La Revolución

El poder transformador de la misericordia del reino.

por David Zepf

“Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7).

En un mundo que celebra cada vez más la venganza, la misericordia del reino se erige como una alternativa radical — una característica divina que marca al pueblo de Dios como verdaderamente diferente. Pero, ¿qué significa ser misericordiosos en una época que no lo es? ¿Y cómo determina la misericordia nuestro testimonio ante un mundo que nos observa?

Naturaleza de la misericordia

En una fría mañana en la Jerusalén del primer siglo, una multitud se reunió en torno a Jesús, trayendo consigo a una mujer sorprendida en adulterio. Los líderes religiosos, percibiendo la oportunidad de tenderle una trampa a este maestro que tanto hablaba de la misericordia, le plantearon este desafío: “En la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Juan 8:5).

La ​​respuesta de Jesús —primero escribiendo en el polvo, luego declarando: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7)— revela la esencia de la misericordia del reino. Esta no ignora la justicia ni celebra el mal, sino que crea espacio para la transformación mediante la gracia.

Uno a uno, los acusadores se fueron, dejando a la mujer sola con Jesús. Sus palabras captaron la esencia de la misericordia del reino: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (v. 11).

Esta escena ilustra cómo la misericordia del reino difiere de la mera tolerancia o de pasar por alto el mal. La verdadera misericordia reconoce la realidad del pecado a la vez que amplía la posibilidad de redención. No es misericordia si no hay nada que perdonar; no es misericordia del reino si deja a las personas sin cambiar.

Costo de la misericordia

Vivir como personas de misericordia tiene un precio. Requiere que muramos a nuestros instintos naturales de venganza, que renunciemos a nuestro “derecho” a guardar rencor y que participemos activamente en la obra redentora de Dios en la vida de los demás. Esto puede resultar particularmente difícil cuando hemos sido heridos personalmente o cuando mostrar misericordia parece perjudicarnos.

Consideremos la respuesta de José a sus hermanos que lo vendieron como esclavo. Años después, con el poder para vengarse, optó por la misericordia: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien” (Génesis 50:20). La misericordia de José no minimizó el pecado de sus hermanos; más bien, lo posicionó para participar en el propósito redentor más amplio de Dios.

Esta clase de misericordia no es pasiva ni débil. Es una fuerza poderosa que puede romper ciclos de violencia, sanar heridas generacionales y transformar tanto a quien la muestra como a quien la recibe. La misericordia del reino nos cuesta nuestro orgullo, nuestro deseo de venganza y, a veces, incluso nuestro sentido de justicia. Pero produce dividendos eternos.

Misericordia en acción

¿Cómo es en la práctica la misericordia del Reino? Considere estas expresiones modernas:

Justicia restaurativa. En lugar de simplemente castigar a los malhechores, los miembros del reino buscan maneras de restaurar y sanar tanto a las víctimas como a los agresores. Esto puede significar trabajar en el ministerio penitenciario, apoyar programas de reconciliación o abogar por sistemas de justicia que prioricen la rehabilitación sobre el mero castigo.

Perdón radical. Cuando las familias de las personas fallecidas en el tiroteo en una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, perdonaron públicamente al tirador, demostraron una misericordia del reino que conmocionó al mundo. Este perdón no niega la justicia, sino que apunta a una realidad superior.

Misericordia económica. Los miembros del reino practican la misericordia al conceder la condonación de deudas, participar en donaciones generosas y crear oportunidades económicas para otros. Esto puede significar cancelar deudas, ayudar a alguien a iniciar un negocio o apoyar iniciativas que brinden dignidad económica a los marginados.

Misericordia relacional. En una era de cultura de la cancelación, los miembros del reino eligen dar segundas oportunidades, mantener relaciones a pesar de los desacuerdos y trabajar activamente por la reconciliación cuando sea posible.

Misericordia como poder

La misericordia del reino transforma tanto al que la da como al que la recibe. Cuando mostramos misericordia, participamos del carácter de Dios y permitimos que Su naturaleza se forme en nosotros. Cuando recibimos misericordia, experimentamos el corazón de Dios y somos transformados por Su gracia.

Considere la historia de John Newton, el extranjero que encontró la misericordia de Dios y se transformó en un defensor de la abolición y escribió “Sublime Gracia”. Su vida demuestra cómo experimentar la misericordia lleva a mostrarla, creando un hermoso ciclo de transformación.

Misericordia como testigo

En un mundo marcado por la polarización, la venganza y la celebración de la caída ajena, la misericordia del reino sirve como un testimonio poderoso. Cuando los cristianos muestran misericordia en situaciones donde el mundo espera venganza, surgen preguntas que apuntan al evangelio. Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”. (Juan 13:35). De igual manera, nuestra práctica de la misericordia, especialmente cuando es costosa o contracultural, nos identifica como personas del reino y atrae a otros a nuestro Rey.

Desafíos a la misericordia

Vivir como personas de misericordia presenta varios desafíos en nuestro contexto actual.

La cuestión de la justicia. ¿Cómo equilibramos la misericordia con la legítima necesidad de justicia? La misericordia del reino no la niega, sino que transforma la forma en que la buscamos.

La prueba de la sabiduría. ¿Cuándo la misericordia facilita un comportamiento destructivo? La sabiduría del reino debe guiar nuestra expresión de misericordia.

El costo personal. Mostrar misericordia a menudo conlleva un costo personal: emocional, financiero o relacional. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?

La presión cultural. En una cultura que a menudo celebra la venganza y la “cancelación” de los demás, elegir la misericordia puede hacernos parecer débiles o ingenuos.

Creciendo en misericordia

¿Cómo crecemos como personas misericordiosas? Varias prácticas pueden ayudar.

Recordemos nuestra propia necesidad. Reflexionar regularmente sobre la misericordia de Dios hacia nosotros nos ayuda a extenderla a los demás.

Practique pequeñas misericordias. Comience con oportunidades diarias para mostrar misericordia de maneras pequeñas: en el tráfico, en el trabajo, en las relaciones familiares.

Estudie el ejemplo de Jesús. Los Evangelios ofrecen numerosos ejemplos de Jesús mostrando misericordia. Estúdielos con atención.

Oren por sus enemigos. El mandato de Jesús de orar por quienes nos persiguen cultiva un corazón misericordioso.

Agentes de misericordia

La misericordia del reino es revolucionaria. Rompe ciclos de venganza, transforma relaciones y da testimonio del carácter de Dios en un mundo desesperado por la esperanza. Como pueblo del reino, estamos llamados a ser agentes de esta misericordia divina, dejándola fluir a través de nosotros para tocar a un mundo dolido.

Al hacerlo, no solo ayudamos a los demás; participamos en la obra redentora continua de Dios. Demostramos que hay otra manera de vivir, otro reino que opera con principios diferentes. Al hacerlo, cumplimos nuestro llamado como pueblo del reino: ser luz en la oscuridad, ser agentes de transformación y mostrar al mundo cómo es Dios. Al abrazar nuestra identidad como pueblo de misericordia, nos encontramos transformados. Nuestros corazones se expanden, nuestra capacidad de amar crece y nos asemejamos más a nuestro Rey misericordioso. En un mundo que clama por esperanza, la misericordia del reino ofrece una alternativa revolucionaria — un acto de gracia a la vez.

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David Zepf has published articles in Christian magazines, including Christian Century and Christian Standard. He lives in West Plains, MO.

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