En la Biblia, hay mucha construcción que está en marcha.
Noé construyó un arca para que los animales y los humanos pudieran escapar del Diluvio. El pueblo de Babilonia construyó una torre hacia el cielo. Mejor dicho, lo intentaron. Moisés supervisó la construcción de un tabernáculo portátil en el desierto, empleando artesanos hábiles llenos del Espíritu llamados Bezalel y Aholiab. Algunos de ustedes tal vez nunca den un discurso o escriban un libro para Jesús, pero con sus manos están dotados para otras labores del reino, así como esos dos constructores.
El rey David soñaba con construir una casa para Dios en el Monte Sion. El Señor le dijo: “No, David. En lugar de eso Yo te construiré una casa, una casa espiritual para que el Mesías habite ahí para siempre”. Entonces Salomón construyó en Jerusalén el templo que su padre había soñado, una maravilla del mundo antiguo hasta que el rey Nabucodonosor lo destruyó en el año 586 a.C.
Setenta años después, Nehemías y los judíos que volvían del cautiverio en Babilonia se pusieron a trabajar en la reconstrucción de los muros caídos de Jerusalén, tal y como lo habían hecho antes en el templo que estaba en ruinas. Las palabras “Jerusalén está desierta… Levantémonos y edifiquemos” preparan el escenario para el libro de Nehemías (2:17, 18). Su resuelto liderazgo fue vital para restaurar un lugar en ruinas en una ciudad habitable. Debido a que “el pueblo tuvo ánimo para trabajar” (4:6), sus muros fueron terminados en un tiempo récord, bajo circunstancias hostiles.
Reparadores y restauradores
La palabra desperdicio (i.e., desolado, deshonrado) que describía la antigua Jerusalén en tiempos de Nehemías también aparece en otros textos hebreos. Isaías 24 dice, “He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda . . . Se destruyó cayó la tierra . . . Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes . . . quebrantaron el pacto sempiterno” (vv. 1, 4, 5).
Isaías 58:12 es más optimista: “Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas. . . Y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar”. En Ezequiel 36:33, 35, 36, el Señor Dios dice, “El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. . . Y dirán: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén. . . Yo Jehová he hablado, y lo haré”.
Estos últimos versos pueden asociarse al retorno de los judíos y al renacimiento del Israel nacional en el siglo XX. Expandamos esta aplicación profética para incluir al pueblo de Dios de todas las naciones que trabajan en reconstruir, no sólo Jerusalén y la Tierra Santa, sino todos los lugares de desecho de nuestro planeta. El pueblo del nuevo pacto de Dios — los mansos — heredarán la tierra, de acuerdo a lo que dijo Cristo (Mateo 5:5), pero con la esperanza que no sea en su actual condición semi-desolada. En Hechos 3:21, el apóstol Pedro habla de “el momento en que todas las cosas serán restauradas, lo cual Dios había anunciado desde que el mundo comenzó por medio de Sus santos profetas”. Compare esto con los versos de Isaías 58 y Ezequiel 36 mencionados anteriormente.
Lugares de desechos
Restaurar la tierra no es solo el trabajo que se hará cuando Cristo venga para liderear el trabajo del milenio y asegurar que se lleve a cabo. Es también una obra para la edad presente. Hay mucho que restaurar en la tierra aquí y ahora. Aquí están algunos de los lugares de desecho del 2020, donde, como Pablo dice en Romanos 8:19-23, toda la creación hasta ahora gime a una, esperando la redención de todas las cosas, como por ejemplo nuestra tierra y nuestros cuerpos amenazados por el COVID:
- La pobreza y el hambre atormentan a muchos, mientras que otros viven en el lujo y construyen sus casas y graneros más grandes sin tomar en consideración a los menos afortunados.
- El adulterio, la pornografía, la esclavitud sexual y la elección de concebir hijos fuera del matrimonio son comunes. Pero los matrimonios fieles y de por vida son cada vez más raros.
- La belleza de la Tierra y sus recursos naturales no sólo han sido utilizados como Dios lo permite (Génesis 1, 2) sino que también han sido abusados y sobreexplotados, sin pensar mucho en las generaciones futuras. Los bosques que purifican nuestro contaminado aire están desapareciendo rápidamente. Los ríos y océanos amontonan millones de toneladas de desperdicios plásticos cada año. Los osos polares, los elefantes y otros icónicos animales salvajes están cerca de la extinción por la pérdida de su hábitat, o bien por ser sacrificados por su marfil.
- Millones de personas en África y América Latina se dirigen hacia el norte con la esperanza de encontrar libertad y trabajo, sus esperanzas se mezclan con el miedo al peligro que encuentran en el camino, al peligro de su llegada, y al sombrío futuro de sus familias si permanecen donde están.
- Multitudes de afrodescendientes en este país una vez fueron esclavos, y los campos de juego y lugares de trabajo de sus descendientes aún no están nivelados.
El trabajo y la oración
Escuchen la palabra del Señor a través de Su profeta: “Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre” (Zacarías 7:9, 10).
Trabajemos y oremos para que las bendiciones de Abraham lleguen a todos los pueblos, tribus, lenguas, razas y naciones, para que la gloria del Señor se vea en toda la tierra. Esta es la ocupación de tiempo completo de todo el pueblo de Dios.
Es 100 por ciento correcto y acertado afirmar que nuestros mejores esfuerzos hasta ahora nunca podrán reconstruir completamente los lugares de desecho y restaurar la tierra — hasta que Cristo regrese. Pero, por otro lado, hablar y vivir como si no necesitáramos ayuda, y unirnos para trabajar en la reconstrucción de la tierra hasta que Jesús venga es 100 por ciento erróneo. Esta tierra es nuestra Jerusalén actual, el único hogar para nosotros y nuestros nietos por el momento. Gran parte de ella está desolada: ¡Levantémonos y reconstruyamos! No porque adoremos a la naturaleza o al medio ambiente, sino porque adoramos al Creador y queremos que Su gloria se vea en toda la tierra.
Preparación del presente
Hemos conservado el mejor edificio para el final, la casa que Jesús construyó: “Sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Pablo explicó que este santo templo está edificado sobre los apóstoles y profetas, y que Jesucristo es la piedra angular (Efesios 2:19, 20), y que todos somos colaboradores de Dios en esta obra. Así que cada uno de nosotros debe tener en cuenta cómo construye: sobre la roca (1 Corintios 3:9-11). Sólo los mejores materiales — como el precioso oro de la gracia de Dios, la preciosa plata de Su verdad — podrán resistir las pruebas del tiempo y el fuego mientras construimos la iglesia de Dios (vv. 9-15).
Por un lado, debemos prepararnos para edificar. Lo hacemos añadiendo conocimientos y estimulando nuestros dones espirituales a través de un entrenamiento formal, como el que tenemos disponible en Artios Christian College (Colegio Cristiano Artios). La raíz griega de la palabra artios (i.e., “equipar” o “preparar”) se encuentra en 2 Timoteo 3:17 y Efesios 4:12, que terminan resumiendo el objetivo de artios: “para la edificación del cuerpo de Cristo” (NBLA).
Por otro lado, no espere hasta que esté completamente equipado y preparado para empezar a edificar. Pídale a Dios ahora que le dé una mente para trabajar, y luego ponga manos a la obra. Pregunte lo que hay que hacer por la iglesia y el reino de Cristo. ¡Levántese y reconstruya! Sus habilidades mejorarán a medida que trabaje.
Si su iglesia local sufre pérdidas o está a punto de ser destruida, ¡levántense en armonía y reconstruyan! Únase a otros en su congregación o comunidad para abordar inquietudes comunes: aire limpio, agua pura, hambre, indigencia, justicia racial y económica, asuntos del derecho a la vida y mucho más. Si aquellos con los que trabaja no son como usted, no hablan como usted, no votan como usted, ni adoran como usted, eso significa que tendrá más oportunidades de crecimiento, ¡incluyendo la suya misma!
El Salvador y los salvos
Hay mucho por construir y reconstruir en la iglesia de Dios y en Su mundo. Ninguno de nosotros puede hacerlo todo, pero cada uno de nosotros puede hacer algo. Lo que podamos hacer, debemos hacerlo. Y lo que debamos hacer, creo que lo haremos, si el Espíritu de Cristo está en todos nosotros.
No estamos construyendo para la salvación; nuestro Salvador ha hecho la obra salvadora en la cruz. Él hizo el trabajo pesado por nosotros, ¡y está terminado!
Entonces, ¿qué debemos hacer mientras esperamos el regreso de Cristo?
Pedirle a Dios que nos dé una mente para trabajar en la salvación, como los judíos que fueron salvados de su cautiverio y reconstruyeron Jerusalén en un tiempo récord. ¡Que los redimidos del Señor se levanten y reedifiquen! Trabajemos juntos hasta que Jesús venga. Entonces seremos reunidos para habitar en la casa del Señor para siempre.