El contexto es clave. Basándose en los tres Evangelios que registran esta afirmación (Mateo 16:28; Marcos 9:1;
Lucas 9:27), Jesús instruye a Sus discípulos que: 1) el reino de Dios está cerca; 2) Él es el Mesías prometido; 3) Él
debe morir y resucitar; 4) Sus discípulos deben tomar Su cruz y seguirlo; y 5) algunos de los presentes verán la
venida del reino con poder antes de morir. A continuación, los tres Evangelios presentan la Transfiguración,
presenciada por Pedro, Santiago y Juan, aproximadamente una semana después.
El contexto de la Transfiguración de Jesús revelado en la gloria del reino proporciona la interpretación más
común de Mateo 16:28. Otras interpretaciones importantes apuntan a la resurrección y ascensión de Cristo
(Hechos 1:6-11) y al derramamiento del Espíritu en Pentecostés (2:1-4).
En la advertencia que sigue a la Transfiguración, Jesús da una pista sobre lo que quiso decir con estas palabras
y cómo los eventos clave mencionados están conectados: “No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del
Hombre resucite de los muertos” (Mateo 17:9). La transfiguración momentánea de Jesús fue un anticipo visionario
de la gloria que se revelaría en Su resurrección. Y Su resurrección sería el comienzo, o primicia, de la plenitud de
Su reino aún por venir (1 Corintios 15:20-28).
La primera y la segunda venida de Jesús están conectadas. Esto se ve más claramente en lo que Jesús dice a
los Once en Galilea entre Su resurrección y ascensión: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo
28:18).
Esa declaración cumple las profecías de Daniel 2 y 7: “Del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual
desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer
en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación” (2:45). En su visión (capítulo 7), Daniel ve la
revelación de los gobiernos de la tierra desde su tiempo hasta la eternidad. También ve al Hijo del Hombre
viniendo ante el Anciano de Días y recibiendo “dominio, gloria, y reino” (vv. 13, 14) durante la época de esos reyes,
tal como la imagen del sueño de Nabucodonosor. A diferencia de esos reyes terrenales, el reino de Jesús
perdurará para siempre. De Daniel, comprendemos que la venida del reino de Jesús tiene una primera y una
segunda etapa, un principio y un fin.
La promesa de Jesús de que algunos de los que estaban allí con Él verían venir Su reino se cumplió cuando
Sus once discípulos vieron su comienzo en Su resurrección, cuando derrotó al pecado, la muerte y a Satanás.
Esto unifica las interpretaciones más comunes de Mateo 16:28, ya que Jesús asume el gobierno del reino
durante la vida de Sus discípulos. Su transfiguración fue un destello; Su resurrección reveló toda Su gloria, y Su
ascensión al cielo y el derramamiento del Espíritu confirmaron el poder y la autoridad de Su reino. El comienzo del
glorioso reinado de Jesús se estableció en Su resurrección. Continuó en la obra de los apóstoles, cuando la iglesia
primitiva recibió el poder y la autoridad de Su reino para hacer discípulos de todas las naciones (2 Corintios 5:14 —
6:10). Continúa hasta el día de hoy, a medida que vidas cambian milagrosamente mediante el mensaje del
evangelio. Y continuará hasta su culminación en la segunda venida de Cristo, cuando Su reino llene la tierra. Esa
venida final del reino comenzó con la resurrección de Jesús, y Sus discípulos la presenciaron, tal como Él dijo que
lo harían.
— Anciano Chip Hinds





