Diferente

¿Por favor, podría ponerse de pie, el verdadero cristiano?

por Sarah Schwerin

Entré en la escuela sabiendo que mi primer día como maestra sustituta sería un éxito. Con mis pantalones caqui planchados y mi camisa de vestir, miré los planes de clase de la maestra, estaba contenta de haber llegado temprano. Mientras los estudiantes de primer grado entraban y guardaban sus mochilas, sonreí al ver sus rostros angelicales.

Una niña rubia se detuvo en la puerta y miró por todo el salón. “¿Dónde está la maestra?”

Me incliné y establecí contacto visual con ella. “Hoy soy tu sustituta”.

Ella negó con la cabeza y entrecerró los ojos. “No, no lo eres”. Luego, como si no estuviera frente a ella, continuó mirando por todo el salón.

Mi corazón latía con fuerza. Me sentía más joven que mis veintidós años. Me sentía como una niña jugando a disfrazarse. Una impostora.

Quitar, poner

¿Alguna vez te has sentido como un impostor — inadecuado e incapaz de completar el trabajo para el que has sido llamado? Vivir la vida cristiana puede ser así. Es intimidante cuando otros hacen exactamente lo contrario. Sin embargo, debemos ser diferentes en nuestros pensamientos, acciones y sentimientos.

En Efesios 4, Pablo instruyó a los creyentes a no vivir como vivían quienes los rodeaban. Dios había aceptado a los creyentes en Su familia, y ellos necesitaban quitarse su antigua vida y revestirse de la nueva.

Durante mi segundo año de universidad, aprendí lo difícil que puede ser cambiar de una forma de vida a otra.

Mi profesora deslizó un folder sobre su escritorio. “Mira esto mientras termino este trabajo. Luego podemos repasarlos. No los he mirado todavía, pero sé que lo hiciste muy bien”.

Abrí el folder que contenía las formas de evaluación de mi práctica de segundo año, donde había seguido de cerca a los maestros en el aula. Dios me había llamado a ser maestra y obtuve las mejores calificaciones en todas mis clases. Por supuesto, había hecho un buen trabajo, pero mientras leía, se me llenaron los ojos de lágrimas.

No mostró iniciativa. No interactuó con los estudiantes. No es una buena opción para ser maestra.

Me había sentado en la parte de atrás del salón de clase y observaba. Pensé que ese era mi trabajo. Sin embargo, mientras leía las formas, me di cuenta de que necesitaba cambiar de ser una observadora pasiva a una participante activa. Para convertirme en maestra, tenía que quitarme mi antigua vida — la de estudiante — y ponerme mi nueva vida — la de maestra.

Piensa diferente

Lo mismo es cierto en la vida cristiana. Revestirnos de una nueva vida comienza con nuestros pensamientos. Quiénes somos y cómo actuamos comienza con cómo pensamos sobre nosotros mismos y nuestro mundo. En Efesios 4:17, Pablo advirtió: “Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente”.

El pensamiento vacío e inútil se centra en información falsa y egoísta — vive pensando obsesivamente en los videos de las redes sociales y los chismes, y cree las mentiras sobre nosotros mismos y los que nos rodean. Este tipo de pensamientos nos mantiene separados de la comunión e intimidad con Dios.

Pablo describe la forma correcta de pensar en Filipenses 4:8: pensar en todo lo que es verdadero, honesto, justo, etc. 

Cuando nos revestimos de nuestra nueva vida, debemos deshacernos de todas las mentiras y de pensar egoístamente. Nuestra forma de pensar debe centrarse en la verdad y la información piadosa, guiada por la luz de Cristo. Cuando leí los comentarios en las formas de mi evaluación, pensamientos negativos llenaron mi mente. Tienen razón. No estás destinada a ser maestra. Incluso si Dios te llamó, Él cometió un error.

Pero mis pensamientos eran mentiras. Necesitaba concentrarme en la verdad. Dios no comete errores. Él me había llamado a ser maestra. Yo era una maestra.

Actúa diferente

Pensar que era maestra no era suficiente. También tenía que actuar como maestra.

En su oficina, la profesora y yo ideamos un plan de acción, otra oportunidad para el éxito. Durante los meses siguientes, completé con éxito una práctica en una escuela primaria cerca de mi casa. Esta vez, estudié a la maestra del aula e imité su ejemplo. Aprendí de los comentarios que había recibido y asumí un papel activo en el aula.

De la misma manera, nosotros como creyentes debemos estudiar la Palabra de Dios e imitar el ejemplo de Jesús. Algunas pautas para nuestra conducta se encuentran en Efesios 4:32: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.

Siente diferente

La Palabra de Dios contiene un plan de acción para nuestro éxito como creyentes. Pero, ¿qué sucede cuando pensamos y actuamos de manera diferente, pero aún no sentimos de manera diferente? Nos sentimos como un impostor.

En ese primer día de mi carrera docente, la niña buscó al verdadero maestro, mientras sus compañeros de clase observaban para ver cómo manejaba la situación. Yo había pensado que era una maestra, e incluso actuaba como tal. Pero, ¿era real o era una impostora? Quería huir y renunciar. No sentía que podría tener éxito.

En una cultura llena de mentiras y personas que llevan la vida anterior con orgullo, revestirnos de nuestra nueva vida es difícil. Concentrarse en pensamientos verdaderos y piadosos puede parecer imposible. Imitar a Jesús es un desafío cuando todos los demás lo ignoran junto con Sus enseñanzas. De repente, esas viejas formas de pensar y actuar se sienten cómodas y correctas. Nuestros sentimientos nos dicen que no somos cristianos, e incluso si lo fuéramos, vivir la vida cristiana es imposible.

Sin embargo, la verdad es que nuestros sentimientos mienten. Proverbios 28:26 dice: “El que confía en su propio corazón es necio; mas el que camina en sabiduría será librado”.

Así como yo tenía todo lo que necesitaba para completar mi primer día como maestra sustituta, Dios nos da todo lo que necesitamos para completar el trabajo que tenemos que hacer cuando nos convertimos en cristianos. El Espíritu Santo guía nuestros pensamientos y acciones. Su poder nos permite vivir la vida cristiana.

Si creemos en Jesucristo, no somos impostores; somos Sus hijos. Él nos guía para que podamos pensar y actuar de manera diferente. Puede que no siempre nos sintamos diferentes, pero eso está bien. Podemos confiar en que Dios vive en nosotros, lo que nos permite seguir Su ejemplo.

La verdad

Ese día me arrodillé junto a la traviesa alumna de primer grado y le dije la verdad que ella y yo necesitábamos oír. “Soy la maestra. Es mi primer día y voy a necesitar tu ayuda. ¿Puedes ayudarme a repartir los papeles?”. El día transcurrió sin problemas cuando me aseguré de que ella supiera quién estaba a cargo y que ella tenía un lugar en el aula. De la misma manera, Dios está a cargo y nosotros tenemos un lugar en Su plan. Incluso cuando nos sentimos como impostores, si creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados, somos Sus hijos. Cuando imitamos Su ejemplo en nuestros pensamientos y acciones, los demás verán que somos verdaderos cristianos.

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Written By

Sarah Schwerin has a background in teaching, tutoring, and homeschooling and is an author and speaker. She has been published in such publications as Whispers of Grace, Refresh Bible Study Magazine, Inspirations Online, and ChristianDevotions.us. Sarah lives with her husband in Sorrento, FL.

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