Y \u00e9l mismo constituy\u00f3 a unos, ap\u00f3stoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificaci\u00f3n del cuerpo de Cristo (Efesios 4:11, 12).<\/p>\n
He estado trabajando en el ministerio como un seguidor de Jes\u00fas desde que llegu\u00e9 a la fe cuando ten\u00eda quince a\u00f1os. El ministerio en equipo, como lo describe Pablo en Efesios 4, fue algo que entend\u00ed cuando estaba m\u00e1s grande.<\/p>\n
El inicio fue mi participaci\u00f3n en equipos misioneros de periodos cortos organizados por mi iglesia en respuesta a una necesidad expresada en un pa\u00eds extranjero. Aunque la mayor\u00eda de nosotros est\u00e1bamos ansiosos por subirnos a un avi\u00f3n y usar nuestros conocimientos y habilidades para ayudar en otras tierras, nuestros l\u00edderes sab\u00edan que primero ten\u00edamos que convertirnos en un grupo sano, fuerte y unido. Y despu\u00e9s podr\u00edamos trabajar juntos y causar un impacto real a las personas en otro lugar.<\/p>\n
Las lecciones que aprend\u00ed en esta formaci\u00f3n de equipos me ayudaron no solo para nuestro corto viaje misionero, sino tambi\u00e9n para que mi comunidad de fe avanzara.<\/p>\n
Yo pues, preso en el Se\u00f1or, os ruego que and\u00e9is como es digno de la vocaci\u00f3n con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soport\u00e1ndoos con paciencia los unos a los otros en amor (vv. 1, 2).<\/p>\n
Primero tuvimos que aprender a eliminar los pensamientos ego\u00edstas para que nuestro grupo trabajara de la manera que nuestro Se\u00f1or deseaba. El ap\u00f3stol Pablo entendi\u00f3 que nuestro impacto en la vida de los dem\u00e1s es resultado de c\u00f3mo vivimos personalmente, por lo que tuvimos que mostrar humildad unos con otros. Nuestro impacto tambi\u00e9n requiere que trabajemos juntos en la comprensi\u00f3n a medida que cada uno de nosotros crece para convertirse en la persona que Dios cre\u00f3 para ser lo que \u00c9l quiere que seamos. Un aspecto central de la s\u00faplica de Pablo en los vers\u00edculos 1 y 2 es que aguantemos o suframos con los dem\u00e1s mientras trabajan en el proceso de despojarse de su antiguo yo y se visten de su nuevo ser en Cristo (vv. 22-24).<\/p>\n
El cuerpo de Cristo es \u00fanico por dise\u00f1o. A menudo esto suele ser una fuente de fricci\u00f3n. Las diferencias en el punto de vista, la personalidad y una serie de otros factores nos desaf\u00edan a responder sin amargura ni ira, sino con bondad y perd\u00f3n (vv. 31, 32). A medida que nos comprometemos a desear lo mejor para cada uno, el grupo se vuelve m\u00e1s fuerte y unificado.<\/p>\n
Al reunirnos y pasar tiempo juntos, aprendimos las caracter\u00edsticas importantes a las que Pablo hizo referencia. Aprendimos humildad, a pensar correctamente sobre nosotros mismos en relaci\u00f3n con los dem\u00e1s, mansedumbre, confiando en la obra del Esp\u00edritu Santo en cada uno y paciencia: tener una visi\u00f3n de la obra de Dios a lo largo del tiempo. A medida que se desarrollaba este proceso, pod\u00edamos trabajar juntos para ministrar como Dios lo quer\u00eda.<\/p>\n
Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre s\u00ed por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, seg\u00fan la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edific\u00e1ndose en amor (vv. 15, 16).<\/p>\n
El mayor deseo de Pablo para los miembros de la iglesia de Dios es que crezcamos, que crezcamos en cada aspecto de nuestro ser para llegar a ser m\u00e1s y m\u00e1s como Cristo. Este proceso a menudo ocurre de manera m\u00e1s efectiva y r\u00e1pida cuando nos comprometemos a ministrar en el nombre de Jes\u00fas. Al dar un paso de fe, nuestras tendencias pecaminosas quedan expuestas. Se nos anima a asumir cada vez m\u00e1s las cualidades de Jes\u00fas que le permitieron servir y hablar en la vida de los dem\u00e1s y traer una transformaci\u00f3n real.<\/p>\n
A medida que cada uno de nosotros se vuelve m\u00e1s como Cristo, nuestro grupo, ya sea un equipo misionero por poco tiempo o un cuerpo de la iglesia local, se fortalecen juntos. Su dignidad como unidad se exalta porque cada parte del todo est\u00e1 contribuyendo positivamente como Dios lo dise\u00f1\u00f3. Cuando operamos correctamente, energizados por el Esp\u00edritu Santo, el resultado es un crecimiento conforme a Dios y todo el cuerpo puede amar a los dem\u00e1s con el amor de Dios.<\/p>\n
Probablemente mi mayor regalo \u2014 y crecimiento \u2014 al prepararme para viajes misioneros fue comprender mi identidad en Cristo y mi lugar entre aquellos que Dios llama Suyos. Ya no m\u00e1s alejado de Dios, soy parte de un grupo de creyentes que se remonta al comienzo de la creaci\u00f3n: aquellos que han confiado en el Se\u00f1or para su salvaci\u00f3n y, como resultado, viven vidas dignas de su identidad como hijos de Dios. Aprend\u00ed que soy parte de una estructura con su fundamento en Cristo. Su crecimiento es producto de la unidad que surge cuando nos despojamos de nuestro orgullo pecaminoso y confiamos en Cristo en cada \u00e1rea de nuestra vida (2:19-22).<\/p>\n
Un cuerpo de creyentes que est\u00e1 unido en \u201cel v\u00ednculo de la paz\u201d, definido por un Esp\u00edritu, una esperanza, un Se\u00f1or, una fe, un bautismo y un Dios y Padre de todos (vv. 3-6), ser\u00e1 un testimonio poderoso al mundo y mostrar\u00e1 el amor de Dios a dondequiera que vaya. Ya sea en un pa\u00eds extranjero o aqu\u00ed mismo en casa, un cuerpo unificado y amoroso de creyentes transformar\u00e1 la vida de los que los rodean y reflejar\u00e1 la obra duradera de Dios en el mundo.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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