Enseñando Como el Maestro

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Dejé de escuchar las respuestas del profesor Miller a las preguntas de los estudiantes después de solo unos días en su clase. Tenía dos doctorados y podía discutir inteligentemente cualquier tema bajo el sol, pero de alguna manera se las arregló para hacer que las matemáticas básicas de la universidad fueran incomprensibles. Repetía las mismas respuestas complejas una y otra vez, como si la repetición fuera suficiente para meternos el concepto en la cabeza. Tenía buenas intenciones, pero el profesor no podía bajar a nuestro nivel con sus explicaciones.

Afortunadamente, Jesús nunca tuvo ese problema. Él estableció el estándar para la enseñanza con historias o lecciones prácticas que siempre conectaban con Su audiencia en al menos cuatro formas:

  • Enseñaba con imágenes que Sus oyentes conocían bien.
  • Miraba a Su alrededor e instruía a partir de Sus observaciones.
  • Veía las necesidades individuales y las abordaba.
  • Sobre todo, hablaba con la verdad, incluso si esta dolía.

Todos servimos como maestros a veces. Tal vez oficialmente en la escuela sabática o en la iglesia, o tal vez como padres, abuelos, tías y tíos que influyen en los niños de nuestra vida. Independientemente de cómo enseñemos, podemos aprender mucho de la forma en que Jesús enseñaba a Sus seguidores.

Hablar usando imágenes

Jesús usó metáforas para describirse a Sí mismo: “Yo soy la luz del mundo”. “Yo soy el pan de vida”. “Yo soy el buen pastor”. Él dio toda una serie de analogías para ilustrar el reino de los cielos: un grano de mostaza, levadura, una moneda perdida, un tesoro. Incluso el oyente judío más pobre y analfabeto de la época de Jesús podría haber visualizado cualquiera de estas imágenes.

El Dr. Miller podría haber usado un ejemplo simple ya resuelto para nosotros en la pizarra, o manzanas y naranjas o cualquier cosa visual para ayudar a los analfabetos matemáticos de su clase. Los estudiantes, mayores o jóvenes, necesitan una descripción de algo que usan o ven en su vida cotidiana para poder hacer una aplicación.

Enseñando a partir de la observación

Cuando dijo: “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos” en Mateo 9:37, Jesús probablemente estaba mirando un campo de trigo dorado. Cuando dijo la parábola del sembrador en Mateo 13:3-8, pudo haber estado viendo a un muchacho regar la semilla. Cuando habló de una higuera echando hojas en Mateo 24:32-35, Jesús posiblemente estaba parado cerca de una higuera. Cuando habló del día del juicio en Mateo 25:32-33, usando la imagen de las ovejas y las cabras, pudo haber estado observando a los pastores separando sus rebaños. La gente que escuchaba a Jesús habría seguido Su mirada y entendido.

Como maestros, debemos dejar de mandar textos en el celular y debemos comenzar a observar. ¿Ves a ese joven en la tienda con el pelo puntiagudo verde? Tal vez una ilustración de personas que vienen en todo tipo de “paquetes” y nuestra necesidad de aceptarlos tal como son. ¿Un cenzontle ahuyentando a una ardilla de su nido? Una imagen de la forma en que Dios protege a Sus hijos. Las lecciones están a nuestro alrededor, esperando ser notadas.

Haciéndolo personal

A veces, Jesús abordaba las necesidades de alguna persona específica con Sus parábolas. En Lucas 12:13-21, cuando un joven expresó su preocupación por la herencia de su familia, Jesús contó la historia de un hombre rico que derribó sus viejos graneros y construyó otros más grandes y mejores. Cuando un experto en la ley le preguntó a Jesús quién era su prójimo, Jesús le contó la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37). En ambos casos, abordó la necesidad más profunda del corazón de cada hombre.

Como maestros de la Palabra de Dios, también debemos buscar formas de hacer que nuestros puntos sean personales. Cada semana busco ejemplos que pueda usar en mi clase de adultos. He hablado sobre mi propia lucha contra la depresión para ayudar a los miembros de la clase a lidiar con ella en sus vidas. He hablado de un compañero de trabajo que llegó a trabajar con preguntas difíciles para mostrar cómo el Espíritu Santo nos proporciona respuestas. Me he referido al cuidado amoroso que el hermano Ray le dio a su esposa durante sesenta y dos años durante su enfermedad como un ejemplo del amor fiel de Dios. Los ejemplos personales aportan relevancia y se entienden fácilmente.

Hablando con la verdad

Quizás el elemento más importante de la enseñanza de Jesús es que hablaba con la verdad, incluso cuando era incómodo. Cuando el joven rico en Mateo 19:16-24 se alejó abatido, sin querer renunciar a sus riquezas, Jesús les dijo a Sus discípulos que era más fácil que un camello pasara por el ojo de una aguja a que un rico entrara en el reino de los cielos.

Jesús tampoco se anduvo con rodeos cuando hablaba de los escribas y fariseos. Dijo que eran como vasos lavados por fuera pero inmundos por dentro (23:25, 26), y los llamó sepulcros blanqueados (v. 27). Estas eran imágenes vívidas. Nadie quiere beber de un vaso sucio. Y no importa cuánto blanquees una tumba, lo que hay dentro sigue muerto. La audiencia de Jesús entendió el mensaje, aunque los fariseos no.

Jesús fue directo al condenar a los líderes religiosos de Su época porque su hipocresía era pecado. Y a pesar de la insistencia de la sociedad moderna en lo contrario, el pecado sigue siendo pecado. Como maestros de la Palabra de Dios, debemos hablar la verdad, la verdad que siempre está templada con amor, para atraer a los estudiantes a una relación con Cristo (Efesios 4:15).

Haciendo conexiones

Aunque puede usar estos métodos, en algunas ocasiones las miradas confusas en los rostros de sus alumnos le indicarán que no comprendieron su mensaje. Incluso Jesús descubrió que Sus prácticas parábolas no siempre se entendían, aunque estaba listo para explicárselas a aquellos que estaban motivados para preguntar. Es importante recordar que las personas entienden lo que pueden, y no todos “lo entenderán” siempre. Cuando demos una ilustración, debemos asegurarnos de incluirla en nuestra lección y de hacer la aplicación para que nuestros alumnos puedan llevar a casa un desafío para sus vidas. Mi tarea para la clase de niños un miércoles por la noche era explicar claramente el concepto abstracto de la fe inquebrantable a niñas menores de nueve años. Después de pensarlo un poco, les pedí que construyeran torres de malvaviscos. Observé y esperé a que esas torres estuvieran altas. Entonces sacudí la mesa.

Después de que los gritos cesaron, las niñas comenzaron de nuevo y una vez más sacudí la mesa. Después de varios intentos, las cinco niñas entendieron lo que significaba ser débil, y a partir de ahí fue fácil explicar lo contrario.

Aprendiendo de Jesús

Les fallamos a nuestros estudiantes si el único deseo es impresionarlos con nuestro conocimiento de términos teológicos y un amplio vocabulario. Jesús no quería sonar más inteligente que los líderes religiosos (aunque lo era), y no quería que la gente lo siguiera solo para ver milagros. Él quería que la gente escuchara y entendiera los principios del reino.

Como maestros, debemos seguir el ejemplo que Jesús nos dio. Necesitamos ser Sus alumnos y aprender de Sus parábolas e ilustraciones para poder enseñar a nuestros alumnos. Pinte esa imagen que sus oyentes conocen tan bien. Observe las cosas a su alrededor que tanto jóvenes como adultos reconocerán. Haga sus imágenes personales. Sobre todo, siempre diga la verdad, incluso cuando no sea lo más popular.

Joyann Dwire
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Joyann Dwire has written articles for Pennsylvania Magazine, Purpose, Seek, Standard, The Quiet Hour, Open Windows, The War Cry, The Lookout, Power for Living, and Cup of Comfort for Women. Her children's picture book What Kind of Cow Are You? was published in 2006, and she co-authored the non-fiction book Miracle at Dormel Farms. Joyann lives in Toccoa, GA.