La Humilde Capacidad de Aprender

Estar dispuesto a crecer en gracia y conocimiento.

por Mike Wallace

Ella llegó tarde a la clase semanal de estudio bíblico para adultos y se sentó después de que le dimos la bienvenida. Rápidamente empezó a participar en la sesión de preguntas y respuestas.

Nos gustó que alguien nuevo se uniera a nosotros — hasta que empezó a tomar control de la clase. Ella presentó una diatriba sobre un evangelio de Jesús que no formaba parte de la Biblia. Tenía su propia interpretación y quería que todos se convirtieran rápidamente a su falso mensaje.

Cuando la mujer vio que nadie se dejaba llevar por sus divagaciones, se levantó y se fue. Estaba claro que había venido a enseñar sus puntos de vista, en lugar de dejarse enseñar humildemente por la verdad que se estaba compartiendo en el grupo de estudio.

Orgullosos y sin disposición de aprender

Jesús viajó, enseñó y sanó por toda el área de Judea y Galilea. Llevó el evangelio de amor y Su reino venidero a los pobres y oprimidos. Dio esperanza donde la esperanza había sido devorada por la derrota. A pesar de Su mensaje, Jesús se encontró con un grupo de personas que carecían del don espiritual de aprender humildemente. Los líderes religiosos de Judea se burlaron de Él y lo despreciaron.

Los fariseos, también llamados doctores de la ley, conocían tanto de la Escritura que no sentían la necesidad de aprender más. Como líderes de la comunidad, admirados y a menudo llamados rabino (maestro), los fariseos se volvieron tan justos que decidieron que nadie los guiaría, dirigiría o diría qué hacer. No estaban dispuestos a aprender, solo seguían la vanidad de su propia autoestima y su falsa justicia.

Jesús se encontró con los escribas, fariseos y saduceos — los hombres más bíblicos de Su época, y los encontró deficientes. Los reprendió repetidamente. En Mateo 23, dijo siete veces: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas!” (vv. 13-15, 23, 25, 27, 29). Llamó a estos eruditos doctores de la ley “guías ciegos” (v.16) y “camada de víboras” (v. 33).

Aparentemente, simplemente conocer las Escrituras no es suficiente para entrar en el reino de Dios. Los líderes religiosos pagaban un “diezmo de menta, anís y comino, y habían descuidado los asuntos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Estas son las cosas que debían haber hecho, sin descuidar aquellas” (v. 23). Eran tan físicamente justos en sus mentes que se olvidaron de practicar el espíritu de la ley.

Jesús dio Su acusación final contra estos líderes poco antes de Su crucifixión: “¡Jerusalén, Jerusalén, la que mata a los profetas y apedrea a los que son enviados a ella!” (v. 37).

Humildes y dispuestos a aprender

¿Qué espera Jesús de Sus verdaderos discípulos? Que “crezcamos en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Para ello, debemos ser humildes y estar dispuestos a aprender. Los líderes religiosos de la época habían perdido su humildad y no estaban dispuestos a aprender la verdad de Jesús.

Todos conocemos la historia del buen samaritano. En Lucas 10:25-37, vemos una ilustración de los líderes religiosos pasando de largo e ignorando las necesidades del hombre golpeado que yacía a un lado del camino. ¿Cómo pudieron estos líderes religiosos pasar de largo ante el pobre hombre? Su falta de compasión se debía a su falta de humildad.

Entonces llegó un samaritano, despreciado por los judíos y calificado de inferior a los perros. Se compadeció del hombre, lo llevó a una posada y pagó su estancia, su comida y sus necesidades médicas.

El buen samaritano acertó, mientras que los fariseos se equivocaron. Ellos eran orgullosos, con su fe desplazada por su auto-justicia. Vemos el contraste en Habacuc 2:4: “He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá”.

¿Estamos dispuestos a aprender?

¿Qué quiere Dios de nosotros? Miqueas 6:8 da la respuesta: “Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti; solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.

Dios no quiere nada más de nosotros que un corazón quebrantado, un espíritu contrito y respeto por Su Palabra (Isaías 66:2). Eso es lo que significa estar dispuesto a aprender. Esta cualidad es primordial en nuestro camino de la salvación y discipulado. Es esencial cuando nos reunimos en la iglesia para escuchar la Palabra enseñada y predicada, especialmente si nos visitan personas de fuera que tienen puntos de vista divergentes y divisivos.

El salmista David escribió: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu” (Salmo 34:18). Ésta es la orientación de los dispuestos a aprender. No se trata tanto de lo que sabemos como de estar dispuestos a crecer, a aprender de quienes Dios ha puesto sobre nosotros para que nos enseñen.

Dios ha dado ancianos para este propósito. Pablo le dijo a Tito que un anciano debe retener “la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que pueda también exhortar con sana enseñanza y convencer [enseñar] a los que contradicen” (Tito 1:9). Él le escribió a Timoteo que un anciano “debe ser sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar” (1 Timoteo 3:2). Lamentablemente, la joven que visitó nuestro estudio bíblico nos recordó a los fariseos a qiuenes no se les puede enseñar. No queremos ser así. Queremos ser discípulos de Jesús, dispuestos a aprender de Él. Tengamos una actitud de humildad para que podamos crecer en Su gracia y conocimiento. Pasemos todos toda la vida aprendiendo y practicando humildemente la Palabra de Dios.

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Written By

Mike Wallace is the senior spiritual advisor for the Colorado Springs CoG7 and leader of the Montana Fellowship of the CoG7. He is an elder in the Church of God (Seventh) Day and serves a territory about the size of Ukraine. Mike and his wife, Bonnie, reside in Florence, MT. They have five children and six grandsons. On occasion, Mike has been known to raise a sheep or two.

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