A lo largo de las orillas lodosas del Jord\u00e1n, ca\u00f1as finas, del color de la salvia, se extend\u00edan hacia el cielo, inclin\u00e1ndose suavemente con la brisa. Una niebla plateada se aferr\u00f3 a la superficie del agua, y cuando el sol atraves\u00f3 las nubes, la bruma brill\u00f3 a la luz de la ma\u00f1ana. Hubiera preferido la soledad, estar solo con mis pensamientos y reflexiones. Pero hab\u00eda otros viajeros parados a la orilla del agua esta ma\u00f1ana. Hab\u00edan venido, como yo, a rendir homenaje a este lugar sagrado y todo lo que hab\u00eda sucedido aqu\u00ed.<\/p>\n
Una surrealista sensaci\u00f3n de tranquilidad flotaba en el aire. Las voces humanas se hab\u00edan desvanecido en susurros apagados, como para reconocer el respeto y silencio que el r\u00edo exig\u00eda. Los \u00fanicos otros sonidos fueron aquellos creados por Dios mismo: los murmullos de los p\u00e1jaros revoloteando en los \u00e1rboles y la melod\u00eda burbujeante del agua mientras viajaba hacia el mar.<\/p>\n
Me apoy\u00e9 contra el fr\u00edo acero de la barandilla, un l\u00edmite moderno construido a lo largo de la orilla del r\u00edo. Su pintura azul brillante simbolizaba un contraste de lo nuevo contra lo viejo, un reflejo de nuestro mundo de hoy contra aquel de nuestros inicios. Observ\u00e9 que el flujo corr\u00eda establemente por mi lado, llevando hojas de las palmeras que salpicaban las orillas. Hab\u00eda profundos surcos grabados a lo largo de la superficie, como las cicatrices de un antiguo guerrero.<\/p>\n
El r\u00edo era m\u00e1s angosto de lo que hab\u00eda imaginado, apenas veinte yardas en su punto m\u00e1s ancho. El remolino era del color del jade quemado, oscuro y turbio. Los remolinos giraron y giraron a lo largo de su camino. Cuando reflexion\u00e9 sobre todo lo que el Jord\u00e1n hab\u00eda presenciado a lo largo de los siglos, de repente me sorprendi\u00f3 mi propia fragilidad e insignificancia.<\/p>\n
Cerr\u00e9 mis ojos e intent\u00e9 imaginar c\u00f3mo debi\u00f3 haber sido. Cuando el calor de la luz del sol toc\u00f3 mis mejillas, comenc\u00e9 a ver lo que se desplegaba ante m\u00ed.<\/p>\n
Al sur, en la parte m\u00e1s baja del r\u00edo, hab\u00eda un hombre. Hab\u00eda aparecido un d\u00eda saliendo del desierto con ropa de pelo de camello y un cintur\u00f3n de cuero. Su nombre era Juan. Estaba demacrado, con el cabello del color del humo de la madera y una barba enredada y retorcida como una red de pescador. Su rostro estaba oscuro como el bronce empa\u00f1ado y desgastado. Incluso desde la distancia pude ver sus ojos hundidos brillando a la luz del sol.<\/p>\n
En la orilla detr\u00e1s de \u00e9l, un peque\u00f1o fuego ard\u00eda, enviando fragmentos de humo azul que se enroscaban en el aire. Amonton\u00e1ndose cerca de las llamas, buscando refugio del fr\u00edo de la ma\u00f1ana, se sentaron dos de sus seguidores. Estos hombres hab\u00edan abandonado las vidas que hab\u00edan conocido, comprometi\u00e9ndose con sus ense\u00f1anzas y con el Dios para el que hab\u00eda sido enviado a preparar el camino.<\/p>\n
Mir\u00e9 a trav\u00e9s de la niebla del color de la pizarra y pude ver una segunda figura emerger de la orilla opuesta. Era alto, vestido con una simple t\u00fanica de alabastro que colgaba hasta sus pies con sandalias. El cabello, del color del canela, ca\u00eda sobre sus hombros, y pude ver sus ojos de caoba brillando a la luz del sol como una vela que parpadea en una suave brisa. Supe instant\u00e1neamente qui\u00e9n era y sent\u00ed que mi coraz\u00f3n se aceleraba. Lo observ\u00e9 mientras entraba al r\u00edo y se dirig\u00eda hacia el otro lado donde estaba Juan. Esperando.<\/p>\n
Cuando se juntaron, Jes\u00fas acarici\u00f3 suavemente la cara del hombre, como el toque amoroso de un padre hacia su \u00fanico hijo. Luego caminaron hacia el centro hasta que oscuras corrientes de agua se arremolinaron alrededor de sus cinturas. Y vi como Juan lo bautizaba, tal como lo hab\u00eda hecho con tantos otros antes que \u00c9l.<\/p>\n
Cuando la cabeza de nuestro Salvador emergi\u00f3 por la superficie, un deslumbrante rayo de luz cay\u00f3 como cascada a trav\u00e9s de las nubes como una paloma navegando hacia la tierra. Y una voz como de trueno son\u00f3 desde los cielos, sacudiendo el suelo a mi alrededor: \u201cEste es mi Hijo, en quien tengo complacencia\u201d.<\/p>\n
El viento soplaba sobre la superficie del Jord\u00e1n, agitando una neblina azul p\u00e1lida en el aire antes de desaparecer, como si absorbiera las nubes. Tan r\u00e1pido como hab\u00eda partido, la calma una vez m\u00e1s se asent\u00f3 sobre el antiguo r\u00edo.<\/p>\n
Las im\u00e1genes en mi mente comenzaron a desvanecerse lentamente. Mis ojos se abrieron y los entrecerr\u00e9 por la luz del sol de la ma\u00f1ana que se filtraba entre los \u00e1rboles. Hab\u00eda un olor dulce en el aire, como madreselva, y tom\u00e9 un respiro hondo y relajante, asombrado por el momento. Sab\u00eda que nunca podr\u00eda entender c\u00f3mo habr\u00eda sido ese d\u00eda. Si hubiera estado de pie all\u00ed en las aguas poco profundas cuando el Esp\u00edritu Santo se derram\u00f3 del cielo, la belleza habr\u00eda sido como ninguna vista por ojos humanos.<\/p>\n
Debajo de m\u00ed, flu\u00eda el agua oscura. Siempre en movimiento. Implacable en su viaje. Este r\u00edo hab\u00eda visto muchos milagros extraordinarios a lo largo de los siglos. Los pecados hab\u00edan sido lavados. Se hab\u00edan formado nuevas vidas. Como muchos de nosotros en nuestro mundo moderno, quiz\u00e1 hubo personas que habr\u00edan perdido el rumbo. Gente que hab\u00eda entrado al agua, quebrantadas y llenas de desesperaci\u00f3n, solo para emerger con alegr\u00eda y paz en sus corazones. Libres de la esclavitud del pecado.<\/p>\n
Sab\u00eda que ese momento a lo largo del Jord\u00e1n permanecer\u00eda conmigo mientras viviera. Abrumado con gratitud, supe que siempre me recordar\u00edan el poder y la gloria de Dios en una de sus m\u00e1s grandes creaciones.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
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