¿Qué haría para obtener ayuda para su hijo que está enfermo y al borde de la muerte? En Juan 4 leemos acerca de un funcionario real cuyo hijo estaba enfermo y que probablemente había agotado sus contactos y recursos locales para curar a su hijo. El hombre estaba desesperado por ayuda.
Este oficial real estaba en Capernaum y escuchó acerca de un hombre llamado Jesús, que estaba realizando milagros. Jesús estaba en Caná, a veinte millas al oeste de Capernaum. El funcionario tendría que caminar siete horas cuesta arriba para llegar a Jesús. (Capernaum estaba ubicada a 700 pies bajo el nivel del mar, y Caná estaba ubicada al pie de unas montañas a 300 pies sobre el nivel del mar). El padre estaba comprometido a encontrar ayuda para su hijo.
Una vez que el oficial real encontró a Jesús, “fue a Su encuentro y le suplicaba que bajara y sanara a su hijo” (Juan 4:47). La palabra pedir significa que el hombre estaba rogando, implorando, suplicando a Jesús. El Señor respondió brevemente que el padre solo estaba buscando una señal y un milagro como todos los demás para creer que Jesús era el Hijo de Dios. El oficial real volvió a preguntarle a Jesús: “Señor, baja antes de que mi hijo muera”. “Puedes irte, tu hijo vive, le dijo Jesús” (vv. 49, 50).
El pasaje dice que el hombre creyó la palabra de Jesús. Mientras caminaba hacia su casa, sus esclavos lo recibieron con la noticia de que su hijo estaba vivo. Cuando el padre preguntó cuándo había empezado a mejorar la salud del hijo, los esclavos le dijeron: “Ayer a la una de la tarde se le quitó la fiebre” (v. 52), y se dió cuenta que fue a la hora en que Jesús le dijo: “Tu hijo vive”.
Esta historia nos enseña a nunca subestimar la influencia de un padre fiel. Muchas veces, de adolescente y joven adulto en la universidad, mi madre me daba una Biblia, CDs de música cristiana, libros cristianos y otros lindos recordatorios que me dirigían hacia Dios. Sé que ella oraba por mí e hizo todo lo posible para guiarme hacia una relación amorosa con Jesucristo. Ella estaba comprometida conmigo y me animaba en mi camino de fe.
Ese oficial real estaba comprometido con su hijo. ¿Qué tan comprometidos estamos con nuestros hijos, sobrinas, sobrinos y nietos? No solo se salvó la vida de este joven, sino que se le dio un ejemplo a seguir. Su padre caminó durante siete horas cuesta arriba para encontrar a un judío que probablemente nunca había conocido, con la esperanza de curar a su hijo. Después de eso, el niño supo lo que era tener un verdadero compromiso con la familia.
Además, aprendió cómo es la fe. Juan concluye esta historia con una nota para sus lectores que, debido a las acciones de este oficial real y al milagro de Jesús, todos en su casa creyeron en Jesús (v. 53).
Edgar Guest una vez escribió: “Cualquier día, prefiero ver un sermón que escuchar uno”.
Ese muchacho, junto con los sirvientes, ese día vieron lo que es el compromiso. En su libro Bringing Up Boys (Criando Hijos Varones), el psicólogo y autor James Dobson escribió que, aunque los muchachos probablemente no recordarán lo que dice, probablemente se verán afectados por el resto de sus vidas por lo que hace. Nuestros hijos aprenden sobre nuestra fe y compromiso por lo que hacemos. ¿Cómo los están guiando nuestras acciones hacia una relación con Dios?