En la Biblia encontramos una maravillosa historia de reconciliaci\u00f3n entre dos hermanos, Jacob y Esa\u00fa (G\u00e9nesis 33).<\/p>\n
Durante mucho tiempo vivieron separados el uno del otro debido a la ira de Esa\u00fa y el miedo de Jacob. Jacob, influenciado por su madre, Rebeca, rob\u00f3 la bendici\u00f3n que por ley pertenec\u00eda a su hermano.<\/p>\n
La ira y la frustraci\u00f3n de Esa\u00fa fueron tan grandes que un d\u00eda dijo: \u201cLos d\u00edas de duelo por mi padre est\u00e1n cerca; entonces matar\u00e9 a mi hermano Jacob\u201d (27:41).<\/p>\n
La reconciliaci\u00f3n entre Jacob y Esa\u00fa, no se dio como por arte de magia. Eventualmente, Jacob reconoci\u00f3 su mal y se arrepinti\u00f3. Pero antes de su encuentro con Esa\u00fa, en varias ocasiones, envi\u00f3 mensajeros delante de su hermano, para que hablaran con \u00e9l y prepararan el encuentro. El trabajo de los conciliadores que se adelantaron a Jacob fue fundamental ofreciendo regalos de ganado para apaciguar la ira de Esa\u00fa (G\u00e9nesis 32:1-20).<\/p>\n
Finalmente, Jacob se humill\u00f3 ante su hermano y present\u00f3 cuidadosamente a sus esposas e hijos; tambi\u00e9n ellos formaron parte del proceso de reconciliaci\u00f3n (33:1-8).<\/p>\n
Como dice Romanos 15:4, todo lo escrito en el pasado est\u00e1 destinado a ense\u00f1arnos. Descubr\u00ed c\u00f3mo la historia de Jacob y Esa\u00fa es parecida a una historia en mi propia familia, y c\u00f3mo se necesitan conciliadores para lograr la reconciliaci\u00f3n.<\/p>\n
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En los a\u00f1os setenta, mi abuelo Francisco tuvo un fuerte conflicto con su hermana mayor, a la que cari\u00f1osamente llamamos t\u00eda Lola. \u00c9l no acept\u00f3 la relaci\u00f3n que ella ten\u00eda con el hombre con el que finalmente se cas\u00f3 y que se convirti\u00f3 en el t\u00edo Ren\u00e9.<\/p>\n
Mi abuelo y su hermana eran cercanos. Cuando naci\u00f3 mi abuelo, su madre falleci\u00f3, por lo que ambos viv\u00edan con su padre. No mucho despu\u00e9s, su padre se volvi\u00f3 a casar y tuvo diecis\u00e9is hijos m\u00e1s. Como mi abuelo y su hermana eran los mayores, se vieron obligados a cuidar a sus hermanos, que nac\u00edan a\u00f1o tras a\u00f1o.<\/p>\n
Las condiciones de vida y la pobreza de la familia los obligaron a encontrar sus propios medios para sobrevivir. Por lo que mi abuelo y su hermana dejaron su hogar en el peque\u00f1o pueblo donde hab\u00edan nacido y se mudaron a la Ciudad de M\u00e9xico. Ten\u00edan solo 13 y 11 a\u00f1os, respectivamente.<\/p>\n
Probablemente debido a esta experiencia, su relaci\u00f3n como hermano y hermana era tan fuerte.<\/p>\n
Mi abuelo pens\u00f3 que su hermana nunca se casar\u00eda. Cuando lo hizo, \u00e9l se sinti\u00f3 tan frustrado que le dijo que desde ese momento ya no era su hermana.<\/p>\n
La t\u00eda Lola emigr\u00f3 con su esposo a Nueva York.<\/p>\n
Despu\u00e9s de treinta a\u00f1os, viejos y jubilados, volvieron a M\u00e9xico con la intenci\u00f3n de ver a mi abuelo al menos una vez m\u00e1s antes de morir.<\/p>\n
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El encuentro en Monterrey, M\u00e9xico, fue algo que marc\u00f3 mi vida y la vida de toda mi familia. Mi t\u00eda y mi abuelo se miraron a los ojos, como si recordaran su infancia, como si estuvieran pidiendo perd\u00f3n y perdon\u00e1ndose el uno al otro. Al no poder decir una sola palabra, se fusionaron en un abrazo largo y entra\u00f1able. Sent\u00ed como si el tiempo se hubiera detenido. Y en ese momento, entend\u00ed lo que significaba la reconciliaci\u00f3n y lo que conduce a ella.<\/p>\n
Al igual que con Jacob y Esa\u00fa, esta reuni\u00f3n no se dio por casualidad. Toda la familia se involucr\u00f3, hablando con ambas partes sobre la necesidad de reunirse al menos una vez antes de morir, ya que eran mayores de edad. Hablamos con ellos por separado, invertimos tiempo para persuadirlos, los alentamos a superar el miedo constante al rechazo, los exhortamos a superar el orgullo y les prometimos que estar\u00edamos con ellos durante todo el proceso de reconciliaci\u00f3n.<\/p>\n
Al final, la familia sinti\u00f3 que incluso si no se lograba el objetivo principal, val\u00eda la pena el esfuerzo por un intento hacia la reconciliaci\u00f3n.<\/p>\n
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Estas dos historias, Jacob, Esa\u00fa y mi propia familia, nos cuentan sobre el valioso trabajo de los conciliadores. Sin ellos, el objetivo de la reconciliaci\u00f3n no se habr\u00eda logrado. Por esa raz\u00f3n, la Biblia habla de la reconciliaci\u00f3n como un ministerio, dentro de las familias y entre los que est\u00e1n fuera de la fe. Vivimos en un mundo de relaciones humanas rotas debido al ego\u00edsmo, la arrogancia y diferencias insignificantes. La vida se evapora como el agua. A medida que pasa el tiempo, las personas contin\u00faan viviendo bajo la influencia de la ira, la separaci\u00f3n y el dolor. \u00a1Cu\u00e1nta reconciliaci\u00f3n se necesita entre esas personas quebrantadas!<\/p>\n
Pero ese no es el asunto m\u00e1s importante. La principal reconciliaci\u00f3n que los seres humanos necesitan es con Dios. Todas las dem\u00e1s relaciones dependen de esta. Incluso en esto, se necesitan conciliadores para llegar a aquellos que no conocen a Cristo. La Biblia dice: \u201cTodo esto es de Dios, quien nos reconcili\u00f3 consigo mismo a trav\u00e9s de Cristo y nos dio el ministerio de la reconciliaci\u00f3n\u201d (2\u202fCorintios 5:18).<\/p>\n
Este no es solo un ministerio del pastor sino de todos los creyentes. Participar activamente en la gran tarea de reconciliaci\u00f3n entre Dios y la humanidad representa la verdadera medicina que las personas enfermas necesitan debido al pecado. Los seres humanos no pueden curarse a s\u00ed mismos porque no se dan cuenta de que est\u00e1n separados de Dios.<\/strong><\/p>\n \u00a0<\/strong><\/p>\n Los conciliadores tienen un mensaje que compartir: Jes\u00fas, el gran conciliador de la humanidad. Esto es lo que dice el ap\u00f3stol Pablo: \u201cDios estaba reconciliando el mundo consigo mismo en Cristo, sin contar los pecados de las personas contra ellos. Y nos ha confiado el mensaje de reconciliaci\u00f3n\u201d (v. 19).<\/p>\n El trabajo extraordinario que Cristo ha hecho, y al que todos estamos llamados, produce una maravillosa satisfacci\u00f3n. Se trata de restaurar lo que se ha roto, recuperar lo que se perdi\u00f3 y redimir lo que se conden\u00f3. Estas no son cosas menores, ni cosas que cualquiera puede hacer, sino solo aquellos que se han reconciliado con Dios como cristianos: \u201cPor tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: Reconciliaos con Dios\u201d (2 Corintios 5:20).<\/p>\n Tomemos seriamente ese llamado.<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" En la Biblia encontramos una maravillosa historia de reconciliaci\u00f3n entre dos hermanos, Jacob y Esa\u00fa (G\u00e9nesis 33). Durante mucho tiempo vivieron separados el uno del otro debido a la ira de Esa\u00fa y el miedo de Jacob. Jacob, influenciado por su madre, Rebeca, rob\u00f3 la bendici\u00f3n que por ley pertenec\u00eda a su hermano. La ira […]<\/p>\n","protected":false},"author":1453,"featured_media":24752,"comment_status":"closed","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"sync_status":"","episode_type":"","audio_file":"","castos_file_data":"","podmotor_file_id":"","cover_image":"","cover_image_id":"","duration":"","filesize":"","filesize_raw":"","date_recorded":"","explicit":"","block":"","footnotes":""},"categories":[635,777],"tags":[],"yoast_head":"\nEl llamado<\/h2>\n