Enfocándonos en los Fieles — Juan

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Es apropiado terminar nuestra serie Enfocándonos en los Fieles con Juan, el discípulo amado y autor del último libro de la Biblia. En las historias de los Evangelios y los Hechos, generalmente encontramos a Juan a la sombra de Pedro. Pero como escritor, solo Pablo fue más prolífico que él. Y en cuanto a la distinción (de su Evangelio, epístolas y apocalipsis), Juan no tuvo igual.

Amar y creer

Del apóstol Juan aprendemos mucho sobre lo que es una vida de fidelidad. Llamado por Jesús cuando estaba en su barca de pesca, Juan tenía una relación muy íntima con el Maestro, más que todos los discípulos. Lo vemos cuando se apoya en el pecho de Jesús la noche de la Cena del Señor. Lo vemos a la mañana siguiente, cuando de entre los doce discípulos, solo él está cerca de la cruz. En esos momentos tan personales, el Señor le dice una palabra privada a Juan y él la comparte con nosotros.

Así son las cosas con Juan. Cuando leemos su Evangelio y sus epístolas, tan únicas entre las demás, sentimos que estamos tan cerca como él lo estaba escuchando de los propios labios de Jesús. ¿Qué escuchamos de Juan? Que debemos amar y creer. De hecho, nadie escribe sobre el amor o nos dice que creamos, más que Juan. Ni siquiera nadie se le acerca. De todo lo que tenía que decir, estas dos palabras cristianas fundamentales se destacan como las más significativas para una vida fiel.

Paciencia

Pero el último y más inusual libro de la Biblia es nuestro enfoque aquí, y allí se encuentra una tercera palabra. Como si estuviera magnificada por las ocasiones privadas en que Juan compartió con Jesús, Apocalipsis es un libro completamente susurrado por Jesús a Juan, y dado a nosotros:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan (Apocalipsis 1:1, RVR 1960 en todas las citas).

A Juan, Su amado discípulo y fiel servidor, Jesús se revela a Sí mismo y revela el futuro que culminará en Su plena revelación, donde “todo ojo le verá” (v. 7). Pero hay muchas pruebas y problemas entre los siervos de Dios y ese buen futuro. Afortunadamente, Juan nos dice lo que se necesita para llegar a ese destino como alguien que ya lo posee:

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo (v. 9).

Incluso Pablo dijo “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hechos 14:22). Al igual que sus compañeros cristianos, Juan no es ajeno a la tribulación; después de todo, él escribió desde el exilio en la isla de Patmos. Pero Juan también posee una virtud esencial para mantener la fidelidad en tiempos turbulentos: la “paciencia de Jesucristo” (Apocalipsis 1:9).

De acuerdo con el significado del número siete en Apocalipsis, esta es la primera de siete veces que la palabra griega hupomone se ve en el libro. Se traduce como “paciencia” o “perseverancia” en otras traducciones. Habla de una constancia firme, inquebrantable. Las seis apariciones restantes de la palabra muestran cómo esta disposición paciente es característica no solo de Juan sino de toda la iglesia apocalíptica.

A la iglesia en Éfeso:
Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos… Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado (2:2, 3).

A la iglesia en Tiatira:
Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras (v. 19).

A la iglesia en Filadelfia:
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra (3:10).

A todas las iglesias:
Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos (13:10).

Aquí está la paciencia de los santo, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús (14:12).

Apocalipsis muestra cómo esta paciencia perseverante salvaguarda todas las áreas de la fe, incluyendo las obras de amor, el servicio y la obediencia a los mandamientos de Dios y, a pesar de las circunstancias, soporta toda tentación y tribulación.

De Juan es fácil ver por qué una paciencia como esta es necesaria para una vida fiel. Pero esta no es una paciencia que simplemente obtenemos por nuestra propia determinación. Juan la llama la “paciencia de Jesús”. Jesús la llama “Mi paciencia”. Igual que amar y creer, esto es un don de Dios por el Espíritu (el cuarto “fruto . . . paciencia”, Gálatas 5:22). Por ella, aguantamos como lo hizo Cristo:

Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz (Hebreos 12:1, 2).

Entre el aquí y el reino hay tribulación. Entre el ahora y la resurrección hay una cruz. La paciencia es el puente largo, la hermana de la esperanza. Aguantamos como lo hizo Juan, en nuestras propias islas de Patmos, porque en Su paciencia estamos más cerca de Jesús. Nos acercamos a Él y escuchamos.

¿Alguna vez ha orado pidiendo paciencia? Quizás sea la oración personal más frecuente que escucho. La paciencia es esencial: “Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (10:36). Estoy orando por ello porque vamos a necesitar paciencia para afrontar el futuro y ser encontrados fieles.

Jason Overman
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Jason Overman is Editor of Publications of the Bible Advocate Press. After 24 years in the publishing industry (in sales and management) with the Harrison Daily Times, Jason left his general manager’s position to join the BAP family in 2015. He has served in ministry for 30 years and currently pastors the Church of God (Seventh Day) in Jasper, Arkansas, with his wife, Stephanie, and two children, Tabitha and Isaac. Jason enjoys spending time with family and friends, traveling, reading theology, playing his guitar, and taking in the beautiful Ozark Mountains he calls home.