Él [Moisés] entonces dijo: “Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente” (Éxodo 33:18, 19).
En algún momento de mi vida vi esta escritura en un sentido restrictivo, como si Dios estuviera limitando Su gracia y compasión. En otras palabras, sólo a unas pocas personas se les concede Su gracia, pero no a todas.
Pero la intención del verso es exactamente lo contrario. El Señor estaba explicando Su bondad y Su misericordia a Moisés — diciendo, en efecto, que Su gracia y compasión estaban más allá de la comprensión de Moisés.
El incidente del becerro de oro precipitó esta conversación. Israel había roto su pacto con Dios Todopoderoso al adorar al becerro. En Éxodo 32:30, Moisés le dijo al pueblo que su pecado era tan grande que no estaba seguro de que Dios estuviera dispuesto a perdonarlos. Como pueden ver, era Moisés quien dudaba del alcance de la misericordia de Dios. Y estaba haciendo que el pueblo de Israel dudara también.
Dios y Moisés hablaron cara a cara en nombre de Israel durante todo el Éxodo 33. En ese contexto, Dios dijo: “Tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente”. Dios quería que Moisés supiera que Su misericordia no tiene límites. Sus caminos son más altos que nuestros caminos; sus pensamientos son más altos que nuestros pensamientos (Isaías 55:6-9). Mientras que la misericordia humana es limitada, la de Dios no lo es (Oseas 6:1-6; Mateo 9:9-13). Es mayor de lo que podemos pedir o imaginar. ¡Alabado sea Dios!
A los discípulos judíos de Jesús les costaba imaginar que la misericordia de Dios se extendiera a los gentiles no creyentes. Se puede leer la estridente disputa al respecto en Hechos 11. Pedro explicó detalladamente cómo Dios concedía a los gentiles el mismo don que les había concedido a ellos. Entonces dijo: “¿Quién era yo que pudiese estorbar a Dios?” (v. 17).
Ellos quedaron atónitos en silencio. En la mente de los discípulos, la misericordia de Dios tenía límites. Pero Dios será misericordioso con quien Él quiera ser misericordioso, y mostrará compasión con quien Él quiera mostrar compasión. ¿No le alegra de que así sea?
Una y otra vez, la bondad y la misericordia de Dios fluyen más allá de los límites que les ponemos. ¿Hay personas en su vida a las que no puede perdonar? La misericordia de Dios ya está ahí. Así es nuestro Dios misericordioso.
“Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Romanos 11:32).