La Mentira de Satanás

Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita (Romanos 7:18).

En el Edén, Dios ordenó a Adán y Eva que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, o morirían. Ellos no necesitaban entender el panorama completo. Sólo necesitaban respetar la autoridad de Dios confiando en Su palabra y Su juicio.

Más tarde, Satanás le dijo a Eva que ella y Adán no morirían si comían del árbol. Que en lugar de eso, serían como dioses. Satanás dijo que Dios mintió para evitar que se convirtieran en dioses como Él (Génesis 3:3-5).

Para Eva, esta fantasía satánica era mejor que el verdadero paraíso que Dios les había dado a ella y a Adán. ¿Por qué obedecer a Dios cuando puedes ser tu propio dios? Ella cayó en la mentira de Satanás porque quiso.

Quizás Eva pensó que Satanás tenía razón. Dios no podía ser bueno si se estaba interponiendo en su camino.

Adán y Eva sabían que estaba mal desobedecer a Dios, pero lo hicieron de todos modos. Rechazaron la autoridad de Dios para poder convertirse en su propia autoridad queriendo hacerse iguales a Dios. Comieron del árbol, esperando convertirse en dioses ellos mismos. Pero la mentira de Satanás no era real. No se convirtieron en dioses; se corrompieron por el mal.

Cuando Dios les preguntó qué había pasado, Eva culpó a la serpiente como si ella fuera inocente. Adán culpó a Dios porque Dios le dio a la mujer. ¡Qué insolencia!

Al comer del fruto, Adán intentó convertirse en su propio dios, e incluso trató de elevarse por encima de Dios, afirmando que él era más justo que Dios. Ni Adán ni Eva estaban dispuestos a admitir que ya no eran buenos. Esta negación de la realidad se llama justicia propia. Podemos aprender mucho de su fracaso y de su caída en el pecado.

Solo Dios es bueno

En Su bondad, Dios creó a Adán y Eva a Su imagen, no como dioses independientes, sino como hijos inmortales de Dios. Dios compartió Su naturaleza divina con ellos en la unidad de Su Espíritu (2 Pedro 1:4). Pero cuando desobedecieron a Dios, perdieron justamente lo que esperaban obtener por sus propios esfuerzos.

En Mateo 19:17, Jesús dice que sólo Dios es bueno. En este sentido, ser bueno es ser como Dios. Por eso Adán y Eva estaban tan poco dispuestos a admitir que no eran buenos. No estaban preparados para aceptar la realidad de que no eran dioses.

Muchas escrituras afirman que Dios es bueno y que los humanos no lo son:

“Aunque las intenciones del ser humano son perversas desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa suya” (Génesis 8:21).

“Pues, si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11, 13).

Yo sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre (Salmo 51, 5).

Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo (Romanos 7:18).

Tanto los judíos como los gentiles están bajo el pecado: Así está escrito: No hay un solo justo, ni siquiera uno . . . No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo! Para que todo el mundo se calle la boca y quede convicto delante de Dios . . . pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios (Romanos 3:9, 10, 12, 19, 23).

En otro tiempo . . . en los cuales andaban conforme a los poderes de este mundo. Se conducían según el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia . . . éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios (Efesios 2:2, 3).

Modelos históricos

Sin embargo, a lo largo de la historia, vemos a la humanidad enamorarse repetidamente de la mentira de Satanás, de que la bondad es innata. Cuando caminamos en la fuerza de nuestra aparente bondad, ese orgullo y esa seguridad en nosotros mismos nos hacen sentir como si fuéramos “dioses”. Pero esa percepción nunca se materializa en verdadera bondad; siempre es un descenso hacia el mal.

Caín odiaba a su hermano por ser más justo que él. La rectitud de Abel era una afrenta a su sentido de la bondad. Dios le dijo a Caín que no había razón para enfadarse. Haz lo correcto y serás aceptado. Pero Caín no quiso admitir que estaba equivocado. Él eligió la justicia propia, que no le condujo a la bondad, sino a su caída al mal cuando asesinó a su hermano.

A medida que pasaron los siglos, más gente se alejó de Dios. Cuando se llegó a la época de Noé, él era el único que no había abandonado a Dios. Si los humanos pudieran caminar en su propia bondad, este sería el momento en la historia de la humanidad para que hubiera miles de ejemplos de ello. Sin embargo, ni un alma era buena. Al contrario, a Dios le dolió que la humanidad se hubiera vuelto tan depravada, así que destruyó el mundo entero (Génesis 6:5-7). Sólo Noé y su familia sobrevivieron.

Después de que Dios limpiara al mundo de la maldad con el diluvio, la familia de Noé volvió a poblar la tierra. Con los descendientes de Noé, seguramente la humanidad estaba destinada a darse cuenta de la mentira de su bondad interior. Pero no fue así. Los descendientes de Noé desobedecieron a Dios y construyeron la torre de Babel para hacerse famosos (11:4), para glorificarse a sí mismos y no a su Creador. Dios trató su rebelión dispersando al pueblo y confundiendo sus lenguas.

Después de Babel, Dios eligió a Abraham para engendrar la familia a través de la cual nacería Jesús. Dios prometió a Abraham que haría de su familia una gran nación y que todas las familias de la tierra serían bendecidas a través de él. A través del pacto que Dios hizo con Abraham, sus descendientes se convirtieron en la nación de Israel, el pueblo elegido de Dios.

Si usted cree en la bondad de los seres humanos, este debía ser el momento adecuado. La bondad humana brillaría a partir de esta élite y llevaría al resto de la humanidad a darse cuenta de su propia bondad.

Pero eso no fue lo que ocurrió. Dios dejó claro que no eligió a los israelitas por su bondad, pues eran un pueblo obstinado (Deuteronomio 9:4-6). Toda la historia de Israel es un testimonio convincente de la bondad de Dios en Su amor fiel, Su gracia y la disciplina de Su pueblo del pacto, a pesar de su infidelidad y sus pecados. En el último libro del Antiguo Testamento leemos: “Yo, el SEÑOR, no cambio. Por eso ustedes, descendientes de Jacob, no han sido exterminados” (Malaquías 3:6).

El registro de la historia humana confirma que Dios es bueno y los humanos no.

El daño de la auto-justificación

A pesar de su pecado, los israelitas se consideraban superiores a los gentiles porque eran el pueblo elegido de Dios. Cuando Jesús vino a llamar a los pecadores al arrepentimiento (Mateo 9:12, 13), los judíos sintieron que no necesitaban un Salvador porque creían que ya eran justos. Ellos tenían la ley de Dios.

Es cierto que la ley es santa y buena. Pero la ley no tiene poder para salvar; sólo tiene poder para condenar (2 Corintios 3:6-9). Nunca fue un vehículo para la salvación. Dios dio a Israel la ley como un maestro de escuela para hacerle consciente de sus pecados y de su necesidad de un Salvador (Gálatas 3:17ss; Romanos 3:20).

Sin embargo, los judíos se negaron a verse a sí mismos como pecadores. Intentaron establecer su propia justicia (mediante la ley) y no se sometieron a la justicia de Dios (Romanos 10:3). Jesús advirtió a los judíos que los recaudadores de impuestos y las rameras admitían que eran pecadores y entrarían en el reino de Dios antes que ellos (Mateo 21:31, 32). Dios envió a Jesús, no para condenar al mundo, sino para salvarlo (Juan 3:16, 17). Los judíos se excluyeron a sí mismos al abrazar la mentira de Satanás de que eran buenos. Al odiar a Jesús por exponer su injusticia, crucificaron al Hijo unigénito de Dios.

Mentira continua

Han pasado casi dos mil años desde que Jesús fue crucificado. La mayoría de la gente hoy cree que si hay un Dios, Él salva a la gente buena. Miran la maldad del mundo y piensan que están bien cuando se comparan con este. Incluso muchos cristianos comparten esta creencia. Es la misma mentira que Satanás ha dicho desde el principio, la mentira de que somos buenos.

¿Por qué Satanás hace esto? Porque la gente que cree que es buena no necesita un Salvador. No admiten culpa ni se apartan de sus pecados. ¿Por qué la mentira de Satanás sigue funcionando después de seis mil años? Porque la gente quiere creerla.

Esta es la condición humana. Cristo murió por todos. La salvación está disponible para todos. Pero sólo los enfermos necesitan un médico; sólo los pecadores necesitan un Salvador (Marcos 2:17). La gracia de Dios es sólo para aquellos que admiten su culpa, los que se apartan de sus pecados y se vuelven hacia Jesús como su Señor y Salvador.

¡Arrepiéntase y crea! Nuestra respuesta es nuestra responsabilidad.

Las citas bíblicas fueron tomadas de la Nueva Versión Internacional, a menos que se indique lo contrario.

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Written By

Jody McCoy grew up in the Church of God (Seventh Day) in Conroe, TX, attended Spring Vale Academy for three years, and graduated from Texas A&M in 1986 with a master’s degree in electrical engineering. He worked for Advanced Micro Devices for 25 years and left AMD in 2011 to do full-time research in religion, science, and philosophy. In 2015 Jody accepted the position as executive director of the Church of God (Seventh Day). He lives in Austin, TX.

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