Hacia la Humildad

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La primera vez que pronuncié esas palabras delante de la iglesia, pensé que el mundo se vendría abajo. Eran una versión de “Lo siento, cometí un error. No manejé bien las cosas. Por favor, perdónenme”.

Pensé que nadie volvería nunca más a la iglesia. Mi aura de perfección desaparecería y encontrarían un nuevo líder perfecto al que seguirían.

Sin embargo, la respuesta me sorprendió. Algunos dijeron que era refrescante oír a un líder disculparse y admitir un error. Otros dijeron que ya era hora. Me di cuenta de que ellos sabían del momento en que se produjo el error. Algunos incluso me dijeron: “Vas a cometer errores; todos los líderes los cometen. Solo sé humilde, pide perdón, arréglalo y sigue adelante”.

Hoy en día, sigo intentando hacer las cosas bien, intento honrar a Dios. Pero cuando cometo errores, no me cuesta tanto trabajo admitir mi culpa y pedir ayuda. De hecho, es liberador. Buscar la humildad es mejor que mantener una fachada de perfección, y anima a la Iglesia a hacer lo mismo. Si el líder se disculpa por haber cometido un error, el resto de la iglesia tampoco tiene la presión de mantener una fachada.

Mi iglesia probablemente le diría que me faltaron algunas “disculpas” en el trayecto. Estoy seguro de que así es. Pero espero que ahora sea al menos solo por ignorancia y que, con el tiempo, alguien me señale el error, en lugar de que yo me disculpe.

Un verdadero líder

Esta jornada se ha hecho más fácil mirando a nuestro verdadero líder en la fe, Jesucristo. Yo diría firmemente que Jesús nunca se equivocó, nunca falló, nunca erró en nada. Eso hace que Su humildad sea aún más inspiradora. Él no falló como nosotros lo hacemos. No dijo lo que no debía ni se dejó llevar por Su orgullo. Él no siguió Su propio camino en contradicción con los planes de Dios. Él tenía más razones que nadie para no ser humilde. Nosotros tenemos esta joya teológica de Pablo, que ilumina lo que Dios estaba haciendo con la encarnación de Jesús:

Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de

Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses 2:5-8).

Jesús, el Hijo de Dios, a quien nuestra Declaración de Fe reconoce como existente con el Padre antes de la Encarnación, se humilló a Sí mismo desde ese lugar de estima y perfección para hacerse humano. Para aquellos que argumentan que Pablo quiere decir que Jesús sólo parecía o se veía humano, pero no lo era, tenemos Hebreos 2. Ahí dice que Jesús fue hecho un poco menor que los ángeles para la Encarnación (v. 9), que fue hecho de carne y sangre como nosotros (v. 14), y que fue hecho como nosotros en todos los aspectos para que pudiera ser un sacrificio por nuestros pecados (v. 17).

Una vida humilde

Teniendo en cuenta todo esto, qué posición tan humilde adoptó Jesús para salvar a unos pecadores tan miserables como nosotros. Jesús tuvo una actitud de humildad no sólo en la cruz o durante Su ministerio, sino durante toda Su vida encarnada. Nació en el establo de una familia pobre. Tuvieron que huir a Egipto como refugiados por un tiempo antes de establecerse en un pequeño pueblo rural lejos de la gran ciudad capital de Jerusalén.

Jesús se dedicó a un oficio en lugar de formarse como discípulo de algún saduceo o fariseo, trabajar en la corte del rey o convertirse en un recaudador de impuestos con riquezas pero despreciado. Incluso en Su ministerio, Jesús no tenía un hogar donde quedarse ni siquiera una almohada para poner Su cabeza. (Mateo 8:20; Lucas 9:58). En la Última Cena, Jesús incluso adoptó el papel literal de un siervo y lavó los pies sucios de Sus discípulos (Juan 13:4-17). Por supuesto, Su encarnación está coronada por la humillación de Su crucifixión y muerte.

Aparte de estas acciones, las enseñanzas de Jesús refuerzan la prioridad de la humildad para un cristiano. Después del lavatorio de los pies, Jesús llegó a decir a Sus discípulos que debían emular la humildad de Su liderazgo y que serían bendecidos si lo hacían. En otro lugar, Él le dijo a Sus discípulos que no liderarían como los gentiles, con poder y grandeza, sino con humildad y sacrificio (Mateo 20:25-28; Marcos 10:42-45).

Pablo continúa con el tema en Filipenses 2 y luego justifica el llamamiento con el ejemplo de Cristo, citado anteriormente:

No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás (vv. 3, 4).

En resumen, Pablo argumenta que el ejemplo y el poder para ser humilde provienen de Jesús mismo. Por lo tanto, no tenemos excusa para no ser iglesias, líderes y creyentes marcados por la humildad. Haríamos bien en reflexionar detenidamente sobre el ejemplo y las enseñanzas de Jesús para nosotros como cristianos, y especialmente como líderes. Busquen la humildad como lo más importante.

Advertencias

Concluyamos con dos advertencias.

La primera, corremos el peligro de proyectar una falsa humildad, que sólo puede curarse siendo honestos con nosotros mismos y aceptando ser responsables ante los demás. Ese tipo de humildad busca la verdad.

La segunda, podemos erróneamente igualar la humildad con ser un tapete que todo el mundo pisa: el otro extremo. Esta es una humildad que carece de valor. Jesús nunca mostró una humildad obtenida al acobardarse ante los caprichos de los demás. Más bien, Él unió Su humildad a la verdad y al amor — que es lo que la humildad necesita para tener la fuerza y dirección correcta.

Que Dios nos bendiga con la humildad al seguir el ejemplo de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Brian Franks
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Brian Franks serves as dean of Academic Affairs for Artios Christian College and as pastor of the Tulsa, OK Church of God (Seventh Day). Brian is a graduate of LifeSpring School of Ministry (predecessor to Artios). He has served as an instructor for Artios and holds a master’s in Education in Online Curriculum and Instruction. He is scheduled to complete a master’s in Divinity in April 2023. He is married and has four children.