La discreci\u00f3n te cuidar\u00e1, la inteligencia te proteger\u00e1 (Proverbios 2:11).<\/p>\n
Con la cabeza agachada, los hombros temblando y l\u00e1grimas fluyendo, este no era el t\u00edo Leonard que conoc\u00edamos. Los a\u00f1os de malas decisiones a\u00fan se mostraban en las grietas de su rostro huesudo. Sin embargo, sus arrugas ya no se ensanchaban con la risa que se convert\u00eda en una tos desgarradora. Ya no nos contaba otra de sus escapadas estando tomado, como el viaje de madrugada de Indiana a Kentucky en el que se dio cuenta de que conduc\u00eda en direcci\u00f3n contraria. Esta vez no se estaba doblando de risa o d\u00e1ndose palmadas en las piernas mientras describ\u00eda c\u00f3mo se dirig\u00eda al norte por la I-65 mientras todos los faros brillaban de frente hacia \u00e9l.<\/p>\n
Tampoco estaba recordando vivencias de su infancia o poni\u00e9ndose al d\u00eda con las noticias de la familia con nuestra mam\u00e1. Ya no era el hombre seguro de s\u00ed mismo que discut\u00eda con nuestro pap\u00e1 sobre la econom\u00eda, los detalles del trabajo o el \u00faltimo partido de b\u00e9isbol.<\/p>\n
El t\u00edo Leonard, nunca fue un alcoh\u00f3lico malo, \u00e9l emanaba amor por la vida y por los dem\u00e1s a pesar de su adicci\u00f3n. Casi nunca sab\u00edamos cu\u00e1ndo iba a venir. Simplemente aparec\u00eda a todas horas para quedarse un d\u00eda, una semana o varios meses cuando trataba de estar sobrio. Sab\u00eda que la bebida estaba prohibida en nuestra casa. Pero tambi\u00e9n sab\u00eda que era bienvenido en cualquier momento y en cualquier condici\u00f3n por el tiempo que fuera necesario para recuperar una mente m\u00e1s clara y un cuerpo m\u00e1s sano.<\/p>\n
El t\u00edo Leonard hab\u00eda vuelto a caer, pero esta vez era diferente. Cuando se sent\u00f3 a la mesa de la cocina frente a mi hermana menor y yo, sus dedos amarillentos bailaban cuando los levant\u00f3 para tomar otra bocanada de valor.<\/p>\n
Sudando tristeza, suplic\u00f3: \u201cNi\u00f1as, por favor, escuchen a su viejo t\u00edo. He cometido muchos errores. No quer\u00eda acabar as\u00ed\u201d. Su cabeza se inclin\u00f3 hacia su pecho y luego la volvi\u00f3 a levantar. Despu\u00e9s de limpiar varias veces su nar\u00edz con su pa\u00f1uelo, y de secar sus ojos, continu\u00f3. \u201cLas amo. Lo saben, \u00bfverdad?\u201d<\/p>\n
Asentimos y sigui\u00f3 hablando. \u201cProm\u00e9tanme que nunca tomar\u00e1n ese primer trago. Por favor, m\u00edrenme. Esc\u00fachenme. No quieren vivir as\u00ed\u201d. Extendiendo sus brazos, la piel curtida colgaba en partes en su delgado cuerpo. Sus ojos reflejaban relaciones rotas y oportunidades perdidas.<\/p>\n
Lo escuchamos y nunca olvidamos la dura lecci\u00f3n aprendida de este hombre amable y trabajador que nos amaba con todo su ser, pero que sufr\u00eda por los demonios de una botella tirada una y otra vez.<\/p>\n
Finalmente, al permanecer cerca del apoyo de nuestro padre y de otras personas de su peque\u00f1o pero unido sistema de apoyo, el t\u00edo Leonard consigui\u00f3 escucharse a s\u00ed mismo. Se aferr\u00f3 a la esperanza, se aferr\u00f3 a la sobriedad, se volvi\u00f3 a casar, reaviv\u00f3 su relaci\u00f3n con un Salvador comprensivo y compr\u00f3 una casa no muy lejos de la nuestra. Vivi\u00f3 bien y se re\u00eda a menudo hasta el d\u00eda de su muerte prematura, consecuencia de una bebida que lo llev\u00f3 a muchas m\u00e1s.<\/p>\n
Adem\u00e1s de aprender de los errores del t\u00edo Leonard, aprendimos de nuestros padres, que apoyaron, confrontaron y guiaron a nuestro t\u00edo hacia una mejor forma de vida, que lo llev\u00f3 a reconectarse con Cristo. Mi hermana y yo no valoramos su estilo de vida. Mirando hacia atr\u00e1s, vemos el impacto que ellos tuvieron y el ejemplo que nos dieron a nosotros y a cualquier otra persona que nos visitaba o viv\u00eda con nosotros.<\/p>\n
Parientes, amigos y ni\u00f1os que viv\u00edan temporalmente con nosotros, encontraban comida, refugio, amor y gu\u00eda espiritual cuando estaban bajo nuestro techo. Ir a la iglesia, las devociones familiares antes de acostarse y las oraciones antes de las comidas eran la norma. Mam\u00e1 y pap\u00e1 combinaban el amor incondicional con normas firmes de comportamiento. De este modo, daban testimonio de su Se\u00f1or.<\/p>\n
Valoramos esas lecciones de la infancia del t\u00edo Leonard y de nuestros padres. Como escribi\u00f3 Salom\u00f3n, nos preservan y nos dan comprensi\u00f3n en nuestras vidas de hoy y nos ayudan a llegar a otros con la esperanza de Cristo.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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