por Cindy Arora
El encanto es engañoso, y la belleza no perdura, pero la mujer que teme al Señor será sumamente alabada (Proverbios 31:30, NTV).
Por dentro gemía cada vez que alguien quería estudiar el poema de la mujer de Proverbios 31. Me sentía agotada y abrumada con solo pensar en intentar emular a esa supermujer. Ésta debería haber sido mi primera pista de que este proverbio es más profético que pragmático.
Para calmar mi corazón, me concentré en el verso 30 (citado arriba). Si temía al Señor, razoné, entonces todas estas otras cosas encajarán. Reduje el lenguaje poético que parecía una lista interminable de «cosas por hacer» a rasgos de carácter. Eso hizo que el proverbio fuera más acceptable — más factible.
Si bien esa forma de pensar puede ser valiosa en un sentido pragmático, pasa por alto la naturaleza profética del poema. La novia del rey descrita en Proverbios 31 es la novia de Cristo — la iglesia. ¡Parece sobrehumana porque lo es! La novia de Cristo recibe el poder sobrenatural del Espíritu Santo. Su valor es más que las joyas porque el precio pagado por ella fue la preciosa sangre de Jesucristo. El Esposo que le confía Su corazón no es otro que el mismo Jesús.
Cuando lo leo desde la perspectiva profética, me siento inspirada y animada en lugar de sentirme agotada. Anteriormente, cuando leía acerca de esta mujer que se levantaba cuando aún era de noche, pensé en todos esos momentos cuando alimentaba a los niños cuando aún eran bebés. Qué cansada estaba. Ahora, cuando leo acerca de levantarse mientras aún está oscuro, pienso en Isaías 60:1: “¡Levántate y resplandece que tu luz ha llegado! ¡La gloria del SEÑOR brilla sobre ti!” (NVI). ¡La novia de Cristo resplandece Su gloria! Usted y yo tenemos el privilegio de ser parte de eso.
Esto explica por qué disfruto de la lectura profética en lugar de la lectura pragmática. La pragmática resalta mis deficiencias; ¡la profética declara mi destino!
