Maravillosa Gracia

Los leprosos tenían que gritar: «¡Inmundo, inmundo!»  cuando veían que se les acercaba una persona sana. La mejor forma de combatir la lepra en tiempos de Jesús era aislarlos de la sociedad y dejarlos morir solos, lejos de sus familias.

Los leprosos no recibían atención médica ni espiritual, ya que los sacerdotes no podían acercarse a ellos. Tampoco podían ir al templo.

Lo triste del aislamiento

Cada sociedad se ha enfrentado a sus pandemias y enfermedades de diferentes formas.

Los pacientes con COVID-19 no están tan lejos de lo que sucedió con los leprosos hace mucho tiempo. Cuando se detecta el virus, deben aislarse de sus familias, amigos y lugares de adoración. Sus pastores no acuden a ellos por miedo a contagiarse.

¿Pero es esa la respuesta correcta? Santiago escribió: “¿Está enfermo alguno de ustedes? Haga llamar a los ancianos de la iglesia para que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). Podríamos responder: “¡Oye! Santiago, tienes razón, pero excluyamos a los leprosos y a pacientes con COVID-19 porque nuestros ancianos podrían enfermarse».

Para aquellos que están en casa sin más complicaciones que los síntomas de un fuerte resfriado, eso suena bien porque el aislamiento durará solo dos semanas. Pero para los que están en hospitales o asilos de ancianos, es diferente. Ellos están aislados por mucho más tiempo, lejos de sus iglesias y familias. Muchos de ellos mueren lentamente, el aliento de vida que Dios les dio ya no llega a sus pulmones ni oxigena sus cuerpos.

Una familia espiritual

Es allí donde los capellanes de los hospitales juegan un papel crítico, porque además de ser ancianos de la iglesia universal de Cristo, somos una familia espiritual para esos pacientes. Los capellanes son lo más parecido a la familia que pueden tener en ese momento.

No todos los capellanes se sienten cómodos visitando pacientes con COVID-19, ya que muchos son ancianos y tienen sus propias complicaciones médicas. Ellos pertenece al grupo de los vulnerables.

Antes de COVID-19, la interacción con los pacientes era más abierta y cercana, ya que existía un pequeño riesgo de contagio. Claro, siempre hay algunas enfermedades infecciosas que necesitan cierto nivel de protección. Pero COVID-19 me tomó por sorpresa porque era algo desconocido. El contacto fue limitado y, para ser sincero, estaba un poco ansioso cada vez que visitaba a un paciente con COVID-19. 

Un canto especial

Desde el comienzo de la pandemia, he ministrado a cientos de pacientes con COVID-19 y he visto morir a muchos de ellos. En la mayoría de los casos yo era su única «familia» presente. Vi como se les iba la vida, y me sorprendió ver cómo su salud se deterioraba tan rápidamente. Llegaban al hospital un día, y al día siguiente estaban en muy mal estado, y unos días después, intubados. Después morían.

Para consolar a estos pacientes les cantaba el canto «Sublime Gracia». Para muchos, ese himno fue lo último que escucharon:

¡Sublime gracia del Señor,

¡Que un infeliz salvó!

Fui ciego más hoy puedo ver, perdido y Él me halló.

Un cuerpo

Dios es asombroso porque el cuerpo de Cristo es más grande que nuestras congregaciones locales. En estas situaciones con COVID, nuestras diferencias religiosas y doctrinales se dejan de lado, y la última oración de Jesús a Su Padre celestial por Sus discípulos es la más importante: “Para que todos sean uno” (Juan 17:21).

Algunos me llaman sabático porque adoro el sábado en lugar del domingo. Un sabático era la única familia presente para estos creyentes moribundos. Nuestro asombroso Dios no deja de enseñarnos que nosotros mismos somos los que fabricamos todas nuestras divisiones. Su intención siempre fue que seamos uno. En la muerte lo entendemos.

Cuando estaba con un paciente luterano, era un anciano luterano para ellos. Cuando estaba con un presbiteriano, era un anciano presbiteriano para ellos. Cuando estaba con un católico, era un anciano católico para ellos. Cuando estaba con un bautista, era un anciano bautista para ellos. Y cuando estaba con un ateo, era un ser humano que se preocupaba por ellos.

Verdadera identificación

Pero en realidad no soy sabático, luterano, presbiteriano, católico o bautista. Soy un cristiano, que es la identificación más verdadera para todos los que creemos en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Y soy un ser humano como tú o cualquier otra persona.

Cuando estaba en esas habitaciones del hospital como cristiano, parte del cuerpo de Cristo, ustedes que son creyentes también estaban allí a través de mí. El mismo Señor Jesucristo estaba presente en la figura de un hispano barbudo con fuerte acento en inglés, porque todos somos el cuerpo de Cristo.

Tiempos difíciles

En tiempos de angustia y dolor, las personas de fe a menudo recurren a los líderes religiosos para encontrar respuestas y apoyo. Las personas de poca fe también buscan a Dios en tiempos de crisis, y las personas sin creencias religiosas también se aferran a sus propios entendimientos.

En medio de tanta incertidumbre también nos encontramos con líderes religiosos que niegan la ciencia y orientan a sus seguidores contra las vacunas, las máscaras y el distanciamiento social. Los respeto, pero no comparto su punto de vista. Creer en Dios no debe desviarnos de nuestra realidad como mortales. Somos seres frágiles y finitos, sujetos al hambre, el dolor y la muerte. Somos polvo y al polvo volveremos.

Dios camina con nosotros en nuestro peregrinaje, pero los creyentes somos como todos los demás: Reímos, soñamos, y tenemos esperanza; lloramos, enfermamos y morimos.

Bendición personal

Ministrar a tantos como un capellán durante la pandemia ha sido especialmente importante porque las reuniones de adoración en las congregaciones de Worthington y Sioux Falls, donde soy pastor, fueron suspendidas. No visitar a las personas que son una parte importante de mi vida fue muy difícil y triste.

Mientras que algunas personas extrañaban los conciertos, juegos deportivos o fiestas, yo extrañaba la comunión.

Ser un líder religioso en tiempos difíciles y con tantas voces opuestas es difícil. Pero sigo viendo la maravillosa gracia de Dios. Recientemente, Dios me bendijo con recibir mis dos dosis de vacunas en sábado. Esto tuvo un significado especial para mí porque Él me ha protegido a través del valle de sombra de muerte, aunque he sido testigo del fallecimiento de cientos.

¡En la vida y en la muerte, Dios es maravilloso!

Las citas bíblicas son de la Nueva Versión Internacional.

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Grandes Expectativas Siete Cartas de Amor

Written By

Oscar Mata is originally from Guatemala, where he earned a law degree and received part of his ministerial training. He and his family moved to South Dakota in February 2010 as missionaries. They planted two congregations (Sioux Falls, SD, and Worthington, MN) and helped another congregation in Mitchell, SD. Oscar and his wife, Nancy, have two daughters (Eunice and Naomi) and one son (Oscar). They live in Sioux Falls, where Oscar is a pastor and works as a hospital chaplain. He loves to spend time with his family, friends, and spiritual family.

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