Aprendí desde el principio que si las personas eran de diferentes colores, yo no tenía el color preferido. Cuando mi madre y amigos de toda la vida se reunían y surgía el tema del color de la piel, mi madre se aseguraba de decir con un tono de disgusto: “Todos estamos pálidos y descoloridos. Todo se nota. Cada rasguño y mancha. Cada emoción se muestra para que todo el mundo la vea”.
Crecí en una zona boscosa del noroeste del estado de Washington. Todos los que conocía hablaban y actuaban de la misma manera con las personas, independientemente de su ascendencia. Nunca tuve el menor indicio de que las personas de algunos orígenes nacionales fueran mejores amigos que personas de otros orígenes ancestrales.
Un par de ejemplos: la Segunda Guerra Mundial apenas había terminado, sin embargo, siempre escuché hablar y tratar a los vecinos japoneses con genuina amabilidad. Los niños japoneses que eran nuestros vecinos fueron invitados a mi tercera fiesta de cumpleaños. Una pareja de ancianos de ascendencia africana vivía en la casa de al lado, más o menos a un cuarto de milla por un camino de grava de nuestra casa. La diferencia de edad, no el tono de la piel, limitaba nuestro contacto. Nunca tuve la menor pista de que fueran diferentes de cualquier otra persona que conocíamos.
Encuentro con el racismo
En 1960, cuando mi familia hizo un viaje por carretera desde nuestra casa viajando al este de Virginia Occidental, al sur hasta Luisiana, al oeste hasta California, y de regreso al norte hasta Washington, pasó algo que impactó toda mi vida. Nunca olvidaré una escena mientras atravesábamos una ocupada ciudad en Texas.
Una mujer joven bonita, embarazada, cruzó la calle frente a nosotros mientras estábamos parados en un semáforo en rojo. Se veía muy cansada y sedienta bajo el abrasador sol de Texas. Después se acercó a una fuente para beber agua. Vimos con incredulidad el letrero “solo blancos”. Las palabras no pueden describir qué tan amargamente deshecha se veía la joven mujer. Necesitaba desesperadamente un trago de agua. El semáforo se puso verde y el tráfico hizo que avanzáramos como si nada fuera de lo común hubiera pasado. Mi padre lamentó durante el resto de su vida que no hicimos todo lo posible por conseguirle agua. También, en Texas, vimos tres baños en las estaciones de servicio: hombres, mujeres y negros. Todo era tan ajeno a todo lo que había conocido y experimentado.
Descubriendo el color
A lo largo de mi edad adulta, he sido bendecido de poder seguir el noble ejemplo de mis padres. ¡Soy rico con amigos de todo el mundo! He amado profundamente a los hermanos y hermanas cristianos de todos los tonos de piel. Mi madre tenía razón: sea cual sea mi color, deja mucho que desear.
¿Pero, de qué color soy? Hace aproximadamente un año escuché al comediante Sam Adams hablar sobre su color. Estaba llenando un formulario y preguntaba por su raza: el blanco y el negro estaban en la lista seguidos de una línea en blanco para llenar. Fue a una tienda de pintura, miró las tablas de colores y descubrió que era Chocolate Indulgente. “Qué alivio”, dijo, “el blanco y el negro son los dos colores más suaves en la caja de crayones”.
Era bastante joven cuando me di cuenta de que no era blanco. Tenía camisas blancas y mi piel no era de ese color. Recientemente, inspirado por el ejemplo del Sr. Adams, fui a una tienda de pintura y encontré mi color. Era de un tono café muy claro. ¡No es nada bonito! Cada marca y rastro de polvo se veían claramente. A medida que miraba esa tabla de colores, los tonos se volvían más y más oscuros. El tono de piel de todos los que conocía estaba en esa carta de colores.
Conclusión: todos tenemos diferentes tonos del mismo color humano. Durante mis más de 70 años he conocido a mucha gente. Mi conclusión se reafirma cada vez. Nunca he visto a una persona negra o blanca. ¿Usted sí? Todas las personas que he visto son del mismo color que yo, solo que de un tono diferente. Algunas son más oscuras y otras más claras (mostrando todas las imperfecciones).
Perspectiva bíblica
¿Qué enseña la Biblia sobre el color de la piel humana? La Biblia clasifica a la familia humana, pero ni una sola vez por color, tono de piel, pigmentación o cantidad de melanina. En Génesis 11, toda la tierra tenía un solo idioma. Obviamente, toda la tierra también era de un color. Dios dividió a la familia humana dándole a la gente diferentes idiomas, no diferentes colores.
Me doy cuenta de que los argumentos provenientes del silencio son una de las formas más débiles. Pero vale la pena señalar que el color nunca se usa en las descripciones bíblicas de la familia humana. Las personas son reconocidas como pertenecientes a diferentes naciones (1 Crónicas 16:31), reinos (2 Reyes 19:15-19) y familias (Génesis 12:3) — citados y traducidos como “linajes” en Hechos 3:25. Los descendientes de Cam están divididos según sus familias, lenguas, países y naciones (Génesis 10:20). Las personas que fueron a Jerusalén para el Pentecostés eran de cerca de veinte naciones diferentes (Hechos 2:5-12).
La palabra color en la Biblia se usa para referirse a piedras preciosas, telas y plumas, no a personas. Las cosas blancas en las Escrituras incluyen cosas como cabras, cestas y nieve. El cabello, las nubes y la noche se encuentran entre las cosas negras (ver recuadro).
El Cantar de los Cantares, a primera vista parece ser una excepción. El capítulo 1:5, 6 incluye la palabra morena. La novia se describe a sí misma aparentemente como morena, según el versículo 6, como resultado de un bronceado. Su amado es “blanco y rubio” (5:10). La palabra hebrea traducida como “blanco” aquí no es la palabra estándar para el color blanco. Más bien, significa “deslumbrante” o “brillante”.
Juntos eternamente
Mi pasaje favorito de todos los tiempos sobre este tema es Apocalipsis 7:9, 10:
Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.
Soy muy bendecido con hermanos y hermanas en Cristo muy amados de Jamaica, Inglaterra, Canadá, Australia, Kenia, México, Guatemala, India, Estados Unidos y otras tierras. Muchos de ellos ahora duermen en Jesús, esperando Su glorioso regreso y el feliz día de la resurrección. No importa de qué tierra somos o qué idioma hablamos al crecer, estaremos juntos alrededor del trono de Dios, alabándolo por la salvación que es nuestra a través de nuestro Señor Jesucristo. ¡Ese será un hermoso día!
El Color en la Biblia
No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón (1 Samuel 16:7).
Las personas no son descritas ni definidas por el color de su piel en la Biblia, pero sí por muchas otras cosas maravillosas.
Negro: nubes (1 Reyes 18:45); mármol (Esther 1:6); noche (Proverbios 7:9); cuervos (Cantar de los Cantares 5:11); cielos (Jeremías 4:28); caballos (Zacarías 6:2); cabello (Mateo 5:36); paño (Apocalipsis 6:12).
Blanco: cestas (Génesis 40:16); dientes (49:12); semilla (Éxodo 16:31); búhos (Levítico 11:18); burros (Jueces 5:10); lino (Ester 1:6); huevos (Job 6:6); nieve (Salmo 51:7).
“Tengo un sueño de que mis cuatro hijos pequeños algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter”.
— Martin Luther King