Arrebatos y Comienzos

Durante mucho tiempo, tuve más “arrebatos” que “comienzos”.

Para aquellos que no están familiarizados con la frase “fits and starts (“arrebatos y comienzos” Esta explicación solo aplica al idioma inglés)”. Esta se refiere a intervalos irregulares de acción e inacción, como por ejemplo: “Su campaña presidencial avanza con arrebatos e intentos”. Esta expresión comenzó a finales del siglo XVI como “fits” (arrebatos). Este sustantivo significaba un paroxismo o convulsión.

La palabra “Start” (arranques/comienzos) se agregó aproximadamente un siglo después, según el The American Heritage® Dictionary of Idioms (Diccionario de modismos de The American Heritage®).

Muchas de las personas que he conocido durante mi vida han caído más en la categoría de los arrebatos, incluyéndome yo. Desde mi infancia, la gente me había contado la historia de Jesús muriendo en la cruz. ¿Y cómo no iban a hacerlo? Mi papá era predicador, lo que significaba que mamá y yo íbamos a la iglesia cada vez que se abrían las puertas. Pero escucharla solo significaba conocer más historias bíblicas.

Dolores de crecimiento

Unos meses antes de cumplir nueve años, papá me llevó a su oficina en casa y me dijo la razón por la que necesitaba seguir a Jesús como mi Salvador. Lo entendí y decidí que lo haría.

Las cosas iban bien, hasta que llegué a la secundaria. Fue entonces cuando las cosas cambiaron. En mi nueva escuela no todos mis amigos seguían a Jesús. Tampoco hacían ningún esfuerzo por obedecer todos los mandamientos que mis padres me habían enseñado a obedecer. Me presionaron para que siguiera su ejemplo, pero me mantuve firme. Después la adolescencia se apoderó de mí.

Más cambios llegaron cuando cumplí catorce años. Para entonces, había decidido que quería profundizar más en esos comportamiento y actitudes a las que mis amigos de la secundaria me habían invitado a participar. Ahora estaba en otra escuela con una multitud mucho más difícil. Solo tenía dos o tres amigos que creían de la misma forma en que mis padres y la iglesia me habían enseñado. Yo elegí el camino equivocado.

La secundaria fue como un vapor. Todavía lo es. Seguí yendo a la iglesia; no tenía otra opción. E incluso seguí leyendo mi Biblia y haciendo mis oraciones. Pero los arrebatos me atraparon y los intentos se volvieron casi inexistentes. De vez en cuando, me sentía mal por las cosas que hacía, pero la voz de Dios aunque todavía un poco presente se apagaba más y más cada día.

Finalmente, cuando tenía veintitantos años, me cansé de los arrebatos y decidí empezar de nuevo. Por supuesto, Dios no me había dejado. Me había cambiado y, como siempre, esperó a que volviera. Cuando lo hice, descubrí unos brazos abiertos, el perdón y las segundas oportunidades.

Buena compañia

Ojalá pudiera decir que mi viaje desde entonces hasta ahora ha sido de comienzos constantes, pero no lo ha sido. Sin embargo, siento como si estuviera en buena compañía. El misionero más grande que jamás haya vivido dijo: “Realmente no me entiendo a mí mismo, porque quiero hacer lo que es correcto pero no lo hago. En cambio, hago lo que odio” (Romanos 7:15).

Muchos eruditos de la Biblia creen que las palabras de Pablo reflejan sus experiencias personales después de que conoció a Cristo resucitado en el camino a Damasco, no antes. Lo cual es significativo. Si Pablo estaba hablando de eso después, entonces su vida como apóstol también se caracterizó por arrebatos y comienzos. Aunque llevó el mensaje del evangelio al mundo conocido, Pablo no siempre confió, no siempre hizo las cosas bien y no siempre obedeció. Aún así, Dios lo usó a pesar de sus arranques.

La palabra teológica para el proceso de comienzos y arrebatos es santificación. Como enseñó Pablo, no es un proceso que podamos hacer por nosotros mismos; la santificación es la obra del Espíritu Santo en nosotros (Romanos 8:1; 2; 15:16; 2 Corintios 3:18; 2 Tesalonicenses 2:13). Dos elementos importantes acompañan esa palabra y su significado.

Elementos

La santificación no es automática; requiere nuestra participación. De hecho, si no nos esforzamos, si no caminamos en el Espíritu, nos encontraremos teniendo más arrebatos que comienzos (Gálatas 5:16). El escritor de Hebreos aludió a esto cuando escribió: “Hace tanto que son creyentes que ya deberían estar enseñando a otros. En cambio, necesitan que alguien vuelva a enseñarles las cosas básicas de la palabra de Dios. Son como niños pequeños que necesitan leche y no pueden comer alimento sólido” (Hebreos 5:12).

Este proceso dirigido por el Espíritu comienza en el momento en que elegimos seguir a Cristo y continúa durante toda nuestra vida hasta que exhalemos nuestro último aliento, o hasta que Cristo regrese, lo que ocurra primero. Pablo escribe sobre la santificación progresiva: “Finalmente, amados hermanos, les rogamos en el nombre del Señor Jesús que vivan de una manera que le agrada a Dios, tal como les hemos enseñamos. Ustedes ya vive de esta manera, y los animamos a que lo sigan haciendo” (1 Tesalonicenses 4:1; cf. vv. 2-10).

Si bien es posible que no lleguemos a la perfección de este lado hasta la venida de Cristo, nunca debería llegar el momento en que dejemos de esforzarnos por crecer espiritualmente, por conocer más acerca de Dios y Sus caminos, y por acercarnos más a Él.

La incredulidad es el único pecado que Dios no perdonará, y no puede perdonar. Los cristianos no tienen que preocuparse por cometerlo, porque ya hemos creído. Nada le gustaría más a Satanás que convencernos de que nuestros arrebatos nos han descalificado para servir a Dios. Nuestro lugar está en una repisa. Nuestro servicio ha terminado. Somos un fracaso. Tales mensajes nunca provienen de Dios. Al contrario, Juan nos anima: “Mis queridos hijos, les escribo estas cosas, para que no pequen; pero si alguno peca, tenemos un abogado que defiende nuestro caso ante el Padre. Es Jesucristo, el que es verdaderamente justo” (1 Juan 2:1).

Cuando elegimos seguir a Cristo, Él nos viste con Su justicia y perdona todos nuestros pecados. Nuestra parte es confesar y empezar, y seguir empezando a pesar de los arrebatos.

Así que no permita que los arrebatos lo desanimen. Son parte de nuestra naturaleza caída y de nuestro viaje. Con la dirección del Espíritu, usted puede disfrutar de más comienzos que arrebatos.

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Martin Wiles is an author, English teacher, and freelance editor. He is the founder and editor of Love Lines from God (www.lovelinesfromgod.com ), as well as managing editor for Christian Devotions, senior editor for Inspire a Fire, and proof editor for Courier Publishing. Martin has authored such books as A Whisper in the Wood: Quiet Escapes in a Noisy World (Ambassador International), Grits & Grace & God and Grits, Gumbo, and Going to Church (Lighthouse Publishing of the Carolinas), and Morning By Morning, Morning Serenity, and Grace Greater Than Sin (America Star Books). He has also written extensively and been published in Christian Living in the Mature Years, Mature Living, Open Windows, Proclaim, The Secret Place, and other publications. His next book, DonÕt Just Live . . . Really Live is under contract with Ambassador International. Martin lives in Greenwood, SC.

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