Mi hija, Aubrey, tenía diez u once años la vez que fuimos juntos al supermercado. Yo llevaba una camiseta vieja de los Cincinnati Reds y unos pantalones cortos rojos de algodón, calcetines blancos y tenis blancos. Cuando salimos del coche y empezamos a caminar uno al lado del otro, cometí un error: le pedí consejo.
Tirando de la parte de abajo de mi camiseta, pregunté: “¿Qué dices, Aubrey? ¿Me meto la parte de abajo de la camiseta o la dejo fuera?”
Ladeó la cabeza, me miró de arriba abajo y contestó: “Yo digo que nunca vuelvas a ponerte esa ropa”.
Eso fue después de que mi esposa, Robin, trabajara diligentemente en mi aspecto personal y mis elecciones de estilo durante unos veinte años. Y todavía me tenía que decir lo que no debía ponerme.
Al menos no estoy solo. Hay suficiente gente en el mundo como yo como para proporcionar material constante para programas de televisión que le dicen a la gente qué ponerse, qué no ponerse y cómo despertarse algún día como “una persona totalmente nueva”.
¿No sería estupendo empezar de cero? ¿Que se vaya lo viejo y que venga lo nuevo? Especialmente si está cansado de viejos hábitos y comportamientos fastidiosos. La Biblia no sólo dice que es posible, sino que nos dice específicamente qué llevar y qué no llevar, mejor de lo que podría enseñarnos cualquier programa de televisión. Está en una carta escrita por Pablo, el gran fundador de iglesias del primer siglo, a los seguidores de Jesús en la ciudad de Colosas. Y del mismo modo que los presentadores de los programas de reality show suelen dar a sus modelos algunas claves que deben recordar como: (“las telas con cuadros no se ven bien”), Pablo nos insta a cada uno de nosotros a “un nuevo yo” con sólo tres pequeñas palabras.
Palabra #1: ‘con’
Pablo escribe:
Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Concentren su atención en las cosas de arriba, no en las de la tierra, pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, que es la vida de ustedes, se manifieste, entonces también ustedes serán manifestados con él en gloria (Colosenses 3:1-4).
Observe: Ya que han resucitado con Cristo, y su vida está escondida con Cristo en Dios, y ustedes serán manifestados con él en gloria. Su realidad no es el mundo material que ve a su alrededor, ese lugar que C. S. Lewis llamaba famosamente “las Tierras Sombrías”. Esta realidad presente, si usted ha puesto su fe y su vida en Jesucristo, es un tenue reflejo de su vida real. Comparada con esa vívida realidad, “Pues ustedes han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios” (v. 3).
Su realidad no es esta matriz de pecado y enfermedad, odio y angustia. Es una nueva realidad de salud y plenitud, amor y risa que puede apreciar y disfrutar plenamente durante toda esta vida y toda la siguiente. Así es como Pablo pudo animar a los lectores de su carta a abrazar un nuevo yo.
Palabra #2: ‘quitarse’
Algunos de nosotros no estamos en contacto con la realidad. Aunque hemos experimentado una nueva vida en Cristo, somos completamente inconscientes de nuestra vida real, y no estamos viviendo como personas cuyas vidas están con Cristo en Dios. Por eso Pablo dijo a la iglesia de Colosas:
Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios. Ustedes las practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Pero ahora abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno. Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios (vv. 5-9).
En un popular programa de cambio de imagen, el candidato tenía que traer toda su ropa y revisar el armario, pieza por pieza, tirando casi todo. Era cómico ver cómo algunas personas estaban tan apegadas a sus pantalones gastados, sombreros horribles, camisas manchadas y zapatos feos, sobre todo cuando acababan de recibir una tarjeta de crédito para comprarse ropa nueva, ropa bonita, ropa mejor.
Si su vida real está con Cristo en Dios, no necesita sus viejas vestiduras: inmoralidad sexual, impureza, lujuria, malos deseos, avaricia, ira, enojo, malicia, calumnia, lenguaje sucio y mentiras. Trágicamente, sin embargo, muchos se aferran a ellas. Pero si seguir a Cristo no lo está cambiando, entonces no está siguiendo a Cristo. Si su vida real está con Cristo en Dios, es más probable que pase tiempo en oración, diciendo: “Quita esto de mí. Estoy harto de eso. Lo odio. Quiero deshacerme de ello”.
En la vida que una vez vivió, hizo esas cosas porque este mundo, este trabajo, estas cosas eran todo lo que tenía, así que era importante para usted. Pero ahora su verdadera vida está con Cristo en Dios, así que . . . ¿mentir para conseguir un trabajo mejor? Eso sería como aferrarse a esa vieja sudadera de Grateful Dead que nunca estuvo de moda. ¿Coquetear con alguien o acostarse con alguien o engañar a alguien para sentirte bien? Eso sería como vestirse con trapos viejos y sucios. Pablo dice, “Así que hagan morir las cosas pecaminosas y terrenales que acechan dentro de ustedes” (v. 5, NTV). Tírelos, tírelos a la basura, quémelos, “ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios” (v. 9). Sólo entonces estará preparado para un nuevo yo.
Palabra #3: ‘revestirse’
Si en verdad usted ha resucitado con Cristo y su vida está escondida con Cristo en Dios, tiene un nuevo vestuario, apto para una persona totalmente nueva. El alma que verdaderamente ha caído bajo la influencia de Jesús mostrará una vida transformada — un nuevo yo, una nueva realidad, una nueva imagen:
Ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador. En esta nueva naturaleza no hay griego ni judío, circunciso ni incircunciso, culto ni inculto, esclavo ni libre, sino que Cristo es todo y está en todos. Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos. Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él (vv. 9b-17).
Sería estupendo, ¿verdad? ¿Pero cómo?
No se consigue apretando los dientes, esforzándose mucho y, por pura fuerza de voluntad, volviéndose compasivo, amable, humilde, gentil y paciente. Si usted tuviera esa capacidad, no habría necesitado a Jesús y Su amoroso sacrificio por sus pecados.
El vestuario que Pablo prescribe no se consigue con agallas, determinación o buenas intenciones. Fíjese en la metáfora que utiliza: “revístanse” (v. 12). ¿Con qué frecuencia se viste? ¿Todos los días? ¿A menudo lo primero que hace por la mañana? ¿Antes de salir de casa, antes de ir a clase, antes de hacer negocios?
Así es con “el nuevo tú”. Observe cómo Pablo habla de la palabra de Cristo, de enseñarnos unos a otros, de aceptar la amonestación, de cantar salmos, himnos y cánticos espirituales, y de dar gracias. Si usted comienza cada día en la Palabra de Dios, si usted aprende de Él antes de aprender de nadie, si usted le canta a Él mañana tras mañana, si usted ora y da gracias al comienzo de cada día — y no sólo privadamente sino corporativamente también, enseñándose y amonestándose unos a otros, adorando y sirviendo juntos — entonces su comportamiento, carácter, relaciones — su mismo semblante y postura, su vida aquí en la tierra — comenzará a reflejar su vida real, que está escondida con Cristo en Dios.
Esa es la vida real. Esa es su vida. Una persona totalmente nueva.