por Marcia Sanders
David escuchó los gritos de aliento de sus compañeros de equipo y de la multitud en las gradas mientras se esforzaba por correr lo más rápido posible hasta la meta. Al caer de rodillas al final, jadeaba en busca de aire mientras checaba su tiempo.
“¡Guau! ¡Qué final tan emocionante!”, exclamó su entrenador. “¡Lo diste todo!”.
“¡Estoy agotado!”, David seguía jadeando.
Su entrenador sonrió. “Te has ganado un descanso después de esa carrera”.
Más tarde esa noche, David disfrutó relatando todos los eventos de la competencia de atletismo, pero especialmente su propia carrera de 800 metros. “No podía creer cuántas personas me animaban y se acercaron a felicitarme después. ¡Toda la escuela debía haber estado allí! Menos mal que no tropecé y me caí. ¡Qué vergüenza hubiera sido!”.
Papá sonrió. “¡Vaya, lo lograste! Hiciste una gran actuación y representaste bien a tu escuela, a tu equipo y a ti mismo. Esa fue una carrera larga. Me hace pensar en las palabras de Hebreos 12:1: “Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos con paciencia[a] la carrera que tenemos por delante” (NBLA).
“Ese verso nunca había significado tanto para mí hasta hoy”, asintió David. “No quería decepcionar a nadie, así que lo di todo”.
Papá sonrió. “Puesto que le has entregado tu corazón al Señor y has anunciado que eres uno de Sus seguidores, la gente estará observando tu vida como cristiano, así como te vieron correr hoy. Puede que aún no sepas cómo será tu ministerio personal, pero sí sabes algunas cosas. Sabes que debes ser testigo de Él y que debes perseverar hasta el fin. Este verso también te dice que serás observado por mucha gente —una gran nube de testigos— tal como lo estabas haciendo hoy representando a tu escuela. Es importante tener siempre presente que representas a nuestro Salvador con cada palabra que dices, cada lugar al que vas, cada programa que ves y todo lo que haces. La gente juzgará a Cristo y la vida cristiana por lo que vea en ti”.
“Pensar eso es aterrador”, dijo David. “No quiero decepcionar a Jesús. No estoy seguro de ser lo suficientemente fuerte”.
“No lo eres”, respondió papá.
“Hey, eso no es muy alentador”.
“Espera”, se rió papá. “Déjame terminar. Por ti mismo, no eres lo suficientemente fuerte para luchar contra el diablo. Pero no estás solo. Tienes al Espíritu Santo de Dios viviendo dentro de ti, y Su Espíritu es definitivamente más que suficiente. Tienes que buscar y seguir Su guía”. “Ah, ya entiendo. Realmente me dejaste pensando en eso por un tiempo”, respondió David. “Por mí mismo, no puedo lograrlo, pero si leo Su Palabra y busco y sigo Su guianza, lo haré”.
Marcia Sanders escribe desde Fort Smith, Arkansas, donde asiste a la Iglesia de Dios (Séptimo Día) con su esposo, Randy.