¿Cómo puede Jesús ser divino y, sin embargo, “subordinarse al Padre en rango”, como dice su Declaración de Fe?
La Biblia enseña ambas cosas. Como también dice nuestra Declaración de Fe: La frase “Hijo unigénito del Padre” revela dos verdades complementarias acerca de Jesucristo: 1) Su naturaleza esencial, inherente, y 2) Su posición dentro de la Deidad (En Esto Creemos, p. 25). La deidad de Cristo y Su orden en la Deidad no tienen por qué considerarse contradictorios.
Como está implícito en el título, Dios el Padre es la “cabeza de Cristo” y mayor en posición o rango (1 Corintios 11:3; Juan 14:28), pero no en esencia y naturaleza, como declara el Evangelio de Juan: “El el que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (14:9; cf. 1:1; 20:28). Es falso suponer que si uno es mayor en un sentido, también debe ser mayor en otro sentido. Cuando la Biblia habla de la Divinidad, está hablando de la esencia divina, o naturaleza, de Dios (Hechos 17:29; Romanos 1:20; Colosenses 2:9). Hay igualdad de esencia y naturaleza en el Padre y el Hijo; ninguno es inferior al otro. Sin embargo, sus roles y rango dentro de la Divinidad son distintos. La naturaleza divina no se ve comprometida por el orden subordinado.
Dado que Dios exalta y otorga autoridad a Jesús (Mateo 28:18; Filipenses 2:9-11), algunos suponen que Él no puede ser Dios. Sin embargo, el error está en asumir que el otorgamiento se extiende a la naturaleza y esencia del Padre y del Hijo. Cabe destacar que ambos textos de exaltación tienen en vista al Hijo en Su humanidad encarnada.
Respecto a la plena divinidad de Cristo, nuestra Declaración de Fe dice lo siguiente:
La naturaleza única e identidad de Jesucristo son mejor vistas en la Escritura por el hecho de que varios nombres divinos son utilizados en referencia tanto al Padre como al Hijo. . . . Jesús no sólo comparte los nombres de Dios, sino también su naturaleza: “Quien (Jesús), siendo por naturaleza Dios . . .” (Filipenses 2:6). “Él es la imagen del Dios invisible . . . Porque a Dios le agradó habitar en él con toda su plenitud . . . Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo” (Colosenses 1:15-19; 2:9). ““El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que él es” (Hebreos 1:3). (EEC, pp. 20, 22).
En cuanto a Su subordinación al Padre, a Cristo se le llama Hijo de Dios. Él es el engendrado, mientras que el Padre no es engendrado. Nuevamente, el título Hijo implica su naturaleza y semejanza compartidas, así como un orden eterno de parte del Hijo hacia el Padre. A diferencia de los padres e hijos terrenales, este orden no es temporal (en el tiempo) sino eterno, como la naturaleza de Dios es eterna. Sin embargo, así como los padres terrenales pueden tener mayor autoridad que sus hijos sin implicar una inferioridad de ser, el hecho de que el Padre dé autoridad a Su Hijo de ninguna manera implica que este último no sea Dios o sea un ser inferior (Juan 5:19, 20; 8:42).
Primera de Corintios 15:28 dice: “Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”. En resumen, el Padre y el Hijo comparten la unidad de esencia y naturaleza en igualdad, y el Hijo se somete voluntariamente a la autoridad del Padre en rango una vez que haya conquistado a todos los enemigos de Dios, incluyendo a la muerte. La subordinación está sólo en el rango, no en la naturaleza divina.
— Anciano Chip Hinds