La recompensa de buscar las prioridades de Dios.
por Ruhama Tewodros Assefa
Durante años, he estado escribiendo un diario para mi futuro esposo — cartas llenas de oraciones, aliento y sabiduría para ayudarlo a crecer como un hombre piadoso y un guerrero espiritual. Quiero que sea fuerte en la fe, un líder en Cristo y alguien que camine en sabiduría.
Pero por mucho que me preocupe por prepararme para el matrimonio, me doy cuenta de algo aún más importante: Mi más grande llamado no es prepararme para un futuro esposo, sino buscar primero el reino de Dios.
En un mundo en el que a menudo se dice a las mujeres que su mayor propósito es casarse y servir a un hombre, he descubierto que la verdadera sabiduría es algo mucho mayor. No se trata de esperar a que un marido me dé un propósito. Se trata de vivir plenamente en Cristo ahora.
Una norma mal entendida
Muchas personas consideran Proverbios 31 como la guía definitiva para ser una mujer piadosa, reduciéndolo a menudo al cuidado del hogar y la sumisión. Pero al analizarlo más detenidamente, vemos a una mujer poderosa y sabia:
“Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias planta un viñedo” (v. 16). Toma decisiones comerciales y es económicamente independiente.
“Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor” (v. 26). Lidera con sabiduría y bondad, enseñando a otros con sus palabras.
“Decidida se ciñe la cintura, pues sus brazos están fuertes para el trabajo” (v. 17). Se fortalece para las tareas que le esperan y es diligente en su trabajo.
“Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al Señor es digna de alabanza” (v. 30). Ella reverencia al Señor por encima de todo, haciéndolo el centro de su vida.
Este pasaje no trata de limitar el rol de la mujer; Se trata de empoderarla para vivir con sabiduría y piedad en todos los aspectos de la vida. Se trata de ser fuerte, discernidora y con una mentalidad del reino.
Dios en primer lugar
Muchas culturas, incluida la mía, siguen creyendo que el mayor logro de una mujer es el matrimonio. Aunque el matrimonio es un hermoso regalo de Dios, no es el objetivo de nuestras vidas. Jesús nos dice: “Busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, entonces todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo 6:33).
La mayor sabiduría que podemos tener es la de buscar primero a Dios. Antes de prepararnos para el matrimonio, una carrera o cualquier hito futuro, debemos preparar nuestros corazones para la voluntad de Dios.
Así como Jesús seguía “creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de la gente”, antes de ejercer su llamado (Lucas 2:52), nosotros también debemos buscar la sabiduría, no para obtener la aprobación de la sociedad, ni para un futuro cónyuge, sino para el reino de Dios.
Mujeres de sabiduría
¿Qué significa ser una mujer sabia en el mundo actual?
Significa usar tus dones con valentía — ya sea en el liderazgo, los negocios, el ministerio o el hogar.
Significa discernir, no creer todo lo que la cultura te dice sobre tu valor.
Significa vivir con fe, confiarle a Dios tu futuro, ya sea que incluya el matrimonio o no.
Cuando ponemos el reino de Dios en primer lugar, accedemos a una sabiduría mucho mayor que cualquier expectativa social. Ya no buscamos la aprobación ni basamos nuestro valor en nuestro estado civil. En cambio, nos convertimos en mujeres que reflejan a Cristo en todo lo que hacemos.
Oraciones cambiadas y el llamado más importante
Sigo escribiendo en mi diario para mi futuro esposo, pero mis oraciones han cambiado. Ya no oro solo para que “él” sea fuerte en la fe. Oro para que “yo” sea fuerte en la fe. Oro por sabiduría, discernimiento y un corazón que busque a Dios primero.
También oro por las mujeres que me rodean, para que vean su valor, no en las expectativas culturales, sino en Cristo.
Oro por la joven a la que se le dice que debe casarse para ser valiosa.
Oro por la mujer que se siente atrapada en un rol que no eligió.
Oro para que el mundo vea a las mujeres como Dios las ve: fuertes, sabias y creadas para Su gloria. Al final del día, mi identidad no está en una futura relación, sino en quién soy en Cristo. Ya sea que me case o no, quiero ser conocida no solo como una mujer de Proverbios 31, sino como una buscadora del reino: una mujer que teme al Señor, camina con sabiduría y lo sigue por encima de todo. Así que a toda mujer a quien le han dicho que su mayor vocación es el matrimonio, le digo: Tu llamado más importante es Cristo. Búscalo primero a Él. Todo lo demás se acomodará.





