No fue su intención mandar parte de su basura a tomar unas vacaciones en el trópico. Sin embargo, ahí está, tomando el sol mientras flota cerca de Hawai en el Océano Pacífico. Curiosamente, algunos de sus químicos tóxicos podrían terminar en su hogar y en su plato gracias a los peces que se bañaban en las mismas aguas.
Esta es una de las razones por la que el inventor holandés Boyan Slat empezó la misión de remover la basura y hacer que los océanos vuelvan a quedar como nuevos. A finales de 2019, Slat anunció el primer gran éxito de su dispositivo para limpiar el océano. Su compañía planea tomar la basura que exitosamente remuevan y darle una segunda vida como algo que no terminará en el océano. Tendrá mucho material con el cual trabajar. En este momento, hay suficiente basura en el océano como para cubrir el estado de Texas. Dos veces.
Slat no es el único que está en el negocio de renovar las cosas viejas.
La misión de Dios
Génesis 1 y 2 sentaron las bases de la meta de Dios para toda la creación. Comenzó cuando Dios deja a un lado una pequeña parcela de tierra como el centro de un proyecto de expansión.
El Edén era un oasis en medio de una tierra salvaje. Ese jardín era el lugar donde dos sacerdotes humanos reflejaban el carácter y los caminos de Dios hacia la tierra, y Dios habitaba entre ellos. Cuando comparamos Génesis 1:28 con Génesis 2:15, emerge una imagen de estos sacerdotes expandiendo el jardín, reconciliando así el desierto salvaje al cuidado de Dios. Eventualmente, la morada de Dios llenaría toda la tierra.
Por lo consiguiente, ¿qué encontramos en los capítulos finales de la Biblia? La morada de Dios llenando toda la tierra.
A pesar de las enseñanzas populares de escapar de la tierra para vivir para siempre en el cielo, ayudar a la humanidad a escapar de la tierra nunca ha sido la misión de Dios. Más bien, la misión de Dios siempre ha sido que los humanos cultiven la totalidad de la tierra en un palacio cósmico que sea digno de un Rey. Este palacio tiene la intención de ser estéticamente bello, y la comunidad viviendo ahí se relacionarán en amor el uno con el otro.
Nueva creación, nuevos humanos
La misión de Dios se desvió cuando la humanidad se resistió. Todavía nos rodea la evidencia de que la humanidad no quiere que Dios sea el Rey sobre la tierra. Más bien, queremos dirigir la tierra a nuestra manera.
Nuestra manera, no la de Dios, ha resultado en hambre, barrios marginados, tráfico sexual, smog y océanos llenos de basura. ¿Es de extrañar porque “la creación gime” (Romanos 8:22)?
Porque “de tal manera amó Dios al [cosmos]”, no solo a la humanidad, que “ha dado a su Hijo unigénito” (Juan 3:16). Por lo tanto, lo que Juan nos invitó a ver en Apocalipsis es un cielo y tierra renovados, todo hecho posible a través de Jesús. Los humanos renovados son parte de esta creación renovada, pero no constituimos el todo.
Jesús era un nuevo tipo de humano. Él reflejó el cuidado de Dios por el mundo de una manera que nunca se había visto. Cuando naces de nuevo en Jesús, es otra forma de decir que Dios te está recreando a imagen de Cristo (2 Corintios 3:18; Romanos 8:29). Pablo lo expresó de esta manera: “Si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!” (2 Corintios 5:17).
Sin embargo, Pablo continuó: “Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando el [cosmos] consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados” (2 Corintios 5:18, 19a).
Un gran componente de este ministerio de reconciliación es ayudar a nuestros semejantes a reconciliarse con Cristo para que ellos también puedan formar parte de la nueva creación. Sin embargo, la nueva creación no termina con la humanidad. Estamos donde comienza.
Reincorporándose a la misión de Dios
En la carta de Pablo a los Romanos, escribió sobre cómo la creación “aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios” (8:19). Sí, la creación te ha estado esperando. Y a mí también. ¿Por qué? Porque sometimos la creación al deterioro. Pero a medida que reflejamos el cuidado de Dios en el mundo, también jugamos un papel en su renovación.
En otra carta, Pablo explicó que somos “creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2:10). Sin embargo, hemos sido re-creados no solo para hacer buenas obras, sino también obras “las cuales Dios preparó de antemano para que las hagamos”.
Este es lenguaje del pacto. Un pacto es una sociedad con Dios. ¿De qué ha tratado esa asociación humana con Dios desde el principio? Reflejar el carácter y las formas de Dios y de reconciliar al mundo, y las comunidades que lo integran, al cuidado de Dios.
Viviendo junto a Dios
¿Su congregación o empresa está trabajando para alimentar a las personas hambrientas? ¿Está pagando deudas? ¿Limpiando las banquetas de las carreteras? ¿Rescatando esclavos? ¿Acabando con la violencia por armas? Esto no es solo un trabajo de alcance. Esto es vivir junto a Dios y reflejar su preocupación por reconciliar las tierras baldías de este mundo con Su gobierno. A través de Jesús, podemos invitar a otros a vivir junto a Él, a formar parte de la nueva creación y unirnos a la misión de Dios.
Así como sacar la basura del océano y transformarla en algo hermoso, las tareas espirituales pueden parecer enormes e imposibles. Incluso mientras hacemos el bien, el mundo continúa haciendo el mal. Incluso cuando Cristo limpia el desastre dentro de nosotros, encontramos nuevas formas de caer. La buena nueva es que Dios nos asegura que un día todos los restos del mal en esta tierra serán recogidos y desechos, mientras que la belleza del reino de Dios permanecerá. Después, como un verdadero socio del pacto, Cristo terminará el trabajo que comenzó, y continúa haciendo, en y a través de nosotros. Y su presencia finalmente llenará toda la tierra.