La Ferviente Gracia del Padre
Mi cabello enmarañado, mi ropa manchada,
Oliendo a lodo y mugre;
Plagado de hambre que no se alejaba,
Obligado a trabajar en los campos ganaderos.
Mi pueblo lo consideraba un crimen.
Mi herencia robada, todos mis amigos se fueron,
Recordaba a los sirvientes en la casa de mi padre.
Bien alimentados y con un lugar donde descansar.
Ante el dulce pensamiento, me dirigí a casa.
Para limpiarme de los piojos.
Mis labios agrietados, y pies adoloridos,
Aún lejos del repentino y cálido abrazo.
Ojos llenos de lágrimas, derramados por mi padre
Con amor todavía en su corazón.
Envuelto en las mejores túnicas y sandalias gastadas,
Recordaré siempre Su gracia ferviente.
– Kenzie Tenpas writes from Manitou Springs, CO.