Un Tazón de Misericordia

por Sarah Schwerin

Mi mamá, esposa de pastor, me contó una vez una historia sobre una de las muchas iglesias en las que ella y mi padre servían. Cada semana, la iglesia celebraba una cena antes del servicio del miércoles por la noche. La comida era sencilla pero abundante: sopas, sándwiches y — varios guisos.

Cuando la iglesia empezó a ofrecer las comidas, el sótano se llenaba con los asistentes habituales de entre semana. Sin embargo, con el paso de las semanas, los miembros invitaban a amigos y familiares. Como la iglesia estaba en la zona rural de los Apalaches, algunas personas invitaban a la comunidad, donde a muchos les costaba llenar sus despensas y mesas.

Un invitado no deseado

Poco después de invitar a la comunidad, un hombre mal vestido entró en el acogedor sótano, tomó un tazón de sopa y se sentó a comer.

Uno de los miembros fieles de la iglesia se acercó a mi madre. Con el rostro enrojecido, señaló al otro lado de la habitación. «¿Qué está hacienda él aquí?»

Mi madre miró al hombre que comía en silencio y luego miró con cara de pocos amigos al miembro que preguntó». ¿Qué quieres decir?»

«Él no asiste aquí».

Ella miró al hombre recién llegado y al miembro de la iglesia, quien se aflojó el cuello de la camisa y miró fijamente al otro lado de la habitación. «Lo siento, no entiendo».

«No podemos dejar que todos vengan a comer. Deberíamos guardar esto para nosotros».

Convicción personal

Cuando mi madre terminó de contarme la historia, no supe qué decir. ¿Cómo podía alguien ser tan insensible, tan mezquino, especialmente alguien que decía ser cristiano? Yo quería mostrar misericordia, dar a los demás lo que no se merecían.

Sin embargo, con el paso de los años, he cometido el mismo error que el hombre iracundo de la iglesia de mi madre. No he excluido a nadie de una comida, pero he olvidado mostrar misericordia a quienes más la necesitaban.

La misericordia es bondad

La Biblia nos enseña mucho sobre la misericordia. En Mateo 9:13, Jesús cita Oseas 6:6: “Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos”.

Jesús vino a la tierra para mostrarnos qué es la misericordia y cómo extenderla a quienes nos rodean. Como Él lo ejemplificó, la misericordia es ser amable con los demás. Charlar con nuestro vecino al recibir el correo. Dejar que alguien pase delante de nosotros en el supermercado. Pagar el café de un desconocido. Preguntarle a un empleado de la tienda cómo se siente. Sin embargo, a menudo perdemos oportunidades de ser amables con los demás.

Así como en las horas pico del tráfico, nosotros también vivimos a un ritmo frenético. Vamos al trabajo y hacemos nuestras tareas. Luego volvemos con nuestras familias, llevando a nuestros hijos a sus actividades, poniéndonos al día con lo que no tuvimos tiempo de hacer el fin de semana. Rara vez levantamos la vista de nuestros dispositivos o nuestras agendas para ver las necesidades de quienes nos rodean. No nos dimos cuenta del vecino solitario, del hombre sin hogar que siempre está cerca del gimnasio, del compañero de trabajo que no para de llorar. Misericordia es tomarse un tiempo para bajar el ritmo y priorizar las necesidades de los demás.

La misericordia no muestra favoritismo

Sin embargo, ser misericordioso con quienes nos rodean puede ser difícil. Pregúntenle al hombre de la iglesia de mi madre. Quería que la comida fuera solo para los miembros de la iglesia, no para la comunidad. No quería que alguien vestido así se llevara lo que le pertenecía a él y a su iglesia.

El favoritismo puede aparecer cuando menos lo esperamos. Apretamos la cartera y el bolso con más fuerza cuando nos cruzamos con cierto tipo de personas. Nos aseguramos de cerrar con llave las puertas del coche cuando una persona desaliñada cruza la calle. A veces pensamos que nuestras iglesias y estudios bíblicos deberían tener solo personas como nosotros. Cuando alguien se ve o actúa diferente a nosotros, podemos juzgarlo basándonos en nuestras creencias y opiniones, no en hechos.

Sin embargo, Jesús es claro: la misericordia no hace acepción de personas (Romanos 2:11). Su mensaje es para todos. No debemos juzgar por la apariencia ni por las acciones. La mujer mal vestida con ojeras pudo haberse quedado despierta hasta tarde con un hijo o un padre enfermo.

¿Pero qué pasa si consume drogas o se prostituye? ¿Debería eso cambiar nuestra forma de tratarla? Jesús dijo que no. Jesús amó y atendió a los marginados de la sociedad, y nosotros debemos hacer lo mismo. De hecho, los más desfavorecidos son los que más necesitan nuestro amor y bondad. Como escribió Santiago: “Hermanos míos, no tengan su fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo con una actitud de favoritismo” (2:1, NBLA).

Aquellos que han cometido muchos errores y ven que sus recursos, amigos y familiares escasean necesitan una mano amiga y una palabra amable más que quienes fingen tenerlo todo bajo control. Dios no vino a este mundo para quienes parecen tener vidas perfectas. Dios vino para quienes han cometido errores y viven vidas desordenadas, quienes reconocen que tienen una necesidad que solo la misericordia de Dios puede satisfacer. Si creemos en Dios, es nuestra responsabilidad modelar Su comportamiento: sin favoritismo y guiando a otros hacia una relación con Él.

La misericordia es perdonar

Otro obstáculo para mostrar misericordia pueden ser los rencores y la ira a los que nos aferramos con la misma fuerza con la que nos aferramos al volante cuando alguien se nos cruza en el camino.

Me identifico. En mi interior, he estado furiosa y justificado mis actitudes y acciones implacables. ¿Cómo pudieron tratarme así? He hecho sacrificios y he seguido las reglas; merezco cosas buenas. Ellos están cosechando las consecuencias de sus malas decisiones. No merecen misericordia.

Pero la verdad es que ninguno de nosotros merece misericordia. Todos hemos hecho cosas que no debimos, pero Dios muestra misericordia a todos los que piden. Dios me ha perdonado. Dios quiere perdonarnos a todos. Y nos llama a perdonar a los demás.

En la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37), el héroe de la historia es el enemigo del público. Los líderes religiosos, las buenas personas de la época, no ayudaron al hombre herido. En cambio, alguien a quien los judíos habían crecido odiando mostró misericordia a un hombre necesitado. Jesús exhortó a la multitud a ser como este hombre, su enemigo. Ser tan misericordioso como el buen samaritano significa dedicar tiempo a la bondad, a no mostrar favoritismo y a estar dispuestos a perdonar.

¿Cómo podemos ser misericordiosos?

Mi madre falleció y ya no supe qué pasó con los hombres de aquella cena de la iglesia de la que hablaba mi madre. Pero recuerdo al hombre que no mostró misericordia, y trato de no ser como él.

Sin embargo, tengo que ser sincera. La vida es ajetreada y difícil. Ser misericordioso se convierte en una tarea más de la lista, no en una forma de vida. Las malas actitudes se infiltran. La falta de perdón envuelve nuestros corazones con sus viscosos tentáculos.

Encontramos la clave para vivir una vida misericordiosa en la Biblia. Al estudiarla y orar, nos acercamos a Dios. Él nos muestra una manera de vivir diferente a la del mundo: nos muestra cómo ser misericordiosos. Cuando dejamos que Dios guíe nuestras vidas, Él cambiará nuestra respuesta para incluir y amar a los demás, en lugar de verlos como si no pertenecieran. Viviremos según las palabras del profeta: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (Miqueas 6:8).

Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail
El Toque Sanador de la Misericordia del Reino Edición Actual

Written By

Sarah Schwerin has a background in teaching, tutoring, and homeschooling and is an author and speaker. She has been published in such publications as Whispers of Grace, Refresh Bible Study Magazine, Inspirations Online, and ChristianDevotions.us. Sarah lives with her husband in Sorrento, FL.

More From Author

© wildpixel | istockphoto.com

Diferente

Leer más

You May Also Like

© ysuel | istockphoto.com

Una Gran Misericordia

Leer más
© Daniel Megias | istockphoto.com

Costoso

Leer más

Jornada Sagrada

Leer más