Se ha dicho que la historia es Su-historia, la de Dios. Lo mismo puede decirse de Su libro, la Biblia. En ella est\u00e1 contenida la trama que da sentido y prop\u00f3sito a todas las cosas y a todos los tiempos. Conocer bien la historia, encontrar nuestro lugar en ella, es el objetivo de la fe. Y como en cualquier buena historia, est\u00e1 escrita con el final en mente.<\/p>\n
En pocas palabras, es esto: \u201cPor lo tanto, si alguno est\u00e1 en Cristo, es una nueva creaci\u00f3n. \u00a1Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!\u201d (2\u202fCorintios 5:17). Una nueva creaci\u00f3n en Cristo es la historia y es hacia donde se dirige.<\/p>\n
En este n\u00famero, cambiamos el centro de atenci\u00f3n al final del Libro y Su-historia. Cuando pensamos en la nueva creaci\u00f3n, nos sentimos atra\u00eddos hacia Apocalipsis 21. El registro de Juan hace eco al de Pablo: \u201cYo hago nuevas todas las cosas .\u202f.\u202f. \u201d (v.\u202f5). Pero agrega algo m\u00e1s: \u201c\u00a1Ya todo est\u00e1 hecho!\u201d (v.\u202f6). La nueva creaci\u00f3n de Dios comenz\u00f3 con la resurrecci\u00f3n de Jes\u00fas, pero su realizaci\u00f3n completa espera la consumaci\u00f3n. En un mundo de maldad y sufrimiento, gemimos por lo nuevo ya terminado. Apocalipsis 21 lo se\u00f1ala.<\/p>\n
Abra su Biblia y siga mientras iluminamos algunos de los v\u00edvidos detalles de este cap\u00edtulo lleno de esperanza.<\/p>\n
Este pasaje apocal\u00edptico (21:1 – 22:5) no solo nos recuerda que la historia contin\u00faa hasta su consumaci\u00f3n prometida, sino que tambi\u00e9n cuenta la historia misma, y \u200b\u200bsu Autor: \u201cYo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin \u201c(v.6). En una variedad de formas, encontramos la amplitud completa de la narraci\u00f3n b\u00edblica, y la soberan\u00eda de Dios sobre ella, en esta porci\u00f3n de las Escrituras dedicada a la renovaci\u00f3n que hace de todas las cosas.<\/p>\n
Una de esas formas es contando las nuevas. Juan ve tres cosas: un cielo nuevo, una tierra nueva y la nueva Jerusal\u00e9n (v.\u202f1, 2). Los dos primeros nos llevan de regreso a G\u00e9nesis 1: \u201cDios, en el principio cre\u00f3 .\u202f.\u202f.\u201d Y las promesas del profeta (Isa\u00edas 65-66). Jerusal\u00e9n era el coraz\u00f3n del pueblo de Su pacto, Israel, donde reinar\u00e1: \u201c\u00a1Desde Si\u00f3n sea bendito el SE\u00d1OR, el que habita en Jerusal\u00e9n!\u201d (Salmo 135:21). Estas tres noticias resumen la Biblia: de un Creador que tiene la intenci\u00f3n de vivir entre Su creaci\u00f3n (Lev\u00edtico 26:11).<\/p>\n
En Apocalipsis 21, la historia se cumple: el cielo, la tierra y Jerusal\u00e9n se transforman para Su prop\u00f3sito final. Dios reina abiertamente desde su trono: \u201c\u00a1Aqu\u00ed, entre los seres humanos, est\u00e1 la morada de Dios! \u00c9l acampar\u00e1 en medio de ellos, y ellos ser\u00e1n su pueblo; Dios mismo estar\u00e1 con ellos y ser\u00e1 su Dios\u201d (v.\u202f3). La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera (v.\u202f23). \u00a1Aqu\u00ed habita el SE\u00d1OR! (Ezequiel 48:35).<\/p>\n
Pero hay los no<\/em> que acompa\u00f1an las noticias<\/em>, y explican por qu\u00e9 lo viejo tuvo que hacerse nuevo. Cu\u00e9ntenlos: no mar; muerte, tristeza, llanto, o dolor; no maldici\u00f3n, no noche (vv. 1, 4; 22:3, 5). Estos definen las primeras cosas y las anteriores que deben pasar (21:1, 4). Es un mundo que conocemos bien. Cada uno muestra c\u00f3mo el pecado y la muerte destruyeron una buena creaci\u00f3n y separaron a Dios de Su pueblo.<\/p>\n Para los antiguos, el mar y la oscuridad representaban el caos que amenazaba con la destrucci\u00f3n. La maldici\u00f3n, el dolor y la muerte que le siguen son la dif\u00edcil situaci\u00f3n de la humanidad ca\u00edda. Todo esto nos lleva de regreso a G\u00e9nesis 3. La maldici\u00f3n ahora se invierte. Estos siete \u201cno\u201d<\/em> admiten que la vieja historia no era ni correcta ni f\u00e1cil; estaba doblada, rota. Lo nuevo es necesario.<\/p>\n La vieja historia del pecado y la muerte contin\u00faa, convergiendo con la nueva que ha venido en Cristo. Todav\u00eda sentimos el peso de lo viejo y anhelamos la plenitud de nuestra fe. \u00a1Esperamos el eterno \u201cno\u201d de Dios! a todo lo que contamina y miente (Apocalipsis 21:27). Desde el trono, el pecado es juzgado y excluido; no hay lugar para lo viejo aqu\u00ed. Pero el vencedor heredar\u00e1 lo nuevo como hijo de Dios (vv.\u202f7, 8).<\/p>\n Al ver los v\u00edvidos detalles de la Nueva Jerusal\u00e9n con Juan, reconocemos que la gran ciudad siempre fue m\u00e1s un pueblo que un lugar. De hecho, \u201cVen, que te voy a presentar a la novia, la esposa del Cordero\u201d. Resplandec\u00eda con la \u201cgloria de Dios\u201d (vv.\u202f9, 11). Doce organizan su sorprendente estatura. Sus doce fundamentos corresponden a los ap\u00f3stoles del Cordero, sus doce puertas a las tribus de Israel (vv.\u202f12, 14). Al igual que el Lugar Sant\u00edsimo, la nueva ciudad de Jerusal\u00e9n es un cubo perfecto, pero en una escala mayor: 12 veces el cubo de 10 o (12,000) furlongs hacia todas las direcciones. (Un furlong, es una unidad que mide la distancia y equivale a 220 yardas o 201 metros aprox.).<\/p>\n Sus paredes se miden de manera similar: doce por doce codos (144).<\/p>\n -La detallada numerolog\u00eda de la Nueva Jerusal\u00e9n ilustra simb\u00f3licamente la hermosa unidad y autoridad del pueblo y los prop\u00f3sitos de Dios en ambos Testamentos. Recordamos todas las historias de las doce tribus y los disc\u00edpulos, sus llamados y haza\u00f1as de fe, su fatiga y fracaso. Aqu\u00ed se cumple todo, se re\u00fane y se enmarca adecuadamente para todo lo que se supone que debe ser.<\/p>\n La Nueva Jerusal\u00e9n desciende del cielo. Ella es la creaci\u00f3n de Dios. En comparaci\u00f3n con el primer d\u00eda de la creaci\u00f3n (\u201cSea la luz\u201d), aqu\u00ed hay una creaci\u00f3n a\u00fan mayor. La luz de la ciudad ilumina a las naciones, reflejando la luz del Cordero y del Se\u00f1or Dios (vv.\u202f11, 23, 24; 22:5). Esta novia de una ciudad dorada e incrustada de piedras preciosas es m\u00e1s que iluminaci\u00f3n; es una revelaci\u00f3n. Brilla gloriosamente, sus puertas dan la bienvenida dando a entender que hay espacio para todos los que han sido transformados por lo nuevo.<\/p>\n La nueva creaci\u00f3n prometida en Apocalipsis, est\u00e1 llena de la vida de un nuevo Ed\u00e9n. Encontramos el agua de vida para los sedientos, un \u00e1rbol de vida para la curaci\u00f3n de las naciones (v.\u202f6; 22:2; G\u00e9nesis 2). El jard\u00edn de Dios est\u00e1 completo con Su presencia viva, pero es mucho m\u00e1s que cerrar el c\u00edrculo; es la llegada de algo nuevo. Esta vida ya ha comenzado porque es inseparable del Cordero y de la vida que \u00c9l es. Vivamos en ello.<\/p>\n El Cordero de Dios ha sido parte de la historia desde la fundaci\u00f3n del mundo. \u00c9l es la historia y su final. El nuevo cielo y la nueva tierra, la nueva Jerusal\u00e9n, son la obra de la vida del Cordero, y los que le pertenecen se encuentran en Su Libro de la Vida (v.\u202f27). La vieja vida est\u00e1 pasando. Vivamos en lo nuevo de Dios.<\/p>\n \u201c\u00a1Ya est\u00e1 hecho!\u201d Marca un final a\u00fan por verse, un final que anticipamos, pero que est\u00e1 en manos de Dios. \u201cYo hago nuevas todas las cosas\u201d es un mensaje que vivimos y compartimos ahora. Tambi\u00e9n es una precauci\u00f3n. La nueva creaci\u00f3n, como la resurrecci\u00f3n misma, es un acto apocal\u00edptico de Dios. No se logra por la pol\u00edtica humana o el progreso. \u201cYo\u201d reprendo el orgullo humano. \u201cYo\u201d insisto en que lo nuevo no es una novedad, y lo que debe terminarse solo Dios puede hacerlo.<\/p>\n Para aquellos que est\u00e1n en Cristo, \u201cconsumado es\u201d ha llegado, y todav\u00eda viene. Y Su-historia es la nuestra.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Se ha dicho que la historia es Su-historia, la de Dios. Lo mismo puede decirse de Su libro, la Biblia. En ella est\u00e1 contenida la trama que da sentido y prop\u00f3sito a todas las cosas y a todos los tiempos. Conocer bien la historia, encontrar nuestro lugar en ella, es el objetivo de la fe. 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