Somos lo Que Atesoramos

por Stephen R. Clark

La “sabiduría” popular común en las comedias románticas y las letras de las canciones es: “El corazón quiere lo que el corazón quiere”. A menudo, se utiliza para justificar comportamientos impulsivos. Aunque esto podría ser tan mundano como darse un capricho con demasiado chocolate, esta sabiduría suele estar relacionada con elecciones cuestionables en las relaciones.

Esto implica que nuestros deseos brotan en nosotros de forma espontánea, incontrolable, y deben ser satisfechos. En otras palabras, no tenemos más opción que actuar según estos deseos. No seguir estas pasiones aleatorias se considera impensable porque, como saben, “el corazón quiere lo que el corazón quiere”.

Lo verdaderamente impensable es creer que nuestros deseos no se basan en nuestras decisiones. De lo contrario, ¿por qué nos advierten las Escrituras en Proverbios 4:23: “Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida”? De hecho, Jesús advirtió que “las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina. Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia” (Mateo 15:18, 19).

¿Cómo entran todas estas cosas en nuestro corazón? Nosotros las ponemos allí. Si atesoramos la codicia, la lujuria, el sexo, la oscuridad y la avaricia en nuestro corazón, nuestros deseos crecerán a partir de ahí.

Otro consejo popular es seguir o escuchar al corazón. Pero las Escrituras contraatacan con una advertencia: El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? (Jeremías 17:9).

¿Qué debemos hacer? Como Pablo, queremos gritar: ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? (Romanos 7:24). Todo se reduce a atesorar las cosas correctas en nuestros corazones. Como dice Pablo: ”en lo íntimo de mi ser me deleito en la Ley de Dios“ (v. 22).

Volviendo a Jeremías y añadiendo el contexto, la solución queda clara:

“Benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto” (17:7, 8).

Para asegurar que nuestros corazones anhelen lo correcto, necesitamos depositar nuestra confianza firme en el Señor. Necesitamos alimentar nuestros corazones con las profundas verdades de la Palabra de Dios. Es atesorando y sumergiéndonos en las palabras que Dios ha hablado — la Biblia — que nuestros corazones pueden sanarse.

Cuando los programas informáticos fallan, a menudo se debe a un código deficiente. El mantra del programador es “Si entra basura, sale basura”, lo que significa que si alguien cometió un error al programar desde el principio, el programa producirá resultados poco fiables.

Lo mismo ocurre con la forma en que programamos nuestros corazones. Si le metemos basura, obtendremos resultados defectuosos. En cambio, si atesoramos en nuestros corazones amor, paz, generosidad, altruismo, compasión, gracia, etc., los resultados serán similares. ¿Qué estás poniendo dentro de ti?

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Una Persona de Prosperidad

Written By

Stephen R. Clark?is the former editor of?Christian Bookseller Magazine?and a regular contributor to the Christian Freelance Writers Network blog. He has written for Adams Media,?Bookstore Journal,?Christian Century,?Eternity, and other publications. He has also project managed and edited dozens of books with Bridge Publishing and Wiley Publishing, where he worked in the Consumer Dummies division on the ?For Dummies? books. Stephen lives with his wife, Beth Ann, in Lansdale, PA. Learn more about him and his writing at?www.StephenRayClark.com.

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