Todos hemos oído decir: La confesión es buena para el alma. Una de las más poderosas lecciones que he aprendido como cristiano es cuán cierto es este dicho. La confesión es una fuente de gran sanidad y libertad. Todos los cristianos, sea que tengan títulos oficiales o no, han sido re-creados por Jesús para liderar en su vida diaria. Para el cristiano comprometido a liderar con integridad, la confesión es una absoluta necesidad.
Sin embargo, para muchos, la confesión es una idea abstracta que no forma parte de su diario vivir. Muchos asocian la confesión exclusivamente a una persona confesándose con un sacerdote o contar sus secretos sexuales a un « grupo de apoyo ». Sin embargo, la confesión es mucho más que esto. Confesión significa decir la verdad acerca de nuestro pecado. El engaño engendra muerte. Decir la verdad es muy eficaz. Decir la verdad trae vida.
[bctt tweet=»El engaño engendra muerte. Decir la verdad trae vida. – Israel Steinmetz»]
El libro de Dietrich Bonhoeffer La vida juntos me enseñó tanto sobre la confesión y quisiera compartir algunas de esas cosas con usted. Si abrazamos la confesión, esto hará toda la diferencia en nuestro liderazgo. Bonhoeffer escribe,
Quien está a solas con su pecado está absolutamente solo. Puede ser que los cristianos, a pesar de la adoración en comunidad, la oración común, y toda su compañerismo en el servicio, aun puedan estar en soledad. El avance final al compañerismo no sucede porque, aunque tienen comunión el uno con el otro como creyentes y como personas devotas, ellos no tienen compañerismo como no la tienen los no creyentes, como pecadores. El compañerismo piadoso no le permite a nadie ser un pecador. De manera que, todo mundo debe ocultar su pecado de sí mismo y de la comunidad… Así permanecemos solos con nuestro pecado, viviendo en mentira e hipocresía… Sin embargo, es la gracia del Evangelio, que es tan difícil de entender para el devoto, que nos confronta con la verdad y nos dice: « Usted es un pecador, un gran pecador desesperado; ahora venga como el pecador que es, a Dios, quien le ama. »[1]
Las palabras de Bonhoeffer son a la vez inquietantes y esperanzadoras. Inquietantes porque presagian el gran peligro del aislamiento; esperanzadoras porque prometen un cambio radical si adoptamos una vida de confesión. Bonhoeffer nos recuerda que viviendo en confesión, abrimos paso hacia la verdadera fraternidad ya que podemos pasar al otro lado de la comunidad, a la cruz, a una vida nueva, y a la certeza.
1. El Avance final a la Comunidad
Sin importar a qué comunidad cristiana pertenezcamos, si estamos aislados en nuestro pecado, permanecemos solos. Sin embargo, « En la confesión, el avance final hacia la comunidad tiene lugar. » [2] No debemos contentarnos con una comunión superficial que nos permite ser sólo santos, nunca pecadores. Admitir no sólo que usted es un pecador, sino qué pecados usted comete. En la transparencia, encontraremos la verdadera comunión el uno con el otro tal como realmente somos.
2. Avance Final a la Cruz
En la cruz Jesús murió públicamente al pecado, y en la confesión vamos a participar en el asesinato público de la carne; así « En la confesión se produce el avance final hacia la cruz. » [3] es por medio de la muerte al pecado, —que ocurre en la confesión de unos a otros— que verdaderamente conquistamos la carne. Así como Jesús murió públicamente, así nuestra carne debe morir en presencia de otros.
3. Avance Final a una Vida Nueva
El abierto rechazo del pecado a través de la confesión pública afecta a una verdadera ruptura con el pasado; así pues, « En la confesión el avance final se produce a través de una nueva vida. » [4] mientras se mantiene en privado el pecado confesado solo a Dios, podemos permanecer ligados con nuestro pasado, siendo víctimas de recuerdos y anhelos que no nos atrevemos a admitir. Pero cuando los nombramos por lo que son, y les damos la espalda, podemos liberarnos de nuestro pasado pecaminoso.
4. Avance Final hacia la Certeza
En la confesión a otros, rompemos el ciclo de confesión continua sin arrepentimiento hecha sólo a Dios. Así, « En la confesión, un hombre realiza el avance final a la certeza »[5]—la certeza de que nuestros pecados son perdonados y que no nos estamos engañando a nosotros mismos. ¿Cuántos de nosotros nos encontramos atrapados en un ciclo perpetuo de: pecado, confesión a Dios, y luego volviendo al pecado? La salida es confesar a nuestros hermanos humanos, recibiendo la seguridad concreta de su amor y perdón, y el de Dios (Proverbios 28:13, Juan 20:22-23).
Confesión y Comunidad
Henri Nouwen dice, « El Perdón y la Celebración son lo que hacen la comunidad. »[6] en la comunidad nos comprometemos a perdonar mientras nos damos cuenta de que sólo Dios es capaz de amar perfectamente. Y en comunidad nos comprometemos a la celebración nos damos cuenta de que todo acto de amor humano es resultado de la gracia sublime de Dios.[7] « La confesión y el perdón son las formas concretas en que la gente pecadora se aman unos a otros. »[8] No vamos a conformarnos con la comunión superficial; más bien, vamos a formar comunidades de confesión, perdón y celebración.
[bctt tweet=»Por más dolorosa que pueda ser, hay gozo en la confesión. – Israel Steinmetz»]
Cuando estamos aislados somos más vulnerables a la tentación, sin embargo, en el contexto de relaciones de confesión somos más resistentes. Por más dolorosa que pueda ser, hay gozo en la confesión. Cada vez que confesamos, resulta más fácil ser honesto acerca de nuestro pecado y, a la vez, más difícil volver a el. La confesión y la comunidad no ocurren por accidente. Debemos invitar a otros de forma proactiva para inquirir sobre nuestro pecado, ampliando nuestro círculo de rendición de cuentas.
Al mismo tiempo, deberíamos ser cuidadosos al confesar en maneras que sean discretas, seguras, y centradas en el arrepentimiento. La confesión descuidada a personas inmaduras y poco fiables es tan mala como la no confesión. Sin embargo, la recompensa de encontrar el verdadero compañerismo con hermanos maduros y confiables en Cristo es grandiosa. La gloriosa paz se encuentra en la comunión en la que nada se oculta. El descanso y la seguridad sigue en el aseguramiento de la verdadera comunión.
Conclusión
[bctt tweet=»La vida cristiana es una aventura en grupo, no una conquista individual. – Israel Steinmetz»]
La vida cristiana es una aventura en grupo, no una conquista individual. Los líderes cristianos mueren en el aislamiento oscuro del pecado diariamente. La cura esta en la confesión dentro de la comunidad. El escape de la culpabilidad y el crecimiento en la gracia llega a través de la comunión con Cristo y con la iglesia. En comunidad confesamos nuestras culpas y fracasos a Dios (1 Juan 1:9-10) y el uno al otro (Santiago 5:16) en la búsqueda del perdón y de la sanidad del pecado y de sus terribles efectos. Santiago nos dice « Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados » (Santiago 5:16). Por la gracia de Dios podemos encontrar la sanidad y una verdadera comunión con Dios y entre nosotros a través de la confesión.
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[1] Dietrich Bonhoeffer, Life Together, trans. John W. Doberstein (New York, Harper & Row, 1954), 110-111.
[2] Ibid., 112.
[3] Ibid., 113.
[4] Ibid., 115.
[5] Ibid., 115-116.
[6] Henri Nouwen, “Moving From Solitude to Community to Ministry,” in Leadership, Spring 1995, 81—87.
[7] Ibid., 83-85.
[8] Henri Nouwen, In the Name of Jesus (New York: Crossroads, 1993), 46.