. He served as an ordained minister and church pastor for a number of years. He writes for several Christian venues and for his websites at http://www.LivingWithFaith.org and http://www.TacticalChristianity.org, where you can also find his free e-books. R. Herbert is a pen name.