David observó, estupefacto, cómo su amigo Jason era acusado por otro estudiante, Bryce, de copiar en un examen. David sabía que Jason no había copiado porque habían estudiado juntos y Jason sabía todas las respuestas.

Lo que David no entendía, sin embargo, era por qué Jason no se defendía delante del profesor. Se quedó allí parado mientras Bryce no paraba de hablar de cómo había visto a Jason copiando las respuestas de los exámenes de Bryce.

¡Caramba! Si alguien me hubiera acusado de algo tan horrible, créeme que me defendería con todas mis fuerzas, pensó David.

Finalmente, Jason habló. “Señora Pierce, ¿puedo hacerle una sugerencia que podría resolver este asunto?”

“Por supuesto”, respondió. “¿Qué sugerencia?”

“¿Qué tal si nos lleva a cada uno a diferentes salones y nos pregunta las preguntas del examen? Así sabrá si alguno necesita ayuda para completarlo”.

“Es una idea excelente”.

“¡No!” exclamó Bryce. “Ya respondí todas las preguntas. Ya tiene mi examen, y le digo que Jason copió de mi examen.

La Sra. Pierce mantuvo la calma. “Si dices la verdad, Bryce, no tendrás ningún problema en responder las preguntas oralmente.

Veinte minutos después, un Bryce abatido siguió a la Sra. Pierce a la oficina mientras Jason se reunía con David en el pasillo. David miró fijamente a su amigo. “No puedo creer que te quedaras ahí parado y te quedaras con las ganas mientras Bryce mentía sobre que habías copiado sus respuestas. ¡Yo le habría dado una paliza, diciéndole justo lo que pensaba de sus mentiras!

Jason miró a David un momento antes de responderle. “¿Recuerdas la lección que tuvimos hace unas semanas en la escuela sabática? ¿Aquella en la que los líderes judíos inventaron todo tipo de mentiras sobre Jesús para meterlo en problemas con las autoridades?”

“Sí, recuerdo esa historia. ¿Qué tiene que ver con que te acusaran de hacer trampa?” preguntó David. 

“Bueno”, comenzó Jason, “leímos que después de que los principales sacerdotes presentaron todas sus acusaciones, Pilato dijo algo así como: ‘¿No vas a decir nada? ¿No has oído las acusaciones de las que te acusan?’. Marcos 15:5 dice que Jesús no le respondió nada . . . y que Pilato estaba asombrado”.

“Sí, pero ese era Jesús. ¡Desde luego que no somos Él!”.

“No, no lo somos”, dijo Jason. “Pero estamos tratando de ser más como Él. Así que pensé que esta era una oportunidad para mostrar paciencia ante la falsa acusación. Creo que la Sra. Pierce agradeció que no gritara ni discutiera con Bryce. Sobrellevar pacíficamente un desafío difícil resultó ser un testimonio mucho mejor de mi fe que alzar la voz y armar un escándalo”.

David reflexionó sobre las palabras de Jason. “Bueno, sin duda me has enseñado una buena lección sobre la paciencia en todo esto. Empezaré a buscar maneras de soportar con paciencia y silencio”. Jason y David se rieron mientras se dirigían a casa.

Marcia Sanders escribe desde Fort Smith, AR, donde asiste a la Iglesia de Dios (Séptimo Día) con su esposo, Randy.